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“El nuevo registro de la jornada laboral tendrá efectos positivos en la productividad”
Productividad, horarios laborales, jornadas de trabajo de cuatro días por semana, la opción del teletrabajo...Todas ellas son variables dentro de un mercado laboral cambiante, en buena medida gracias a la digitalización o la robotización. ¿Podríamos trabajar menos, ser más productivos y ganar más en renta y ocio?
Son algunas de las preguntas que planteamos al catedrático del Departamento de Economía de la Universidad de Alcalá, Carlos García Serrano, en esta entrevista, en una semana en la que acabamos de celebrar el Día Internacional del Trabajo, muy marcado por las elecciones generales del 28A y con toda una agenda económica y laboral por delante para el nuevo Gobierno central que deberá dirimir, entre otros, todos estos aspectos.
¿Estar más tiempo en el trabajo significa que somos más efectivos?
No necesariamente, la productividad hace referencia a cuánto se hace por hora trabajada. Si estás más horas en el lugar del trabajo, en términos globales harás más cosas. La cuestión es si por hora eres más o menos efectivo.
En Economía hay un concepto denominado productividad marginal: cuando empiezas a trabajar, en las primeras horas del día puedes ser más productivo porque llegas fresco, pero a medida que avanza el día, y en las horas adicionales que se trabaja, esa productividad puede disminuir por distintas razones.
Se puede trabajar 18 horas, pero la última hora no va a ser seguramente tan productiva como la primera, la segunda o la quinta. Esa es una de las razones de la reducción de la jornada laboral: echar más horas y prolongar la jornada implica que puedas hacer más cosas, pero la cuestión es si en cada hora trabajada eres más o menos efectivo. Muchas de esas cosas las podrías haber hecho en menos tiempo.
¿El presentismo tiene alguna ventaja?
Quizá pueda tenerla desde el punto de vista individual dentro de la empresa. Quiero decir que si existe una cultura en la que la gente tiene que estar en el puesto de trabajo, visible…Si se piensa que las promociones internas dependen de eso, el presentismo puede un sentido, pero desde el punto de vista de la productividad no. No tiene sentido estar por estar si ya has cumplido tu objetivo de trabajo.
¿Y es un tópico que los españoles trabajamos mucho, pero producimos poco, respecto al resto de europeos?
Los datos nos dicen que es verdad. Con las limitaciones de comparar datos entre países - la OCDE los publica anualmente basados en las cuentas nacionales, teniendo en cuenta el número horas trabajadas que se divide por el número de personas ocupadas, según la media anual- España está en un grupo intermedio. No está entre los países europeos donde más ni donde menos se trabaja.
Los países nórdicos, Alemania y Países Bajos están en torno a las 1.400 horas anuales trabajadas de media. España en las 1.700. Es decir, trabajamos 300 horas más y es lo que ocurre también en Italia, Portugal, Irlanda o Eslovenia. Puede parecer poca diferencia, pero es un 15% más, una cantidad apreciable
Pero son cifras relativas…
Claro, la cuestión es que se trata de una cifra media. Nos da idea de lo que trabajaría un empleado medio, pero sin tener en cuenta que, en muchos países como en Holanda, el 50% de las personas que trabajan lo hacen a tiempo parcial. Lo hacen un 70% de mujeres y un 30% de hombres. Por eso, en esos países la media apunta a que allí se trabaja menos horas.
El tema de la productividad laboral es recurrente en las organizaciones empresariales que llevan años abogando por mejorarla. ¿Hemos avanzando algo?
En España, prácticamente desde mediados de los 90, estamos casi igual. Con la cautela del cálculo de este tipo de datos -conocer la productividad individual es muy difícil- en términos agregados, estamos algo mejor.
Justamente cuando más aumentó fue cuando llegó la crisis, pero claro, eso es un efecto estadístico: como se despide a trabajadores que tienen contratos temporales o con menos horas, la productividad aumenta. Si descontamos los años de la crisis, estamos en un 5% más de productividad que a finales de los 90. Ha crecido relativamente poco.
