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Artur Mas se proclama ante el tribunal “responsable de todo” el 9-N

Irene Rigau, Artur Mas y Joana Ortega en la puerta del TSJC antes del juicio por el 9-N

Oriol Solé Altimira

“Era responsable de todo”. Así se ha expresado Artur Mas desde el banquillo de los acusados en las últimas palabras de su declaración, después de que el president del tribunal, Jesús María Barrientos, le instara a contestar si él era el responsable de abrir los colegios e institutos el 9-N. Las últimas palabras de Mas tienen tintes de autoinculpación para intentar descargar de responsabilidades a las otras dos acusadas, las exconselleres Irene Rigau y Joana Ortega.

Durante casi una hora el expresident ha seguido perfectamente su línea de defensa, defendiendo que obedeció al Constitucional y que después de la suspensión el 9-N quedó en manos de los voluntarios, no de la Generalitat. En su última pregunta, el abogado de Mas, Xavier Melero, ha preguntado si el expresident era el responsable de abrir los colegios e institutos en los que se llevó a cabo la votación. Mas ha contestado, igual que en otros tramos de su declaración, definiéndose como “máximo responsable de la idea de cómo sustituir la consulta por un proceso participativo”.

Como el expresident no ha respondido, el presidente del TSJC y del tribunal, Jesús María Barrientos, ha instado a Mas a contestar con claridad si él se consideraba responsable de abrir los institutos. “Era responsable de todo”, ha zanjado Mas, terminando así su declaración. Hasta entonces, Mas había medido bien sus palabras, remarcando que se considera el responsable “político” del 9-N, pero negando cualquier responsabilidad penal. El expresident se ha movido entre dos orillas: capitalizar políticamente el 9-N y evitar una condena por desobediencia y prevaricación.

Mas ha defendido desde el banquillo que la Generalitat “ya no tenía capacidad” para llevar a cabo la consulta después de la suspensión del TC, por lo que se cambió el formato del 9-N: de consulta se pasó a proceso participativo, en el que los voluntarios, y no la administración, fueron los protagonistas. “Fueron la pieza clave e imprescindible de la organización del 9-N”, ha afirmado Mas sobre las 40.000 personas que sostuvieron la votación. “La administración colaboró en los días que pudo hacerlo [hasta la suspensión], pero no era responsable de la organización del 9-N”, ha ahondado Mas.

Por otro lado, el president, que no ha contestado a las preguntas de la Fiscalía y las acusaciones populares, ha criticado la actuación del ministero público y el TC después de la suspensión de la consulta. “Si era tan evidente que el 9-N era un delito, ¿cómo puede ser que el Constitucional no hiciera nada para hacer cumplir su resolución?”, se ha preguntado.

Mas también ha reprochado al Constitucional que no remitiera ningún requerimiento advirtiendo sobre las consecuencias que supondría no acatar su resolución del 4 de noviembre, en la que suspendía el proceso participativo, y que tampoco les respondió antes del 9-N la petición que plantearon para que aclarara el contenido de su providencia. La falta de advertencia concreta sobre la desobediencia es una de las bazas de las defensas.

Ortega y Rigau: los voluntarios, “el alma” del 9-N

Si para Mas los voluntarios fueron “la clave” del 9-N, para la exvicepresidenta Joana Ortega fueron “el alma” de la votación. Con más contundencia que el expresident, tanto Ortega como la exconsellera de Enseñanza, Irene Rigau, han negado que firmaran cualquier orden administrativa para impulsar el 9-N después de la suspensión del TC.

“El cuerpo de voluntarios fue el alma del proceso participativo, fue quien lo hizo posible, porque fue quien lo ejecutó”, ha dicho Ortega. La exvicepresidenta ha contestado “fueron los voluntarios” a la batería de preguntas formuladas por su letrado, Rafael Entrena, sobre quién abrió los colegios, quién gestionó las colas de votantes o transmitió los datos de la votación.

Por su lado, la exconsellera de Enseñanza, Irene Rigau, ha negado que presionara a los directores de institutos para que abrieran las puertas de los centros para la votación del 9-N. “Habría sido una contradicción, porque un movimiento con voluntariado no se hace con coacciones”, ha dicho, antes de comparar a los voluntarios del 9-N con los que limpiaron las costas gallegas tras la catástrofe del Prestige o los que participan en La Marató de TV3.

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