“Muchas veces después de las fatídicas guardias de invierno he visto salir a muchos residentes llorando. La vida de los pacientes está en nuestras manos y no podemos asumirlo todo”. La que relata esto es Ana Katerine, médica residente de cuarto año. Ha estado los primeros tres años haciendo prácticas en el Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona y ahora es residente del ambulatorio del barrio de Sant Roc en la misma ciudad. Con frustración cuenta a Catalunya Plural que está cansada de la presión asistencial y la falta de tutorización que reciben los residentes como ella.
Katerine además de médica es, desde hace una semana, la presidenta de la Agrupación de Facultativos en Formación, un grupo creado recientemente dentro del sindicato de Metges de Catalunya y que pretende reforzar la unión del colectivo y luchar por la mejora de las condiciones laborales de estos profesionales.
“Asumimos mucha carga asistencial, hacemos muchas horas de guardia”, explica Katerine. Un médico residente puede hacer hasta 6 y 7 guardias al mes en el hospital, menos que las que hace un médico ya formado, explica. Ella ahora en el ambulatorio, aunque se trata de otro tipo de guardias, lo hace hasta 12 veces al mes.
Pero más allá de esta presión asistencial que también se traduce, según Katerine, en una carga de trabajo muy grande con el objetivo de sacar el máximo rendimiento a las horas trabajadas, lo que le preocupa es la falta de seguimiento por parte de los tutores. “Muchas veces estamos poco tutorizados durante las guardias, en el hospital de Badalona durante la guardia éramos 10 residentes y solo dos tutores”, denuncia. “Desde el primer año atendíamos a pacientes complicados y en la universidad no se nos forma para esto, porque es algo que se debe explicar en el hospital, pero se nos lanza directamente a tratar a este tipo de pacientes, entonces, y como es normal, cometemos errores”, dice.
Su compañero Aldo Humberto es el secretario de la Agrupación y residente de tercer año en el área básica de Tarragona. Humberto lo tiene claro: “nos tienen como mano de obra barata y sustituyen las carencias del sistema con residentes”, dice. “La carga asistencial y la no formación hacen que el paciente esté peor atendido”, explica él. Esto se traduce, dice, en que a veces se pidan pruebas de más, los tratamientos lleguen tarde o que haya errores a la hora de indicar tratamientos. A pesar de todo, Humberto quiere denunciar que los residentes no tienen ningún tipo de soporte legal y que ante uno de estos errores son ellos los que deben asumir las consecuencias.
El doctor Jordi Bonal no está de acuerdo con esto. Es el coordinador de docencia de los postgraduados del Hospital Trias i Pujol y asegura que los residentes de primer año siempre están supervisados y no toman grandes decisiones. “Los residentes pueden estresarse mucho porque piensan que han de tomar decisiones que en verdad no deben tomar”, dice.
Añade además que desde hace unos años existe un plan formativo con un sistema de tutores muy bien establecido, algo que años antes no había, según explica a Catalunya Plural.
Estrés psicológico o burnout
burnoutLa carga de trabajo y la falta de apoyos se han convertido para estos jóvenes médicos en un problema para su salud mental. Según un estudio realizado por la Fundación Galatea sobre los estilos de vida i la salud de los residentes MIR, el agotamiento emocional puede llegar a afectar a un 75% de los profesionales en formación. Por lo que hace a los resultados de esta encuesta, se observa un incremento del riesgo de sufrir un trastorno mental entre el principio de la residencia (15%) y el final del primer año (29%).
Según este estudio se ponen de manifiesto los efectos del estrés emocional del ejercicio de trabajo por la presencia del agotamiento emocional, o burnout como se le llama, y por una disminución de la implicación laboral.
“La presión que se recibe por tratar de sacar jugo a nuestras horas tiene consecuencias a nivel psicológico”, dice Katerine. Y explica que hicieron un estudio entre residentes de cuarto curso en el que constataron que el 80% de los entrevistados, todos residentes de cuarto año, terminan quemados, o con sintiendo este efecto burnout. “¿Si terminamos nuestra residencia y empezamos nuestra vida laboral ya quemados, qué futuro para nosotros y los pacientes nos espera?, reivindica ella. Katerine ha constatado también que desde que empezó, y debido a los recortes y la falta de recursos, la presión asistencial ha ido en aumento.
Para el doctor Bonal el estrés que sufre el residente no se debe tanto a las horas trabajadas sino al hecho de no saber que trabajo hacer ni qué papel juegan dentro de su equipo. “Si tu trabajo no está reconocido por tu entorno y no sabes que se espera de ti esto puede causar la sensación de estrés”, dice.
Añade también que se ofrecen armas a los estudiantes para poder responder ante una duda i no hacer errores. “Hacer una consulta no es un menosprecio a su estatus de médico”, recuerda.
Según el estudio de la Fundació Galatea el 54% de los entrevistados respondieron que habían trabajado más de 40 horas la última semana y el 30% consideró que el tiempo de trabajo era excesivo.
La salud de los residentes
El informe de Galatea concluye también que aumenta la inyecta de medicamentos por parte de los residentes durante su periodo de prácticas. En concreto, la automedicación pasa del 53% al 66% desde el principio de su estancia a final del primer año de residencia.
También se constata que durante su estancia de prácticas disminuye el número de horas de práctica de deportes, se pierden horas de sueño o baja la vida social. Así lo constata Humberto que cuenta lo difícil que es acostumbrarse a las guardias y que el trabajo acaba provocando trastornos de sueño.
Con todo, este médico residente cree que es difícil que haya unidad entre los estudiantes porque en general los médicos residentes tienen miedo a protestar porque se juegan su futuro. Katerine por su parte dice que precisamente porque no tienen a nadie que los defienda necesitan unirse para proteger la “dignidad del residente”.