El resultado de la consulta de Unió sobre el 'procés' amenaza la coalición de CiU para el 27-S
Las crisis entre los dos partidos que componen la federación de CiU ha estallado a cuatro meses de las elecciones autonómicas y en un momento en el que los partidos soberanistas debaten sobre qué salida darle al proceso. La apuesta del president de la Generalitat, Artur Mas, por una lista nétamente independentista y confeccionada con una proporción de nombres externos al partido para las elecciones del 27-S ha hecho que Unió se plantee su cabida en el proyecto y, en estas condiciones, la ruptura se ha convertido en una posibilidad tangible.
El propio portavoz del Govern, Francesc Homs, no descartó este martes una remodelación del Ejecutivo catalán, aunque rechazó adelantar acontecimientos. “Si hay cambios en el gobierno, ya se anunciará”, cerró. CDC lleva esperando casi 3 meses a que sus socios clarifiquen su posición ante el proceso y ahora, una vez celebrada la consulta interna de los democristianos, el partido liderado por Artur Mas no quiere perder un minuto. El secretario general de Convergència, Josep Rull, ha dado un plazo, “dos o tres días”, para decidir si quieren sumarse a la candidatura independentista que CDC formará, “de forma innegociable”.
La consulta entre la militancia de Unió sobre las condiciones para firmar la hoja de ruta de CDC, ERC y las entidades, que ha acabado ganado por la mínima el sector de Duran i Lleida, no clarifica la posición de las históricas siglas respecto a la actual coyuntura. El domingo pasado los afiliados a UDC fijaron las líneas rojas del proceso en la legalidad, el pacto con el Estado y el rechazo de la declaración unilateral de independencia, unas condiciones que según el criterio de Mas, les dejan fuera de sus planes. Duran reunirá este miércoles a su cúpula para decidir si seguir adelante con el mandato de la mayoría de sus militantes o buscar una solución que les permita integrarse en la lista de Mas.
La escalada de declaraciones y la amenaza de cisma en la alianza es un juego recurrente por parte de ambos, que han amagado otras veces con romper la estabilidad de la derecha nacionalista catalana para marcarse mutuas líneas rojas. Sin embargo la actual crisis va más allá de la representación interesada. Duran ha maniobrado desde su salida de la dirección del partido para formar un nuevo movimiento, Construïm, ya registrado como partido y con vida propia. Además, la consulta interna ha movilizado a los sectores independentistas de Unió, que han acabado perdiendo pero mostrando una fuerza importante al margen de la dirección.
Desde sectores de Convergència cercanos a Mas se ha pasado de ver a Unió como un importante aliado que aportaba transversalidad a ser percibido como una rémora en el viraje hacia el nítidas posiciones independentistas, una tarea en que el partido de Mas está inmerso desde el verano pasado, cuando los casos de corrupción de los Pujol estallaron. Después del fracaso de propuesta por la lista unitaria, CDC diseñó una salida que pasaba, en primer lugar, por aplazar las elecciones hasta septiembre y, en segundo, por reforzar la imagen plebiscitaria de los comicios con una campaña de claro cariz nacional.
El objetivo indisimulado de Convergència es liderar el procés y recuperar el mayor porcentaje posible de esos 1,8 millones de catalanes que fueron a votar Sí-Sí el 9 de noviembre de 2014, haciéndose valedores del voto útil independentista. Pero, en esa estrategia, algunas voces de Convergència alertan de que Unió podría restar más de lo que suma. Duran es visto desde amplios sectores soberanistas como un freno a la valentía nacional del partido, y ha sido blanco de las críticas de ERC, por ejemplo durante la campaña de las elecciones europeas, las primeras en las que los republicanos superaron a CiU.
Malestar de fondo en Unió y consulta ajustada
Los democristianos se vienen quejando ante Artur Mas desde la primavera pasada por el trato de socio prioritario concedido a ERC. El núcleo dirigente de Unió consideró en los meses más calientes del proceso soberanista que CDC estaba girando demasiado sus posiciones hacia el independentismo, alentados por las encuestas que les dejaban por debajo de ERC. Además, veían en los de Junqueras un partido fuerte que podía romper y sustituir la alianza histórica entre CDC y UDC por una de signo CDC-ERC.
La contundente protesta de Duran a esa situación no tardó en llegar, aunque de forma más simbólica que real. Después de 3 décadas como líder, el democristiano se apartó en junio de sus cargos con más visibilidad, como el de secretario general de CiU, aunque mantuvo intactas sus cotas de poder en el Congreso. Contra todo pronóstico, aquella salida blanda de Duran de la primera línea solo despertó apatía por parte de CDC. Incluso el propio Josep Rull le conminó a marcharse si no se sentía a gusto, y muchos de los dirigentes territoriales de Convergència respiraron aliviados tras la supuesta pérdida de vista de Duran.
El pacto suscrito en febrero entre CDC y ERC sobre las elecciones del 27-S volvió a colocar a Unió en un tesitura complicada, que resolvieron blindando su soberanía y convocando una consulta interna para después de las municipales. El sector de Duran acabó ganado la consulta, 50,9% contra 46,2%, hecho que Convergència ha aprovechado para apremiar a Unió a tomar una decisión.
El Govern catalán está formado por 13 consellers, 3 de los cuales corresponden a Unió. Si Unió decidiera presentar una candidatura por su cuenta el 27-S y Mas abriera una crisis de gobierno para componer un ejecutivo monocolor, tendría que buscar sustitutos en algunas áreas sensibles, como Vicepresidencia y Governación o Interior.