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La historia de Joana Biarnés, la primera mujer fotoperiodista en una España de dictadura y machismo

Joana Biarnés, la primera mujer fotoperiodista de España

Sandra Vicente

7 de enero de 2023 22:06 h

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Año 1962, Aeropuerto de Barajas. Un hombre espera a que se abra el embarque para su vuelo a Barcelona cuando, de repente, ve a una mujer joven, alta, esbelta y rubia. Guapa. El hombre se acerca a ella y le pregunta si es modelo. Ella, seca, le responde que no. Que es fotógrafa. No era otra que una jovencísima Joana Biarnés (Terrassa, 1935), primera mujer fotoperiodista de España, que venía de cubrir un circuito de motociclismo en El Retiro.

El hombre era Carlos María Franco, jefe de relaciones públicas del diario 'Pueblo'. Perdió una modelo, pero ganó a una fotógrafa que trabajaría 10 años en el medio y que retrataría a Los Beatles, acompañaría a Raphael a Moscú y cuya cámara sería testigo del cambio de época de un país que pasaría de la censura a la democracia. “Las fotos de Biarnés son una manera de redescubrir Catalunya y España a través de una mirada diferente”, resume Jordi Rovira, autor de la biografía 'No serà fàcil' (La Campana, 2022).

Joana Biarnés era una mujer en un mundo de hombres, algo que el sector jamás le dejó olvidar. Empezó sus andanzas ayudando a su padre, fotógrafo deportivo, en el laboratorio que tenía en su casa . De vez en cuando le acompañaba a algún torneo, no sin recibir comentarios desagradables. “¿Dónde vas, a fregar platos?”, “Ven a barrerme la casa” o “¿Buscas novio? Te espero a la salida”, son algunos de los abordajes que Biarnés tenía que aguantar cada vez que trabajaba.

Ella lo aguantaba. “Tenía carácter. Sin él, el machismo y el franquismo se la habrían comido”, relata Rovira. Su padre era un pilar en el que se apoyaba, pero un día, en el estadio de Les Corts siguiendo un partido del Barça de Kubala, le dijo: “Esto no será fácil. Y un día yo no estaré”. Esta frase se quedó grabada en la mente de Biarnés, quien se la repetía recurrentemente para no olvidar el aplomo que requería para cumplir su sueño.

Esta mujer acabó convirtiéndose en un icono del fotoperiodismo: versátil (tanto podía cubrir desastres meteorológicos, como hacer reportajes de moda o socialité) se ganó a todo el sector a base de carácter fuerte y sonrisa cómplice. Se hizo íntima de figuras del momento como Serrat, quien dijo de ella que “su risa te ganaba”. También ejerció de hermana mayor de Raphael, a quien aconsejaba constantemente, y se convirtió en confidente de Pilar Miró. Tanto, que le confesó su secreto mejor guardado: quién era el padre de su hijo.

La fotógrafa que retrató a Los Beatles

'No será fácil' es un compendio de historias inéditas de una fotógrafa que llegó donde quiso, gracias a su desparpajo. Retrató a políticos de gran altura y a iconos de la cultura popular como Los Beatles. “Ella nunca presumió de haberlos conocido, cosa que explica muy bien cómo era”, relata su biógrafo, quien asegura que Biarnés era “modesta” y que jamás se explicó que su vida pudiera tener interés alguno.

La mayoría de sus negativos se han perdido precisamente por esa postura y Rovira descubrió casi por casualidad la anécdota que ligaba a esta fotógrafa con Los Beatles. Ella esperó al conjunto inglés a su llegada al aeropuerto de Madrid y les siguió hasta el hotel Fénix, donde celebraron una rueda de prensa. 'Pueblo' publicó diversas fotos de los de Liverpool, pero Biarnés no tuvo suficiente. Quería la foto que nadie más tenía.

Los Beatles iban a volar a Barcelona como parte de su gira y ella tenía que estar ahí. No en Barcelona, sino en el avión. Tiró de sus encantos para sacarle al relaciones públicas de Iberia un pasaje en el mismo vuelo. Allí, a pesar de que el cuarteto estaba rodeado de guardaespaldas, fingió una emergencia para ir al baño, que se encontraba cerca del reservado. “Ser mujer era un impedimento, pero ella lo aprovechó magistralmente, porque nadie sospechaba de una joven en aquella época”, explica su biógrafo.

