Ruinas medievales, rostros crueles y tragedias reales en los históricos castillos de Ciudad Real
La provincia de Ciudad Real atesora grandes espacios naturales y patrimoniales, la mayoría de ellos con una historia fascinante, de acceso muy fácil y con estancias muy económicas. Para muchos españoles, sigue siendo una zona desconocida, pero entre sus rincones hay insospechadas sorpresas que nos remontan siglos atrás y nos ayudan a conocer mejor nuestra historia. Pese a su gran extensión, una de las opciones más populares en esta provincia es la de conocer sus viejos castillos.
Iniciamos viaje muy cerca de las Lagunas de Ruidera, donde encontramos el Castillo de Alhambra, una construcción ejemplar de estilo montano, es decir, cuya forma se adapta exactamente a la del cerro en que se alza. Una fusión con la tierra en la que su elemento más bello es la puerta principal, abriéndose en un recodo de la muralla, y construido como 'reentrante' en su homogéneo recorrido circular. Sólo por la magnífica labor de sillería con que fue construido merece la pena la visita, así como por el arco apuntado, entre sus dos fuertes torreones.
Erigido por una guarnición musulmana a mediados del siglo XII, fue continuamente conquistado y perdido, y cristianos y árabes se alternaron su posesión muchas veces. Pasó a pertenecer a la Orden de Santiago desde el año 1214, posesión confirmada por una bula papal. Cuando el alfoz de Alhambra se dividió entre las órdenes de Calatrava y San Juan, perdió su importancia estratégica y fue paulatinamente abandonado.
Lo más relevante del castillo es que por ser montano no tuvo nunca recinto externo ni barbacana, y sí un camino cubierto o protegido en su último tramo por pequeño muro, que permitía su acceso en condiciones de protección. El dato más triste es que en la actualidad el castillo se encuentra en ruina progresiva, aunque se puede acceder a él libremente. Y el más curioso: en el cerro también se han encontrado enterramientos y construcciones de la Edad del Bronce y del Hierro, aunque muy afectadas por la construcción del castillo medieval. Y al pasear por la villa sus habitantes cuentan la leyenda que habla de un túnel que uniría el castillo con algunas casas del pueblo.
En el otro extremo de la provincia, entre Ciudad Real capital y Puertollano, se erige, como fortaleza arqueológica, el Castillo de Caracuel de Calatrava, en el que la torre pentagonal, albarrana, de diez metros de altura, con tres pisos interiores, es la parte más impresionante. El Monte Nogales sobre el que está construido tiene evidencias de haber sido un emplazamiento poblado desde los tiempos más remotos de la humanidad, y lo convierte en una estación arqueológica de primer orden.
Bautizado por árabes y cristianos
En tiempos romanos pudo ser la antigua mansión de Carcuvium, mencionada en el itinerario de Antonino y convertida en municipio en época del emperador Augusto. Durante toda la Edad Media fue nombrado como Carquer, Caracoi y Karakuy, por árabes y cristianos. Al hallarse en el importante cruce de caminos reales de Toledo a Córdoba y de Extremadura a Levante, herederos de las calzadas romanas, fue lugar de enfrentamientos continuos y batallas entre musulmanes y cristianos. Una de las encomiendas más antiguas del Campo de Calatrava es la de Caracuel, fundada en 1170 en este castillo. Aunque aún volvió a posesión musulmana, pues no sería definitivamente conquistado hasta 1212 por el rey Alfonso VIII.
El castillo es de propiedad privada y, dada su situación de ruina, con los peligros que conlleva su visita, su acceso está prohibido si no es con permiso de la propiedad. Se accede a las ruinas del castillo por un camino que sale por detrás de la Ermita del Santo Cristo de Caracuel de Calatrava. El camino es de escalones de angosta piedra, justo cuando termina, junto a un árbol se gira a la izquierda para subir por lo alto del monte hasta el castillo.
Hasta nuestros días llega la leyenda de la reina árabe Clara, que vivía en este castillo en la época musulmana. La expresión de crueldad de su rostro dio nombre a la fortaleza, Caracuel. Fue perdido y reconquistado varias veces, hasta quedar en manos cristianas tras la batalla de las Navas de Tolosa.
