La app Radar Covid y las alertas: nadie al otro lado en Castilla y León
Aparece en las notificaciones esa silueta del bichito del coronavirus y creo que es el aviso que sale de vez en cuando para recordarme que la app que instalé está en funcionamiento. Y no. De repente se me ha fastidiado lo que queda del fin de semana. La app Radar Covid funciona. Hasta el momento nadie de mi círculo había recibido algo así. Lo que me ha llegado es una alerta de “riesgo alto”, en fondo rojo y con un dato al que no dejo de dar vueltas: hace seis días que estuve en contacto con una persona que ha dado positivo en COVID-19. El martes 13, exactamente. Así que repaso mi agenda, o mejor dicho, mi no-agenda, porque mi actividad social es escasa por precaución.
Afortunadamente ese 'día D' fue anodino: fui a una rueda de prensa de la consejera de Sanidad, Verónica Casado. Compartí el espacio del salón de actos de Presidencia de la Junta de Castilla y León, donde se hacen las ruedas ahora, con una veintena de compañeros entre redactores, cámaras, jefes de prensa y posiblemente algún técnico de la Consejería. Todos usamos mascarillas y guardamos la distancia de seguridad. Pero ahí está la alerta. Pasé por el super antes de volver a casa. Estuve unos diez minutos. Parece imposible que la alerta tenga que ver con la compra a la carrera de media docena de huevos y dos litros de leche. Tiene que ser la rueda de prensa. Y si es por esa rueda, media profesión tiene que estar en las mismas que yo. Casado siempre repite lo del lavado de manos, lo de llamar al centro de salud y no ir, y también que hay que tener instalada la App Radar Covid. Yo cumplo hasta el absurdo. No exagero.
Hace un par de semanas pasé un cólico de riñón 'a pelo'. No pisé el hospital, ni el centro de salud. Avisé a mi médico pidiendo cita en Atención Primaria después de una semana regular y una noche de pesadilla que me hizo darme cuenta de que lo mío era algo más que agotamiento. Mi médico me llamó, le dije que parecía que ya había pasado lo peor y me recetó antibiótico. No me expuse y no expuse a nadie. Creo que es lo que hay que hacer según la consejera, pero lo que no hay que hacer según Laura, paciente. Porque he tenido un cólico y no me han hecho ni un análisis. En fin, sigo viva. Vamos con lo de la alerta. Me ha llegado un domingo por la tarde. Calma.
El lunes por la mañana llamo al teléfono 900 222 000 específico para COVID que habilitó la Junta casi al inicio de la pandemia y me atiende un chico muy amable. Quiere saber qué tipo de riesgo es: medio o alto. Alto. Que si he estado en un hospital o centro de salud últimamente. Que es que a veces salta la alerta por eso. No he estado (dice la consejera que no se puede, que hay que llamar, recuerdo). Que si tengo síntomas. Bueno, toso, pero es que soy asmática. También me duele la cabeza y además del asma tengo otra patología previa que me convierte en paciente de riesgo. “Tiene que valorarla su médico, quédese en casa y llame al centro de salud, no use app para pedir cita, no vale para una alerta por COVID-19. Si no consigue hablar con su médico, pida cita pero será más lento”, me indica además de pedirme que me cuide.
A las 17.07, pasada la mañana, he hecho 20 llamadas. Sin resultado. No hay nadie al otro lado. El contestador dice una y otra vez que lo intente “pasados unos minutos”. En un par de ocasiones consigo que la llamada se desvíe para que me atiendan por un “riesgo alto” marcado por la app. Da señal, pero el contestador vuelve de nuevo para decirme que no pueden atenderme y que si marco el número X (a estas alturas he marcado tantos que no lo recuerdo) me devolverán la llamada al mismo número desde el que he llamado. Falso. Nadie me ha llamado. Intento pedir cita con la app Sacyl Cita Previa. No hay hueco hasta el miércoles, lo dejo estar.
Esta es la situación: estoy el riesgo alto, ningún médico ha hablado conmigo y se supone que debo cuarentenarme. Todo esto sin un papel que mostrar a mi empresa. ¿Cuántos centros de trabajo aceptarán la palabra de un trabajador sin un informe médico que acredite lo que dice? Y sobre todo, ¿cuántos trabajadores no van a guardar la cuarentena porque deducen que si un médico no les llama es que no es importante? ¿Qué mensaje implícito se está dando con esta falta de atención sanitaria? ¿Puede presumir Castilla y León de que su sistema de salud no ha colapsado (de nuevo) cuando no puede prestar ni el servicio más simple para evitar la expansión del virus?
ACTUALIZACIÓN: Martes 20 de octubre. He seguido llamando a mi centro de salud. Esta vez con más 'suerte' que el lunes. Por fin una voz humana toma mis datos y me dice que se los va a pasar a la responsable de Vigilancia Epidemiológica, que me llamará. Lo hace a los 21 minutos. Me pide la información que me da la app. Le cuento que hace (hoy) 8 días que tuve contacto estrecho con una persona positiva en COVID-19. “Eso es el martes 13. ¿Recuerdas haberte reunido con alguien?”. Sí (estuve en una rueda de prensa de la consejera de Sanidad). “¿Llevabas mascarilla?”. Sí. “Muy bien Laura, pues no pasa nada, la app registra a los positivos que han metido el código y que han estado a menos de dos metros de ti más de 15 minutos. Pero si llevabas la mascarilla no pasa nada”. No me ha preguntado si tengo síntomas, porque como llevo mascarilla todo da igual. Le digo que tengo una patología previa que me convierte en paciente de riesgo. No me pregunta cuál. Le pido su nombre completo y me dice que me lea “el protocolo”. Insisto y me da su nombre y apellidos. Ahora ya sé la teoría de la responsable de Vigilancia Epidemiológica de mi centro de salud: la mascarilla nos va a salvar a todos y te quita el derecho a una pcr. Lástima que al virus le dé por desmentir y que Castilla y León esté confinando municipios porque no contiene la incidencia. Es posible que haya una explicación y que esté en estas líneas.
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