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En un escenario de gran confusión motivado por la pandemia COVID-19 surgen estos días desde todos los frentes propuestas de cambio y de innovación. Una de las propuestas que más se promociona y publicita en el ámbito de la asistencia sanitaria es la que ha dado en llamarse la “nueva Atención Primaria”.
Esta idea surge de lo experimentado estos días de crisis en que la Atención Primaria se ha recogido en sus cuarteles de invierno por necesidades estratégicas (tampoco es que hubiera muchas corazas) y ha tirado de las llamadas “agendas telefónicas”, un instrumento asistencial que está aún por analizar. Es decir, el 80% o más de la asistencia clínica se ha hecho por teléfono, quedando la asistencia presencial reducida a lo mínimo.
Obviamente en gran medida esa postura y actitud tenía su razón de ser y no intentaba otra cosa que conjugar en un difícil equilibrio, las necesidades epidemiológicas del confinamiento con las necesidades insoslayables de la asistencia clínica. Efectivamente muchas demandas asistenciales pueden ser resueltas eficazmente por teléfono, pero otras muchas no. No hay que olvidarlo.
De hecho lo que más preocupaba a los profesionales de Atención Primaria estos días era esa asistencia sanitaria necesaria que debido a las circunstancias epidémicas que hemos vivido y estamos aún viviendo, se estaba postergando. Y lo que más temen ahora es que esa asistencia sanitaria retenida demande su atención acumulada de golpe.
Lo que no se comprende muy bien es que habiendo tenido esa asistencia (preferentemente telefónica) ese efecto pernicioso de retención de una asistencia necesaria, no se dude sin embargo ahora en que hay que seguir con igual sistema como novedad (“nueva” Atención Primaria) y atendiendo mayoritariamente por teléfono las demandas en este nivel: Atención Primaria. Parece claro que todo dependerá de la incidencia de la COVID-19 (dato desconocido) y del riesgo de contagio, para unos y para otros.
¿Se ha hecho un estudio serio y detallado de los beneficios y perjuicios derivados de esa práctica eminentemente telefónica en nuestra Atención Primaria durante estos meses de crisis COVID, antes de decidir si procede o no continuar con ella?
Esa asistencia que efectivamente no se ha prestado en las consultas ordinarias ¿Se ha retenido con eficacia y sin efectos adversos, o se ha evacuado por otros circuitos asistenciales paralelos: PAC, SUAP, hospital, y en ocasiones con los pacientes en un estado de deterioro ya avanzado? Son preguntas y análisis que conviene hacer antes de dar por bueno el novedoso sistema, en el que se presume que el fonendoscopio puede ser sustituido por el teléfono.
Vamos a poner el ejemplo de un caso suponemos que infrecuente pero real: el caso de un paciente que es visto, presencialmente, hasta 4 veces en días distintos en el PAC de su centro de salud, y ninguna por su médico de cabecera en la consulta diaria. Este paciente es al final derivado al Hospital (desde el PAC) donde ingresa diagnosticado de la COVID-19.
De la misma manera, y dado que hubo en los primeros momentos del estado de alarma un movimiento considerable de personas que huían desde una comunidad muy afectada por COVID-19 hacia su segunda residencia en una comunidad adyacente, desde órganos gestores se planteó la estrategia de poner trabas a su asistencia en consultas ordinarias, como pacientes “desplazados”, estrategia que tuvo el efecto de que se acumularan a las puertas de los PAC (puntos de urgencias).
En los últimos lustros, y al menos en Castilla-La Mancha, la Atención Primaria ha estado definida por un hecho característico: las listas de espera.
Estas listas de espera para el médico de cabecera pueden ser de hasta 1 y 2 semanas (hablamos de la “normalidad” pre-COVID). Lo normalizado y característico también de esta situación es que esas listas de espera no son asumidas por los pacientes, sino que se alivian sobrecargando unos servicios de urgencias infradotados de personal: PAC, SUAP de la Atención Primaria, y secundariamente servicios hospitalarios de urgencias..
¿Qué puede y debe esperarse por tanto de esta “nueva” Atención primaria basada en el teléfono que piden algunos profesionales? Pues cabe esperar lo mismo que llevamos experimentando desde el año 2008.
Muchos de esos pacientes a los que no se les facilita una consulta presencial con su médico de cabecera, atareado con su agenda telefónica y demás tareas burocráticas, irán a buscar dicha asistencia clínica y presencial a los servicios de urgencias, tanto a los de atención primaria (PAC, SUAP) como a los hospitalarios.
Llegaremos a observar por tanto en esta “nueva” Atención Primaria lo que ya veníamos observando como vicio de mala gestión en la vieja: que muchos pacientes muy frecuentadores y muy conocidos en estos servicios de urgencias no saben quién es su médico de cabecera porque nunca lo han tenido enfrente.
