En el momento en que Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno central, habló de la “mayoría silenciosa”, refiriéndose a todas las personas que no acudieron a la cita de la cadena humana celebrada el pasado 11 de Setiembre en Cataluña, abrió sin lugar a dudas una nueva caja de pandora. Este concepto acuñado por el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, cuando se dirigió a los manifestantes pacíficos que luchaban por el fin de la guerra de Vietnam, ha sido también muchas veces sugerido por miembros de la antigua Alianza Popular, procedentes del franquismo.
¿Qué es la mayoría silenciosa? ¿A quiénes podemos etiquetar con este concepto? ¿Qué significa?. Existen dos clases de silencio: el primero y fundamental indica que si existe silencio es porque la controversia sobre un tema, ha finalizado para siempre. Pero hay también un segundo tipo de silencio: en este caso, la controversia no ha finalizado en absoluto y sigue sin resolverse la confrontación de valores opuestos. El por qué de esta 'espiral de silencio' estriba en que algunos o muchos se consideran un reducto dentro de los valores que se debaten y por temor al aislamiento, prefieren callar ante la opinión pública dominante del conflicto. Si comparamos el número de asistentes a la cadena humana del pasado 11 de Setiembre con los que se han congregado en la Plaça de Catalunya este fin de semana, -sean cuales sean las cifras reales- es constatable que la opinión pública arrastrada por el dret a decidir es mucho más elevada que la que siguió al eslogan Som 47 milions.
Han sido muchos los que en sus blogs, tweets, cartas al director… han querido mostrar que el hecho de que no asistieran a la cadena humana no significaba que pertenecieran a la mayoría silenciosa. Es normal que hubiera esta reacción, ya que decir que perteneces a esta espiral del silencio es confirmar que no tienes una opinión sobre los temas a debatir. Y aquí, en este extremo, se ha recrudecido otro conflicto añadido al de si uno es o no independentista. La 'mayoría silenciosa' sí tiene opinión, no se trata de una ingente cantidad de población que no entiende, ni piensa, ni habla. Aquí la gran ofensa que lanzó la vicepresidenta del gobierno fue sugerir que esta ciudadanía no sabía pensar.
El filósofo inglés, David Hume, decía que “el gobierno se sustenta únicamente en la opinión”. Quizá por eso, el PP necesitaba que estos ciudadanos se manifestaran públicamente, y lo han hecho porque quizá han comprendido que no hay un tabú interpuesto alrededor de la opción de la independencia, como quizá ha emergido durante meses en la sociedad catalana. No hay tabúes dentro de la opinión pública catalana, se está demostrando hasta en las fachadas de muchos inmuebles, en donde conviven banderas esteladas y españolas constitucionales. Posiblemente una de las mejores consecuencias de esta celebración, la del 12 de Octubre en la Plaça de Catalunya, sea precisamente que se ha roto el discurso del PP, en cuanto a pretender vender a su militancia que están prisioneros en Cataluña, por un gobierno que solo desea la independencia y por unos medios periodísticos que se han vendido a la causa. La opinión pública en esencia es un mecanismo que favorece a la cohesión y la integración de las sociedades. Por lo tanto, es óptimo que se desarrolle para emprender un diálogo fructífero.
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