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La Crida y el PDeCAT intentan superar sus diferencias para frenar el crecimiento de ERC

Intervención de Puigdemont en el congreso de la Crida este sábado

Arturo Puente / Oriol Solé Altimira

Han pasado solo seis meses desde que Carles Puigdemont lograra tomar el control del PDeCAT gracias a un convulso congreso en el que las posiciones del expresident Artur Mas y su delfín, Marta Pascal, salieron derrotadas. Pascal acabó tirando la toalla y renunciando a ser la secretaria general después de que Puigdemont la vetase de forma explícita a cambio de su apoyo a una lista de unidad en la Ejecutiva. La dirección resultante quedó encabezada por David Bonvehí, antiguo número dos de Pascal pero bien visto en Waterloo.

Para controlar el grupo en el Congreso, los críticos promocionaron a la diputada Míriam Nogueras, una de las fieles al expresident, como vicepresidenta del PDeCAT. Gracias a este movimiento, Puigdemont allanó el camino de la Crida, con la idea de que el PDeCAT se acabase integrando en el movimiento que este sábado ha celebrado su congreso constituyente. Pero, desde entonces, el sector perdedor del PDeCAT se ha resistido a dejar sus siglas a merced de una organización que ni siquiera estaba constituida, con sonadas rebeliones internas.

La Crida ha anunciado este sábado que no se presentará como tal a las municipales y las europeas pero que trabajará para la formación de listas conjuntas independentistas, redoblando así la presión a ERC. De esta forma, el nuevo partido de Puigdemont no competirá de inmediato con el PDeCAT. Los afines al expresident negociarán con el PDeCAT candidaturas a los ayuntamientos emulando la fórmula (y el nombre) de Junts per Catalunya. Será el primer reto de la difícil convivencia entre el PDeCAT y la Crida, dos herederos de Convergència condenados a entenderse frente al auge en las encuestas de ERC, que prefiere volar sola.

Diferencias sobre la unilateralidad

En lo que PDeCAT y la Crida difieren claramente es en la apuesta por la desobediencia y la unilateralidad. Los exconvergentes han renegado de la vía unilateral y de la desobediencia tras la experiencia del otoño soberanista de 2017. “¡El rechazo a la unilateralidad no es renunciar a la independencia, basta de demagogia!”, proclamó este jueves en un artículo en La Vanguardia la senadora del PDeCAT Marta Pascal, a quien Puigdemont descabalgó en verano de la dirección del PDeCAT.

Mientras, la Crida apuesta por el diálogo pero deja la puerta abierta a la desobediencia y a la vía unilateral mediante eufemismos propios de los mejores tiempos de la antigua Convergència. “Si la vía del diálogo con el Estado no avanza, en ningún caso renunciaremos al ejercicio efectivo de la soberanía ni a ninguna vía pacífica y no violenta para hacer efectiva la Declaración de Independencia e instaurar la república catalana”, reza la ponencia política de la Crida aprobada este sábado.

La ponencia también advierte de que la Crida apostará por “ejercer la soberanía plena de Catalunya si el diálogo no se materializa en un periodo prudencial o el transcurso del tiempo”, aunque no se precisa un plazo. Asimismo, el nuevo partido de Puigdemont aboga porque los cargos públicos desobedezcan pero que sea siempre “una decisión personal, no una imposición colectiva”. “La desobediencia puede acabar siendo una acción necesaria ante la injusticia de la acción de los poderes del Estado ante su negativa a aceptar una solución democrática”, aseveran los principios políticos de la Crida.

Parlament vs Congreso

A nivel institucional, los más afines a Puigdemont controlan el grupo en el Parlament. Fue el propio expresident quien relegó a los cuadros del PDeCAT para formar la lista de Junts per Catalunya plagada de independientes. El exlíder de la ANC Jordi Sànchez, en prisión provisional, es el presidente del grupo parlamentario y este sábado ha sido escogido presidente de la Crida. Su secretario general es Toni Morral, exalcalde de ICV en Cerdanyola del Vallès y actual diputado de JxCat en la cámara catalana.

En el Govern también se sientan los más afines a Puigdemont, empezando por el president Quim Torra, asociado a la Crida y que este sábado ha clausurado el Congreso con una entusiasta apuesta por la unidad independentista. Las conselleres Elsa Artadi y Laura Borràs, el conseller Damià Calvet o los dirigentes del grupo parlamentario de JxCat Albert Batet y Gemma Geis también se han integrado en el secretariado de la Crida.