¿Ni siquiera han ayudado las nuevas tecnologías?
Es que ese tema es bastante controvertido. Cuando en los años 90 se generalizó el uso de ordenadores, muchos economistas en Estados Unidos dijeron que sería una nueva etapa, que la productividad crecería muy rápido, que seríamos más ricos, es decir, habría más renta por persona. Y uno de los efectos secundarios de eso puede ser que si somos más productivos, podemos permitirnos trabajar menos. El ocio también forma parte del progreso económico.
Sin embargo se dieron cuenta de que las estadísticas oficiales no reflejaban las expectativas y que la productividad en vez de crecer, más bien se había estancado. Aunque tengamos la idea de que usar las nuevas tecnologías nos hará más productivos, no está tan claro que lo vayamos a notar a corto plazo.
De hecho, comienza a hablarse de jornadas de cuatro días o inferiores a las 35 horas semanales, pero… ¿Para quién? Hay una clara diferencia de posibilidades de hacerlo en el ámbito público y en el privado…
Eso es importante porque depende mucho de los sectores y ocupaciones. No se puede aplicar de forma generalizada. Normalmente, en las últimas décadas, las reducciones de jornada las ha ido pautando más el sector público que es más previsible. Es más sencillo.
En el ámbito privado, depende del tipo de empleo y la rama de actividad. En las empresas grandes de España que ya han implantado jornadas de cuatro días o el teletrabajo al menos un día a la semana, los que más se benefician son las personas que realizan trabajos administrativos o creativos.
¿Las empresas españolas son lo suficientemente flexibles como para asumir un cambio de estas características, a corto plazo?
Las grandes empresas eléctricas o de telecomunicaciones ya lo hacen. En las pequeñas empresas o con otro tipo de procesos productivos, incluso si tienen turnos, es más complicado. Pero la tendencia es que el número de horas de trabajo a largo plazo vaya disminuyendo. Los propios convenios colectivos de las empresas lo han ido incorporando. Si comparas un año con otro, no se aprecia, pero sí hay diferencia si se mira lo ocurrido en una década.
Hay una tendencia a que el número de horas totales de trabajo al año pactadas disminuya. Después, la cuestión está en adaptarlo a cada tipo de trabajo.
¿Cree que se puede generalizar a corto plazo la jornada de cuatro días o de 35 horas semanales, como ocurrió con las 40 horas?
A corto plazo no lo vamos a ver de forma generalizada. Tendrán que pasar unas cuantas décadas seguramente. De hecho, hoy en día vemos que las jornadas de trabajo no se distribuyen anualmente de la misma manera en las empresas.
¿Decir que dentro de 20 años todos trabajaremos cuatro horas? No, no creo que lo veamos.
¿Puede incluso ir más lento por los hábitos de vida de los españoles? Me refiero a cosas tan sencillas como, por ejemplo, los horarios de comidas
Todo eso se puede ir adaptando. No tiene por qué suponer un problema. Es también un tema de diseño institucional, tanto desde el punto de vista empresarial como político.
¿El nuevo registro de la jornada de trabajo, puede incidir en la productividad?
Puede tener efectos positivos. Si sabes exactamente a la hora que vas a salir y los objetivos a cumplir, eso podría generar aumento de la productividad. Depende del tipo de trabajo. Quizá en un sector industrial, en una cadena de montaje con turnos no, pero en el sector servicios regularlo y saber que a una hora determinada tienes que fichar, tendrá un efecto positivo. Podría tenerlo incluso sobre la salud porque evitará la prolongación de las horas de trabajo.
Precariedad laboral o trabajos ya no lo son para toda la vida se han convertido en señas de identidad del actual mercado laboral ¿Cuál cree que será la tendencia a medio plazo en nuestro país?
