Castilla-La Mancha recupera variedades de uva tinta en peligro de extinción pero que se adaptan mejor al cambio climático
Mitigar los efectos del cambio climático es todo un reto para muchas comarcas vitícolas de Castilla-La Mancha en las que la escasez de agua y el aumento de las temperaturas amenazan el cultivo de ciertas variedades de vid hegemónicas.
Los investigadores del Instituto de la Vid y el Vino de Castilla-La Mancha, dependiente de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, presentaron en las V Jornadas del Grupo de Viticultura de la Sociedad Española de Ciencias Hortícolas, celebradas en Ourense, los resultados obtenidos en la evaluación vitivinícola y el comportamiento hídrico de tres variedades de uva tinta: sanguina, terriza y tortozona, genotipos en peligro de extinción que han sido recuperados por este equipo de investigación.
Gracias a esa labor ha sido posible recuperar genotipos de vid olvidados, algunos de los cuales podrían cumplir un rol relevante en el futuro en la adaptación de la viticultura al calentamiento global.
En ese sentido, el trabajo presentado detalla aspectos sobre fenología, componentes del rendimiento, estado hídrico y parámetros enológicos de los vinos de los genotipos de uva tinta sanguina, terriza y tortozona tinta. El estudio, efectuado durante el trienio 2019-2021, ha incluido también la variedad tempranillo como referencia.
Los resultados de estos estudios indican que el estado fenológico varía entre genotipos, destacando el ciclo de tempranillo, cerca de un mes más corto que los de terriza y sanguina. En la región, una maduración y vendimia tardías, desarrolladas en condiciones más frescas, pueden ser beneficiosas para la calidad del vino al permitir mayor complejidad de aromas y sabores y suavidad de los taninos.
En cuanto a otros parámetros de producción, tempranillo y tortozona tinta tuvieron mayor número de racimos lo que se tradujo en rendimientos más altos. Se ha constatado también que tortozona tinta y sanguina presentaron bayas más pequeñas, lo que puede resultar ventajoso en términos de concentración de compuestos fenólicos y equilibrio en la madurez.
Y respecto a la composición química de los vinos obtenidos con estas variedades, destaca el moderado grado alcohólico, la considerable acidez y adecuado pH de los vinos de tortozona tinta y de sanguina, aspectos que deberían ser aprovechados para contribuir a la sostenibilidad futura de la vitivinicultura regional.
Además, las medidas de estado hídrico medio mantenido cada año denotan que la tortozona tinta presenta cierta plasticidad para adaptar su eficiencia en el uso del agua (EUA) a las condiciones de sequía, hecho positivo en el marco climático actual.
Este trabajo ha podido realizarse gracias a la financiación de fondos FEDER del programa operativo 2021-2027, a través del proyecto ‘Desarrollo de estrategias para la valoración de la capacidad de resiliencia de cultivos leñosos y variedades frente al cambio climático’.
Las jornadas en las que se presentó el trabajo estaban dedicadas a ‘La viticultura ante el reto de la sostenibilidad’, y en ellas se abordaron novedades, innovaciones e informaciones relacionadas con las tendencias actuales en materia de producción vitícola y en particular aquellas que se asocian a los retos actuales tanto en lo relativo a la producción sostenible como a la calidad, entre las que han estado el trabajo del grupo castellanomanchego.
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