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Bárbara D. Alarcón

23 de febrero de 2021 10:27 h

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Para conocer el comienzo de El Rincón Lento debemos retroceder hasta el 2009, momento en el que las personas que integraban un grupo de consumo alternativo de la ciudad de Guadalajara decidieron dar un paso más. “Vimos que teníamos intereses comunes más allá y esto desembocó en un proyecto de transformación social que nace con el afán de unir esfuerzos de la gente que quiere otra ciudad y otro mundo posible”, cuenta en declaraciones a este medio una de las fundadoras y actual trabajadora, Ana Ongil. 

El Rincón Lento es otra de las entidades de Economía Social y Solidaria que realizan su actividad en Castilla-La Mancha perteneciendo a REAS Red de Redes. Tras 12 años está formada por “muchas personas que piensan que pueden aportar a la ciudad cosas creativas y que la hagan más humana, y se juntan en un lugar donde creen que es posible”. Concretamente, según datos de 2020, hablamos de 367 cuotas de socios y socias con las que se benefician un total de 522 personas. “Son cuotas individuales entre las que hay familiares o de unidades de convivencia y por lo tanto incluyen a varios miembros”. 

Además de sus bases asociativas, El Rincón cuenta en este momento con dos personas en plantilla con contratos indefinidos. Todos sus integrantes “están, como en cualquier asociación, llamadas a la asamblea general, pero la toma de decisiones del día a día la realiza la Junta Directiva de la Asociación formada por 11 personas, junto con los 2 trabajadores”. 

Según Ongil, 2021 puede ser un año de cambios para una entidad con una gran carga de trabajo pero sin suficiente presupuesto como para contratar a una tercera persona. “Creo que este año va a consolidar ese tercer puesto porque es necesario”. 

Y es que, además de contar con una tienda física, El Rincón Lento organiza proyectos de sensibilización y actividades culturales en los que prima la difusión y la unión de la ciudadanía guadalajareña.

“La sensibilización es una rama muy importante porque nos lleva a proyectos con centros educativos”, subraya Ongil quien asegura que una de las apuestas más importantes de la entidad es la juventud. “Creemos que es necesario plantar en ellos la esperanza y que sepan que tienen el poder de construir otro mundo” en el que primen los valores que caracterizan esa economía social y solidaria que llevan por bandera. 

En esta línea, con el objetivo de ejercer un papel social activo, El Rincón Lento apuesta por la creación “de un tejido social en la ciudad” siendo “altavoz” de artistas y asociaciones locales. “Intentamos que los colectivos se conozcan entre sí y que establezcan vínculos para fortalecer los lazos entre la ciudadanía”. 

En la búsqueda de esa unión social, la tienda física se ha convertido en el corazón de la entidad. “Tenemos muchos productos ecológicos y locales, de temporada y de comercio justo” aunque el local sirve para mucho más: “es un espacio en el que vendemos pero también establecemos relaciones, damos espacio a artesanas locales y tenemos una sección de escritores locales”. 

Su trayectoria y difusión en Guadalajara han hecho que El Rincón Lento se haya convertido en “otra opción para hacer la compra”, ya sea de productos alimenticios o culturales, pero siempre bajo los principios de la Economía Social: el compromiso por el consumo de cercanía.

“Ofrecemos una mirada transversal. Valoramos todo lo que tenemos y lo ofrecemos, primero a la gente de más cerquita y luego contándoselo al resto de la región”, explica Ongil. “Hay muchas cosas que merece la pena difundir y que ayudarán a fijar población”, otro de los beneficios de la Economía Social. “El Rincón trata de establecer unos canales que posibiliten a empresas o familias la promoción de sus productos locales y que quieran vivir en Guadalajara”. De esta forma, según Ongil “se enriquece el territorio y se desarrolla la economía de la zona” evitando “la migración hacia ciudades grandotas”. 