En España desde los años 80 tenemos la temporalidad muy presente en el mercado laboral e incluso en los periodos más expansivos, cuando se crea más empleo, tiende a permanecer. Puede generar trayectorias laborales poco estables y precarias. A los jóvenes que llegan ahora les cuesta más tiempo encontrar estabilidad respecto a lo que ocurría hace 40 años.
A no ser que se modifique el mercado laboral en España, esto va a permanecer durante mucho tiempo porque las empresas utilizan mucho la contratación temporal de forma generalizada.
Es algo que ha pasado en todos los mercados laborales europeos, pero en España se nota más. Tenemos trabajadores muy pobres, con salarios que no dan para tener un nivel de vida adecuada, además de aumentar las trayectorias laborales erráticas o inestables.
¿Qué perfiles profesionales buscarán más las empresas? Me refiero a si cree que se apostará más por la especialización o por la versatilidad en el puesto de trabajo
Las dos cosas pueden ser compatibles. En ocupaciones directivas quizá se prefiera a personas versátiles, no relacionadas con determinados conocimientos, pero en otros sí que se requiere especialización, en un ámbito más científico o técnico. Pueden convivir las dos tendencias.
En cuanto a la robotización de la actividad laboral, no parece que haya un acuerdo sobre sus efectos (si son o no positivos) en el ámbito laboral. ¿Usted qué opina?
Se va a producir un fenómeno de polarización. Los empleos que se más crean en términos netos son, respectivamente, los más y los menos cualificados. Los que están en medio están perdiendo peso.
¿Por ejemplo?
Trabajos administrativos o en cadena de montaje, es decir, los trabajos que más fácilmente se pueden sustituir gracias a la tecnología. Pero no significa que desaparezcan de hoy para mañana.
Tendremos empleos que necesitan más cualificación o que dependan de la capacidad de decisión y del trabajo en grupo. Más que de conocimientos, hablamos de capacidades. Esas tareas, es difícil que las hagan las máquinas.
Ya que hablamos de máquinas o de tecnologías… Se apuesta por regular horarios, por aumentar la productividad, pero luego, por otro lado, ¿se cumple el derecho a la desconexión digital que contempla incluso el Estatuto de los Trabajadores?
Parece que no se cumple completamente. Es verdad que hay empresas que lo incorporan de forma estricta a su comportamiento laboral pero todavía quedan cosas por hacer. Creo que habría que regularlo, desde el poder político o en los acuerdos entre trabajadores y empresas.
Acabamos de celebrar unas elecciones generales y el PSOE, que previsiblemente seguirá gobernando, habló de modificar el Estatuto de los Trabajadores y no tanto de derogar la reforma laboral. ¿Qué aspectos hay que tocar desde su punto de vista? habló de modificar el Estatuto de los Trabajadores y no tanto de derogar la reforma laboral
Adaptar el Estatuto de los Trabajadores en algunos aspectos puede tener sentido porque hay realidades laborales que no existían hace 40 o 50 años, como es el caso de la digitalización del trabajo.
También podría modificarse el número de contratos laborales que existen. Creo que casi todos los partidos dicen que hay que reducirlo. Las propuestas son más o menos radicales pero es que ahora existen o bien indefinidos, o bien temporales o bien formativos y dentro de cada uno de ellos hay muchos más. Lo que genera es una sensación de que las empresas, más que buscar al trabajador, buscan el contrato. Y lo mismo sucede con las ayudas o las bonificaciones que les dan.
Eso genera mucho ruido en el mercado y una especie de panoplia de posibilidades en la que a las empresas se les da un menú tan amplio que a veces tienen dificultades para saber qué contrato deben hacer o a qué bonificación acogerse.
Si se pudieran reducir los contratos a tres, cuatro o cinco y con bonificaciones para colectivos desfavorecidos, sin que estén multiplicadas, mejoraría el funcionamiento del mercado del trabajo.
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