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Los Mossos relatan que el abusador del colegio Maristas engañaba a los niños con falsos masajes

Joaquín Benítez, pederasta confeso

Pau Rodríguez

Joaquín Benítez tenía un “patrón” de actuación para abusar sexualmente de varios de sus alumnos. Lo ha asegurado uno de los agentes de los Mossos d’Esquadra que tomó declaración a una veintena de víctimas cuando salió a la luz el caso en 2016. “Siempre actuaba de la misma manera: los llevaba a su despacho reservado y con el pretexto de corregirles un problema en la columna vertebral o algún tipo de lesión empezaba con los tocamientos genitales”, ha relatado uno de los dos agentes que ha declarado como testigo en el juicio que ha empezado este lunes.

Aunque son sólo cuatro los casos de víctimas de Benítez que han llegado a juicio –otros 13 han sido archivados por estar prescritos–, el relato de las demás ha emergido en la sección 21 de la Audiencia de Barcelona por boca del mosso que les tomó declaración. El “patrón” de coger a los alumnos y llevarlos a un reservado era “una constante en todas las denuncias”, según el agente. Allí empezaba Benítez con el masaje y acababa haciéndoles “tocamientos genitales” o incluso pasaba a otros hechos como “felaciones”, según ha descrito el mosso. 

Estos falsos masajes en el despacho que Benítez tenía reservado con su camilla son los que han descrito también las cuatro víctimas que han declarado a puerta cerrada ante el juez, y de los que ya dejaron constancia en la instrucción. En uno de los casos el procesado llegó a pedir a una de sus víctimas que le penetrara analmente, a lo que este accedió ante el “temor” que le causaba su “posición dominante”, según declaró.

La Fiscalía pide para Benítez 22 años de cárcel y 14 de inhabilitación por estos hechos, mientras que la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, que se personaron como acusación popular, elevan la petición hasta los 35 y 26 años respectivamente. El exdocente se enfrenta también a una posible indemnización que, según solicita el Ministerio Público, ascendería a un conjunto de 70.000 euros para las víctimas.

En este punto, la Fundación Champagnat, responsable de los colegios de Hermanos Maristas, está presente en la causa como responsable civil subsidiaria. Es decir, que tendría que asumir la indemnización si Benítez se declara insolvente. Manuel Barbero, el primer padre denunció los abusos a su hijo en 2016, lamentó al inicio del juicio que sólo esté Benítez como acusado y no toda la institución para esclarecer si encubrieron los hechos de este y otros profesores y hermanos de la orden.

Cabe recordar que la denuncia de Barbero, desvelada por El Periódico, hizo aflorar más de 40 casos en distintos colegios de Maristas y en distintas épocas. Todos ellos prescritos. Se trata de uno de los mayores escándalos de pederastia de la historia de España, sin duda el más extenso dentro de una institución educativa.

Antes de iniciar el juicio, las partes han tratado de llegar a un acuerdo que debía conllevar una rebaja de la pena de Benítez a cambio de que este confesase todos sus abusos y aclarase hasta qué punto Maristas los conocía, pero al final el acusado lo ha desacartado. Ha dicho que no reconocía a tres de las cuatro víctimas, según fuentes judiciales. Sobre el posible encubrimiento, él mismo declaró en una entrevista que la dirección del colegio supo de un abuso suyo ya en 1990.

Una “debilidad”, lo que reconoció a Maristas

Además de las víctimas y dos agentes de los Mossos, otro de los testimonios que ha declarado este lunes en el juicio ha sido Pere Farré, el que fuera vicario provincial de la congregación en 2011, cuando una familia denunció abusos por parte Benítez a su hijo. El centro pactó su salida sin llegar a despedirlo y llevó el caso a la Fiscalía de Menores, pero la investigación no prosperó al echarse atrás la misma familia. 

Al ser preguntado si Benítez confesó los abusos sexuales y si lo incluyeron en la denuncia a la Fiscalía, Farré ha asegurado que el profesor sólo llegó a afirmar a la jefa de estudios del colegio que había tenido “un momento de debilidad” pero que no se había “masturbado”. Ha insistido además que nunca antes habían tenido indicios de sus actos con anterioridad, y que lo único remarcable que recuerdan en el centro es que una madre les alertó de que en sus exámenes teóricos, este profesor era “demasiado puntilloso en los aspectos anatómicos”. 

Farré ha explicado que comunicaron al claustro de profesores las razones reales de su marcha, pero no se hizo público ni se informó al Departamento de Educación o a la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA). Según el vicario, no estaban obligados todavía por el protocolo de la Generalitat que entraría en vigor posteriormente. Esto hizo que hasta años después Benítez pudiera seguir trabajando con niños como monitor en el Empordà. 

Negaron información a los Mossos

El otro agente que ha declarado en el juicio, un caporal de los Mossos d'Esquadra, ha desvelado que la dirección del colegio se negó a facilitarles información de Benítez en 2011. Cuando el centro lo llevó a la Fiscalía de Menores, la policía catalana se personó para pedir los datos personales del profesor, como su dirección postal, pero el colegio se lo negó. “Lo pusimos en conocimiento del juez y no volvimos a recibir nada”, ha expresado este testimonio.

Ya en 2016 y tras la oleada de denuncias, los Mossos volvieron a acudir al colegio para pedir detalles de Benítez, entre ellos su paradero, pero de nuevo se marcharon sin la información. En esa ocasión, según el vicario Farré, no les pudieron ayudar al ser la dirección del investigado “oscilante”. 

Pintadas en el colegio 

Desde la asociación para la prevención de los abusos que dirige Barbero, Mans Petites, han intentado una mediación durante este año –tal como explicó a eldiario.es– para que la institución las reconozca a todas y repare el daño hecho, pero las conversaciones no han llegado a buen puerto. En este sentido, este padre lamenta que se vaya a juzgar el 'caso Benítez' pero que vaya a quedar sin cerrar un posible 'caso Maristas' de ocultación de abusos dentro de sus colegios. 

Tanto el colegio de Primaria como el de Secundaria de Maristas Sants-Les Corts han amanecido este lunes con pintadas que acusan a la institución de haber encubierto los abusos de Benítez. Entre otras frases, se leía “pederastas”, “no hay perdón”, “encubridores”, “organización criminal” o “violadores”. 

La Audiencia de Barcelona ha acordado que los cuatro exalumnos declarasen a puerta cerrada al considerar que “los hechos objeto de acusación tienen una connotación social que puede llegar a ser estigmatizadora, además de gravemente atentatorios a la intimidad y dignidad de la persona y se habrían producido siendo las víctimas todavía menores de edad”. Ante la expectación mediática, los jueces así lo aconsejaron en su auto de julio de 2018 para garantizar que las declaraciones se desarrollen “en las mejores condiciones de tranquilidad y confianza de los testigos” a fin de “proteger adecuadamente el derecho a la intimidad de las víctimas.

Coincidiendo con el inicio del proceso, colectivos de apoyo a las víctimas han organizado el lunes a las 9.30 horas una concentración a las puertas del Palau de la Justícia, sede de la Audiencia de Barcelona, donde acudirán con un manifiesto que, entre otras cuestiones, exige al Govern la retirada del concierto educativo a Maristas Les Corts y a todas las escuelas en las que haya ocurrido algún caso de abuso sexual.

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