Que esta “nueva” Atención Primaria que se propone es bastante vieja lo demuestra la propuesta reciente de un presidente de colegio de médicos de Castilla-La Mancha, para hacer del “personal de área”, resucitándolo de la niebla del pasado, el pilar fundamental de esta “revolución”. Personal “de área” que como muy bien dice este presidente colegial, data de principios de este siglo (en torno al año 2008) aunque entonces recibía el nombre de “Correturnos”, y que no tenía otro objeto que tapar las irregularidades (o ilegalidades) de la falsa “libranza” posguardia, en cuanto que desde ese año 2008 se incumple en nuestra Atención Primaria el estatuto marco, los decretos de jornada, y la jurisprudencia firme del Tribunal Supremo referida al “descanso” posguardia, según quedó establecida dicha jurisprudencia de forma clara y meridiana en la sentencia sobre el recurso 4848/2000.
¿Van por ahí los tiros de la “nueva” Atención Primaria? ¿La basaremos en una figura laboral ilegal o alegal quintaesencia del maltrato laboral, el llamado también y por más de un motivo “chico para todo”?
El personal de área, “correturnos” o “chico para todo”, es la solución de la que echan mano aquellos gestores torpes de nuestra Atención Primaria que no saben resolver un problema sin crear otro más grande. Es decir, no resuelven el problema (o la ilegalidad) sino que lo tapan, y que allí en lo oscuro fermente.
Y esto nos lleva a esa otra cara de esta crisis sanitaria que es la crisis económica.
¿Con la crisis económica que hay que afrontar consentiremos que en nuestra Atención Primaria “nueva” siga habiendo profesionales del EAP que no completan la jornada que se les retribuye, debido a la falsa y mal llamada “libranza” posguardia?
¿Seguiremos computando y retribuyendo como trabajadas jornadas de consulta que no se trabajan sino que se “libran”, aunque no haya soporte legal para esa “libranza” como sí lo hay sin embargo para el “descanso” entre jornadas?
Esas horas así mal gestionadas vienen a ser unas 65.000 horas de consulta ordinaria, según cálculos, en un solo semestre y en una sola gerencia. Incluso ¿Para salir del paso y del apuro en que el incumplimiento de la jornada ordinaria nos mete, recurriremos al “doble pago” de una sola jornada: a su titular responsable que la incumple y la “libra” (sin licencia legal conocida para ello) y al Correturnos-personal de área-chico para todo, que efectivamente la trabaja?
¿Y esto durante una crisis económica como no se ha conocido en muchas décadas? ¿Dobles pagos de una sola jornada, y sin que medie sustitución legal?
Opinamos que ha llegado el momento de que esta “nueva” Atención primaria se renueve de verdad, en base a modelos que ya existen y funcionan en otras Comunidades. Y así, el primer imperativo legal es que todos los profesionales de atención primaria completen la jornada laboral que se les retribuye.
Y por tanto una medida eficaz de “renovación” sería ir a un nuevo modelo de Atención Primaria donde el personal de consulta pueda abrir su consulta “todos los días laborables” (como es de ley) sin el impedimento de la falsa libranza posguardia (listas de espera), en coordinación con dispositivos asistenciales autónomos de atención continuada de nuestra atención primaria: PAC-SUAP.
Para una “renovación” de nuestra Atención Primaria se hace imprescindible:
1. Que todo el personal de Atención Primaria complete la jornada legal que se le retribuye. No ponemos ningún impedimento a que se implementen sistemas fiables de registro de la jornada.
2. Por ello mismo y con ese fin, el personal de las consultas ordinarias (EAP) debe abrir su consulta todos los días laborables, y solo accederá a las horas de jornada complementaria que ese imperativo legal previo le permita.
3. Cuando esos imperativos legales se cumplen, no son necesarias figuras laborales de maltrato como Correturnos, personal de área, chicos para todo.. que solo conducen a un “doble pago” de una misma jornada en un contexto de crisis económica en la que no hay dinero para afrontar esos “dobles” pagos. Por otra parte, esa figura solo contribuye a promocionar la precariedad laboral.
4. Lo que si se hace imprescindible para esta renovación es constituir un cuerpo de profesionales de atención continuada (PEAC), médicos y enfermeros, suficiente para cumplir tanto con los imperativos legales de jornada (Normativa europea), como para obtener los beneficios asistenciales correspondientes: EAP que abre su consulta todos los días laborables y la consiguiente reducción o desaparición de las listas de espera. La forma en que la Atención Primaria afronte esta crisis dependerá mucho de los medios con los que cuente, hasta ahora precarios e insuficientes (EPIs, test diagnósticos, etcétera).
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