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Un muralista lleva la tradición e historia de Aranda de Duero a Alemania

Mural de Langen sobre Aranda de Duero.

Alba Camazón

Valladolid —

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¿Qué caracteriza Aranda de Duero? El vino, el puente, la ganadería y la fiesta. Así, en un 'flash'. Ese reflejo es lo que ha plasmado el muralista Nano Lázaro en una plaza de Langen, Alemania, una ciudad hermanada con Aranda de Duero que está a 20 kilómetros de Fráncfort. “La plaza no era lo que los vecinos habían previsto, el constructor les había dejado una plaza un poco gris. Y el Ayuntamiento se ha hecho cargo de embellecerla”, explica Nano Lázaro, arandino y residente en Valladolid. Su trabajo como muralista se ha centrado especialmente en la ribera del Duero, pero este ha sido su primer trabajo internacional. Había dos muretes periféricos de 12 por 1,80 metros y el objetivo era alegrar ese espacio público.

El mural simula un “cuento ilustrado”, según las palabras del artista, con su tipografía estilo fábula infantil. Los protagonistas, unos niños que llevan un traje típico castellano acompañados de la iglesia de San Juan y su puente homónimo, el Museo Casa de las Bolas, la parra, las bodegas subterráneas, el vino, la plaza del Trigo —“muy conocida ahora además con el Sonorama dentro de poco”— y una oveja churra. “Les tuve que enseñar fotos del cordero lechal porque allí no tienen y no sabían si era un oso panda”, ríe Lázaro, que atiende a este diario solo un día después de volver de Langen en coche, donde ha trabajado durante diez días.

Y dedicado a los arandinos, un guiño: una botella de vino cuya etiqueta es un plano y un número: 1503. Es un homenaje uno de los primeros planos de España, que conserva el Archivo Nacional de Simancas: una herramienta visual para resolver un pleito vecinal. “Una casa obstaculizaba una de las arterias principales que desembocaba en el centro neurálgico de la villa de Aranda, la plaza de Santa María”, explica el concejal de Turismo de Aranda José Antonio Fuertes, que recuerda que el regidor llevó el caso ante la reina Isabel de Castilla y se decidió derribar la vivienda. Es un símbolo para Aranda y está presente en varios puntos de la ciudad. “Es muy importante para los arandinos, nos representa algo muy emotivo”, explica el edil arandino.

Enfrente del mural tradicional, sobre un escenario, un homenaje a la música de Aranda y sus fiestas. “Las charangas son constantes. En Aranda hay muchas peñas y cada fin de semana hace una su fiesta, y todos los fines de semana parecen fiestas. Y la charanga es tan ruidosa que se te van las caderas, ¿sabes?”, añade Nano Lázaro, que también ha añadido un helicóptero que ocupa una rotonda en Aranda desde hace años.

Nano Lázaro asegura que diseñó los murales con la intención de llevarse solo una brocha y sus botes de pintura por cuestiones logísticas. “Al final sí que me pude llevar el compresor como fui en coche, pero me había gustado tanto el diseño que no lo quise cambiar; usé los aerógrafos en poquito en los mofletes o en el coche para darle un poco de profundidad”, detalla.

Aranda de Duero se hermanó con Langen hace casi veinte años años. Esto ha fomentado, por ejemplo, el intercambio de estudiantes arandinos y alemanes. Y ha dado una calle Langen en Aranda y una plaza de Aranda de Duero en este municipio alemán, que también tiene una sala de conferencias con el nombre de la villa arandina. “Lo esencial en los hermanamientos es el tema del vínculo y en Langen estaban encantados con el resultado”, explica el concejal de Turismo, que asegura que el Ayuntamiento arandino se ha encargado de la coordinación con Langen y el artista.

Lázaro asegura que su recibimiento fue “muy acogedor”, no solo desde la corporación municipal, sino también de los vecinos. “Eso también pasa mucho en España, ¿eh? Te dan de todo. Te dan café, te dan de comer... Yo tengo una profesión que me considero el guardia urbano, al que en Navidad le ponían cestas... Es muy parecido. Sí, sí, yo soy una fortuna de la leche”, confiesa este muralista burgalés, que, aunque es más amante de los frontones, ha ido a Aranda a pintar esos pequeños muros de 1,80 de altura. “Ha quedado muy bonito porque conviven perfectamente con los colores predominantes que hay en la zona. Y, con estos adosados, hay mucho niño, pero mucho niño es mucho niño. Hay familias muy jóvenes. Y estaban encantados. Los niños pequeños estuvieron hasta pintando un poco”, relata desde un bar de Valladolid, enseñando imágenes de los pequeños ayudándole a pintar las paredes.

Además, recuerda que coincidió en Langen con un arandino, compañero suyo de EGB. “Tenemos un dicho de que siempre hay un arandino donde vayas, porque como nos conocemos más o menos todos, les distingues cuando vas a Santander, por ejemplo. Te conoces a todos... ¡Y casualmente había un arandino en Langen que fue conmigo a la EGB! Él hizo de puente de comunicación con el ayuntamiento y estuvo muy guay”, señala.

Este tipo de iniciativas —como el encuentro de ciudades hermanadas que tiene previsto organizar Langen— pretenden visibilizar ambas ciudades y favorecer las relaciones comerciales, políticas y ciudadanas. Y un trocito (más) de Aranda de Duero se quedará ahora en Langen.

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