¿Nació Fernando El Santo en Bolaños?
Siguiendo nuestro camino, encontramos en Bolaños de Calatrava el Castillo de Doña Berenguela. Destaca la torre del homenaje de cuatro pisos, una mazmorra en su sótano, y una terraza con almenas piramidal. Alrededor de esta construcción habitó durante siglos un poblado musulmán y dice la tradición, posiblemente legendaria, que aquí nació el rey Fernando El Santo, hijo de Doña Berenguela. Es un ejemplo perfecto de castillo de llanura, erigido para vigilar los caminos.
Uno de los aspectos significativos del edificio es su escudo, en el que pueden apreciarse dos partes bien diferenciadas, que son un castillo de oro, en el que aparece representada la vecindad, y una espada que atraviesa el pan, que representa el impuesto que se pagaba a la orden de la que dependía su defensa.
Fue conquistado por los cristianos, perdido tras la batalla de Alarcos, y vuelto a ganar en 1212, definitivamente. La reina Berenguela lo donó a la Orden de Calatrava, para que defendiera su campo de los continuos ataques musulmanes. La Orden se mantuvo allí hasta 1544, momento en que lo abandonó. De planta rectangular, estuvo rodeado de un foso que actualmente está recuperado en dos de las cuatro murallas. Es de acceso libre.
Nos movemos de nuevo, y a los pies del Castillo de la Estrella podemos rememorar la llamada ‘Tragedia de Montiel’, cuando pelearon, cuerpo a cuerpo, los aspirantes al trono de Castilla y hermanos, Pedro I el Cruel y Enrique de Trastámara, y se decidió la suerte de una larga guerra civil que asoló el reino castellano en el siglo XIV. Construido en el siglo IX por los árabes, cerraba el paso al reino taifa de Jaén. Tuvo dos recintos, uno exterior, muy deteriorado, usado como barbacana, que conserva restos de algunas torres; otro interior, construido por los cristianos a finales del siglo XIII o principios del XIV, que conserva grandes lienzos de cortinas y algunos torreones. En general se encuentra en mal estado, y amenaza ruina, aunque se puede acceder libremente.
Tras la batalla librada entre ejército castellano-granadinos (alianza de Pedro I) y castellano-franceses (alianza de Enrique de Trastámara), el rey Pedro se refugió en el castillo después de ser derrotado. Buscó una escapatoria intentando negociar con el mercenario francés Beltrán Duguesclín, ofreciéndole dinero si se unía a su bando. Pero este mercenario le contó a Enrique los planes de su hermano.
“Ni quito ni pongo rey”
Finalmente, la noche del 23 al 24 de marzo, ambos monarcas se encontraron en la tienda del vencedor, enzarzándose en una pelea. Duguesclín, que estaba presente, sujetó a Pedro, con la célebre frase: “ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor”, y gracias a esta ayuda Enrique pudo apuñalar a Pedro, matándolo, y proclamándose rey de Castilla. Desde entonces el fallecido Pedro ha tenido dos motes: el Cruel, que le dieron sus enemigos, y el Justiciero, sus partidarios. Su cuerpo quedó enterrado en Montiel hasta 1374 y desde entonces descansa en Sevilla. En 1974 el pueblo erigió un monolito en su recuerdo.
Concluimos recorrido con el Castillo del Sacro-Convento de Calatrava La Nueva, la gran fortaleza de los caballeros calatravos, cuya propiedad defenderían frente a los musulmanes del cercano castillo de Salvatierra. Aunque fue fortaleza de la edad del bronce, visigoda, y hay noticias de su uso por Nuño de Lara en el siglo XII, tendría su gran apogeo a partir de la batalla de las Navas de Tolosa.
Hoy se pueden recorrer sus caminos, las dependencias del castillo -patios, torres, escaleras-, y un aljibe. Además, su convento conserva una gran puerta con rosetón, la de la Estrella, la sala capitular, refectorio y cocinas, además del cementerio. Las zonas auxiliares de artesanos, hospedajes, cuadras y bodegas completan este magnífico retrato de la vida en la Edad Media.
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