Dicen que las personas acostumbran a evolucionar hacia perfiles más moderados con el paso de los años. En el caso del candidato de la CUP, Carles Riera, la evolución ha sido justo la contraria.
Con 57 años, él reconoce que es aún más radical que con 18, cuando decidió comprometerse y meterse en política.De hecho, luce un pendiente en su oreja derecha. Un pendiente que se puso hace sólo un par de años. Él cuenta que acompañó a su hijo a una farmacia para ponerse un pendiente y, de paso, aprovechó para cumplir un sueño que tenía desde hace tiempo.
La CUP es el único partido que en su cartelería electoral no luce la imagen de su candidato. Sus lemas son los de siempre y contundentes: implementar la república, unilateralidad, desobedecer al Estado, pragmatismo, realismo y no dialogar con el Estado. Es curioso que quien dice esto del no diálogo, en la distancia corta sea un hombre muy dialogante, con un discurso contundente, pero de formas suaves. No es nada mitinero, lo reconoce él mismo. Es terapeuta de la Gestalt y es sociólogo. Al entrar al Parlament hace un año, tuvo que pedir permiso a la CUP para poder continuar con su trabajo como terapeuta.
El líder de la CUP -aunque la palabra líder a esta formación política no le gusta demasiado- es, sin duda, el candidato más desconocido en estas elecciones. Sabemos poco de él: vive en el barrio del Poblenou de Barcelona, quedó viudo hace 15 años y está muy orgulloso de que sus hijos, ya mayores, aún vivan con él.