Así que Biarnés sacó su pequeña cámara del bolso y empezó a fotografiar a Los Beatles que, tras la sopresa inicial, dejaron que les hiciera un par de instantáneas que no fueran robadas. Pero ella seguía queriendo más. Quería la foto. Así que fue al hotel donde se hospedaban y se enteró de qué planta habían reservado los ingleses.

Pero no podía acceder porque había guardaespaldas en todos los ascensores. “¿Y si subo en el montacargas?”, preguntó ella a los recepcionistas, suspicaz. A lo que los empleados apartaron la mirada y la dejaron hacer. Una vez en la planta, no le costó encontrar la habitación y, ni corta ni perezosa, llamó a la puerta. “You?!”. Fue Ringo Starr quien le abrió y la reconoció del avión. Y del aeropuerto. Y de la rueda de prensa.

A pesar de la sorpresa y, seguramente, del enojo de Los Beatles, Biarnés acabó pasando varias horas con ellos en la habitación. Hablando de todo y de nada, en un inglés macarrónico por parte de la catalana. Esas horas le regalaron algunas fotografías que, ahora sí, nadie más tenía. Pero que tampoco nadie vería. Era 1965 y la dictadura franquista no veía con buenos ojos las ideas progresistas de los de Liverpool, por lo que 'Pueblo' se negó a publicar nada más sobre el cuarteto.

Una fotógrafa entre fogones

El libro se empezó a trabajar siete meses antes de que Biarnés muriera, en 2018. La estima de Rovira por la fotógrafa se empezó a fraguar cuando siendo él editor de la revista 'Capçalera' del Col·legi de Periodistes de Catalunya, decidió dedicar un artículo a la primera fotoperiodista de España. “Una mujer que casi no aparecía ni en Google”, recuerda. Se esperaba encontrar a una octogenaria a penas sin memoria, pero encontró una mente aguda, fresca y con ganas de recordar.

En seguida vio que el articulo le sabía a poco y se arremangó para dedicarle un documental, 'Joana Biarnés, una entre todos', que se estrenó en 2015. Pero la vida de Biarnés era una fuente de historias sin parangón, y el metraje limitado también se le quedó corto. Por eso, Rovira pensó en convertirse en su biógrafo. La muerte de la fotógrafa entorpeció un poco su camino, pero por suerte contó con la ayuda de su marido, el también periodista Jean Michel Bamberger.

Entre ambos desenredaron los recuerdos y experiencias de Biarnés, a través de más de 50 entrevistas con personajes destacados de la escena cultural y política de la época que se deshacen en elogios por una carrera sin igual de la que Biarnés nunca presumió. Para ella, hacer fotos no era ningún mérito, simplemente era lo que sabía hacer. Por eso se aferró a la cámara desde que supo que su destino era inmortalizar la realidad. Y, por el mismo motivo, fue capaz de dejar la profesión de un día para otro, sin sentimentalismos.

Tras una década en 'Pueblo', empezó a trabajar para una agencia. “Pero eran los ochenta, la época de los papparazzis y eso no estaba hecho para ella”, dice Rovira, quien recuerda a una Biarnés incisiva, capaz de pasar horas con un entrevistado y hacerle hacer piruetas para sacar una foto que mostrara quién era realmente. Robar imágenes, pues, definitivamente no iba con ella. “Así que vendió las cámaras y, sin más, dejó de ser fotógrafa”, cuenta.

Su destino se ligó a la cocina. Junto a Jean-Michel, se mudó a Eivissa, donde abrió un restaurante. Entre los fogones pasó los últimos años de su vida profesional. “Y se le daba genial”, reconoce Rovira, con el tono de quien envidia un poco a esas personas que todo lo hacen bien. La Joana fotógrafa quedó enterrada, tanto que ni sus más íntimos amigos sabían que había compartido años con Jackie Kennedy, Los Brincos o Adolfo Suárez.

“Un día, hacia el final, la acompañé a una exposición que hacían sobre su trabajo en Andorra. De camino, paramos a comer con unos viejos amigos, quienes le preguntaron por qué viajaba. Al contar el motivo, sus colegas se sorprendieron mucho, pues nunca habían oído hablar de que Joana supiera, tan siquiera, cómo sostener una cámara”, relata Rovira.

Así era Biarnés, quien no sólo inmortalizó una época de cambios, sino que su misma figura fue una revolución: modesta, pero decidida, se abrió paso en un mundo de hombres, donde a las mujeres todavía se les decía que su sitio estaba en casa. No fue fácil, tal como pronosticó su padre, pero ella lo consiguió.  

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