Castilla y León, el 'granero de España', espera una “mala cosecha” en un año de precios récord por la guerra en Ucrania
El 'granero de España' peligra. La cosecha de cereal en Castilla y León se espera que este año sea “mala”. Así lo han asegurado los dirigentes autonómicos de las organizaciones agrarias UCCL y Asaja quienes han apuntado que, además de la situación del incremento de los costes de producción, se le va añadir una caída del rendimiento de los cultivos.
Esta Comunidad y Ucrania comparten un apelativo parecido. Y es que también la obtención de estas semillas es lo que preocupa. De forma estimada, el campo castellano y leonés representa cerca del 40% de la producción nacional de grano, lo que se traduce en cerca de dos millones de hectáreas de cultivos de trigo, cebada, centeno o avena. Además, a esta gran extensión de tierra se ofreció la posibilidad de usar zonas en barbecho para tratar de suplir una posible futura carencia de importaciones. El anuncio llegó tarde, ya que en ese momento, a finales de marzo, era muy complicado de planificar esta nueva siembra. Pese a la posibilidad de abrir más campos, este tipo de plantación ha caído en un 4% respecto al año 2021, según datos de Asaja.
El cereal de Castilla y León no suple las necesidades de España. Normalmente, “aunque sea un año muy bueno”, como ha explicado Jesús Manuel Hernández Palacín, secretario general de UCCL en Castilla y León, se necesita grano proveniente del extranjero. En concreto, hay que importar la mitad de todo lo que el país requiere.
Ahora, sin Ucrania y sin Rusia, hay que abrir nuevos mercados para tratar de suplir la creciente demanda. Se plantea Sudamérica, Estados Unidos o Canadá como posibles sitios de origen, aunque, como ha reconocido el dirigente agrario “hay países europeos que producen más de lo que necesitan aunque a ellos también les ha afectado la sequía”. Pese a todo, como ha indicado, “Europa cubrirá sus necesidades” en detrimento de otras naciones que no tienen el mismo poder adquisitivo.
La guerra en el este del viejo continente y con otros productores, como India, sin poder exportar ha hecho que todas las miradas se vuelvan hacia la producción interna. Una vez más, toca observar al campo castellano y leonés como antaño. Lejos de suplir los requisitos, al dejar de llegar exportaciones, el año se antoja malo, como ha asegurado Donaciano Dujo, presidente de Asaja en Castilla y León.
El porqué, según ha explicado el agricultor, es que la sequía y las altas temperaturas han esquilmado los cultivos. En esta Comunidad, las provincias de León, Salamanca, Zamora son las más afectadas y, de seguir así, ha avisado el representante, se sumarán Valladolid, Ávila, Segovia y Soria. “Es necesario el agua de manera urgente para salvar la cosecha”, ha apremiado Dujo. Y lo peor es que ya hay cifras que estiman pérdidas: Por ahora 170 millones de euros, según baraja Asaja.
Menos producción, más costes de producción y más especulación
El volumen de la producción de cereales se prevé que caiga este 2022 entre el 10% y el 15% respecto al año pasado, según ha atestiguado la Asociación de Comercio de Cereales y Oleaginosas de España (ACCOE). Con la bajada del rendimiento y el aumento de los costes para conseguirlo, -una subida del triple en cuestión de abonos, fertilizantes, semillas entre otros gastos fijos y variables-, el campo se queda al borde de la quiebra. “Con esta cosecha no se va a cubrir los elevados costes de producción”, ha augurado Dujo.
“Cada día que no llueve las expectativas de cosechas bajan más”, ha afirmado Palacín. Si, hasta ahora, esta sequía “ya se ha llevado la mitad” del cereal sembrado, queda poca esperanza para esta campaña que comenzará en Castilla y León a mediados de junio.
Hay otro factor que entra en liza: la ley de la oferta y de la demanda. Con los campos de Ucrania abandonados a su suerte, toca el turno para los que quieren sacar tajada, como ha denunciado Hernández Palacín. Ahora los fondos de inversión han puesto su atención en hacerse con las grandes reservas. “La especulación es máxima”, ha asegurado el dirigente.
“Los fondos de inversión”, ha continuado Palacín, “están acaparando las materias primas, también los cereales, con operaciones a futuro. Son gente que no le importa el color del trigo o la cebada; solo ven la oportunidad de hacer un gran negocio y obtener grandes fortunas”.
El efecto de esta especulación, según la propia ACCOE, se puede seguir si se rastrea el precio de la tonelada de trigo a coste de almacén -no confundir con lo que se paga al agricultor-. Este cereal cotizaba en mayo a 406,35 euros la tonelada, mientras que, si se echa la vista atrás hasta finales de febrero, en los primeros compases de la invasión rusa a Ucrania, el precio rondaba los 227 euros.
El aumento de precios afecta, sin duda, al final de la cadena de fabricación, es decir, al consumidor “de una manera inevitable” y también a las personas que se encuentran en el medio del proceso. El sector ganadero también se ve damnificado. Para ellos, también se han disparado los costes y, como avisan desde las organizaciones agrarias, este aumento “solo aboca al cierre”.
Hay alternativas, como proponen desde UCCL. La organización agraria apuesta por un modelo de intervención que en momentos precisos amortigüe los efectos de especulación y mala cosecha. Pero también se puede ir más allá, como ha defendido Palacín. Otra solución, ya existente en el pasado, pasa por crear almacenes de productos como cereal o carne. “Es lo más prudente del mundo debido a la volatilidad del mercado, hay que crear una reserva estratégica ante un mundo cambiante. El alimento está asegurado hoy, aunque mañana no se sabe”, ha apuntado.
5