La Economía Social contribuye al equilibrio entre naturalezas, personas y trabajo. Esperamos que el mundo vaya por ahí

La trabajadora define la economía social y solidaria como “el mejor camino” ya que “es respetuosa con nosotras, con el medio ambiente o con el resto de la ciudadanía”. “Es muy satisfactorio saber que estás generando algo que aporta al bien común porque además este tipo de iniciativas suelen ser de calidad, bonitas. El mundo ya está saturado de cosas mediocres y mal hechas”. Y es que, lo que genera la Economía Social suele ser todo lo contrario: “tiene una etiqueta de confianza, de fiabilidad”. 

Mirando hacia la crisis sanitaria que vive el mundo, Ongil alerta sobre “los toques de atención” que nos ha dado 2020: “hay muchos parámetros a nivel social y medioambiental que tienen que cambiar, la Economía Social contribuye al equilibrio entre naturalezas, personas y trabajo. Esperamos que el mundo vaya por ahí”. 

Tal y como recuerda Ongil, durante el confinamiento la logística internacional se paralizó y “lo que llegaba seguro era lo local”. “Creo que debemos fomentar todo aquello que nos vaya haciendo más autosuficientes. Cuanto más kilómetro 0 mejor porque el desarrollo del de al lado es riqueza para todos”. 

El asociacionismo y la unión, “el núcleo duro” en El Rincón Lento

“Es una asociación que tiene un núcleo duro, un grupúsculo de personas que siempre apoya muy de cerca”. Se trata de unas 50 socias y socios que, a través del voluntariado, apoyan numerosas de las acciones de la entidad. “Sabemos que contamos con ellas para acudir a las comisiones de trabajo, a un relevo o si necesitamos refuerzo”, explica Ongil quien asegura que la unión de las personas que integran El Rincón Lento es el pilar más importante. 

De hecho, sin este “grupúsculo” la conciliación sería mucho más complicada. Según nos cuentan desde El Rincón Lento, la compatibilidad entre vida privada y laboral está muy presente en la organización de la entidad pero, sin embargo, “estamos siempre recordándonos que hay que delegar o que debemos hacer relevos de tareas porque este es un proyecto que acepta todas las horas de tu día y toda tu energía”. 

“Hay un esfuerzo desde la Asociación para atender al bienestar de todos y todas pero es difícil poner los límites” y hacer de la conciliación una realidad. “Las dos personas contratadas tenemos hijos y estos marcan que tengas que hacer un esfuerzo mayor para poner esos límites, por conciliar, para llegar a todo”. 

Y es que la igualdad y la conciliación también son objetivos de la Economía Social y Solidaria. “Nadie nos pregunta cuando hacemos las horas que nos tocan, si es por la mañana, en la siesta de los niños o por la noche. Si una persona no puede ir, se le cubre y entre nosotros como trabajadores igual, el uno con el otro”. Aún así la desconexión es todavía una asignatura pendiente en El Rincón Lento. “Si mañana tengo una necesidad se que la Asociación va a estar ahí. Si no hubiera habido ese tipo de cuidados, me habría sido imposible porque requiere una alta demanda de creatividad y de energía. Si no estuviera satisfecha no aguantaría tanto”. 

Ongil reconoce que no todo puede ser trabajar, por mucho que guste. “Tienes que tener otros círculos, hablar de otras cosas y saber parar la cabeza”. 

“Nunca nos ha interesado el crecimiento ilimitado”

Con su décimo aniversario, El Rincón Lento decidió buscarse a sí mismo con la creación del grupo “Repensar el Rincón para plantearnos hacia dónde queremos ir”. Entre las conclusiones: la necesidad de conseguir la “viabilidad económica del proyecto”. 

Según Ongil, el futuro se presenta “más pequeño para mantener lo que tenemos”. Y es que en El Rincón Lento “nunca nos ha interesado el crecimiento interesado” si no el poder realizar todos sus proyectos sin ánimo de lucro. 

“Somos una asociación que tiene un techo de personas y que termina cuando dejas de conocer el nombre de todas, cuando entra alguien y no sabes quien es. Queremos mantener la confianza y la familiaridad; mantener proyectos de consumo responsable que están sembrando una semillita para el futuro; y afianzar nuestra línea de sensibilización”, concluye. 

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