No obstante, el grupo parlamentario del PDeCAT en el Congreso se ha resistido a ser una correa de transmisión del expresident y ha marcado perfil propio. Muestra de ello es la polémica generada por los Presupuestos de Pedro Sánchez. Diputados de la vieja guardia convergente como Ferran Bel o Carles Campuzano renegaron públicamente de la doctrina marcada por Nogueras, contraria a permitir el trámite de las cuentas. Nogueras los desautorizó a golpe de tuit.

¿Centro o centro izquierda?

El PDeCAT se ha caracterizado por contener en sus órganos de dirección voces disonantes respecto a su ideario. Algunos de sus dirigentes apuestan por reconstruir un espacio de centro derecha que vuelva a conectar con las clases medias y altas, que ahora se dejan seducir por Ciudadanos e incluso por el PSC, que ha atraído hábilmente a los herederos de Unió. Consideran además que la alianza con la CUP ha sido negativa, tanto en el eje nacional como por las concesiones exigidas por los anticapitalistas en cuestiones económicas y sociales. Otros miembros del PDeCAT, en cambio, se sienten más cómodos en un espacio de centro con sensibilidad social.  

A este respecto, la Crida, pese a que la mayoría de sus integrantes y promotores, como el propio Carles Puigdemont, procede del centro derecha nacionalista catalán, se presenta como una oferta política que también puede acomodar a sectores progresistas. “No nos molestan ni la derecha ni la izquierda, hay que mirar a ambas porque están ahí”, ha aseverado el expresident en su discurso este sábado. Puigdemont ha querido mantener en la ambigüedad ideológica su nuevo movimiento y ha defendido que la Crida “no implica una ideología particular sino todas”.

La nueva formación dedica varios puntos de su ponencia aprobada este sábado a reivindicar su carácter “transversal” y su vocación de “aglutinar tantas sensibilidades políticas y sociales” como pueda, lanzando en especial guiños al centro izquierda: la lucha contra la desigualdad, garantizar el derecho a la vivienda o los derechos de las minorías forman parte del esqueleto fundacional de la Crida. Y frente a axiomas más liberales, la Crida proclama que “sin unas condiciones socialmente justas la libertad individual es más un deseo que una realidad”.

La espinosa doble militancia

A nivel organizativo, la cuestión de la doble militancia levantó ampollas en un primer momento en el PDeCAT, aunque finalmente han acabado admitiéndola bajo la idea de que los socios de la Crida pagarán cuotas a una asociación y no a un partido, pese a que la neonata organización también ha registrado unas siglas ante el Ministerio del Interior. El nuevo partido de Puigdemont, por su parte, ha dado el visto bueno este sábado a la “compatibilidad” de los asociados de la Crida con la militancia en otras entidades, asociaciones o partidos.

El PDeCAT no impulsará ni animarán en ningún caso el trasvase de su militancia a las siglas de la formación recién creada, como en algún momento sugirieron los líder de la Crida. Pero, por el momento, la prioridad de los sucesores de Convergència es evitar una guerra fraticida que acabe por hacer añicos un espacio político que, unido, en las últimas elecciones al Parlament pudo mantenerse por delante de ERC.

El plan del PDeCAT es bendecir el nacimiento de la Crida aunque sea a regañadientes para acabar negociando de igual a igual las candidaturas municipales y a las europeas. La formación de Bonvehí cuenta con una importante estructura territorial de la que no dispone la Crida, con algunas de las marcas municipales de 'Junts', que pretenden usar, y con la herencia de los espacios electorales. Con este capital calculan que pueden poner deberes a la nueva organización, que a priori resultaría más atractiva ante el electorado por tener detrás a los principales líderes del centro-derecha independentista.

Matices en el europeísmo

La Crida matiza el apoyo cerrado a la Unión Europea y el europeísmo sin ambages del PDeCAT. El partido de Puigdemont mantiene que Catalunya debe ser un socio “fiable” de la UE, si bien carga contra la “deriva tecnocrática” de las instituciones comunitarias así como su “sensibilidad a los intereses de las élites y sus creciente insensibilidad por los problemas y necesidades de la ciudadanía”.

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