Último SOS de la vaquita marina, a un paso de la extinción por la pesca furtiva de la “cocaína del mar” en México
Apenas quedarán una veintena de ejemplares vivos. La vaquita marina,un hermoso cetáceo que recibe este nombre por el parecido de sus ojos al de una vaca, está a un paso de extinguirse para siempre. Y los presagios no son nada buenos. Su futuro, ligado al Alto Golfo de California en el que habita, en México, está amenazado por peligrosos cárteles de pesca furtiva y tráfico internacional que no entienden de emergencias medioambientales, y de cuyo entramado se tiene conocimiento en parte gracias al documental Sea of Shadows de National Geographic, que se estrena en diciembre en España.
La historia de la vaquita es la de una víctima colateral. Los ejemplares de este esquivo y pequeño mamífero marino, descubierto como especie en 1958, llevan años muriendo atrapados en redes de pesca que no son para ellos, sino para otro pez, la preciada totoaba, cuya vejiga se vende a precio de oro en el mercado negro. Es la conocida como “cocaína del mar”, con la que trafican organizaciones de antiguos narcos para venderla en China, donde la medicina tradicional le atribuye propiedades sanadoras. El problema es que, en paralelo al crecimiento de este comercio ilegal, la vida de las vaquitas se ha ido apagando. Si hace dos décadas había más de 500 en este golfo mexicano, ahora quedan menos de veinte. Y la pesca furtiva no cesa.
El documental, producido por el actor Leonardo DiCaprio, retrata la lucha para conservar este mamífero a través de cuatro de sus protagonistas. El barco de la organización Sea Shepherd, que se dedica a retirar del agua las redes que atrapan todo lo da con ellas; los científicos del programa Vaquita CPR, que durante meses trataron sin éxito de preservar la vida de estos cetáceos en cautividad; el periodista de investigación mexicano Carlos Loret de Mola, y el fundador de la ONG Earth League International, Andrea Crosta, que se ha especializado en combatir este tipo de emergencias centrándose en destapar las redes de traficantes.
Junto al director del film, el austriaco Richard Ladkani, Crosta estuvo esta semana en Barcelona para recibir el premio Sol de Oro Especial que otorga el festival de cine medioambiental SUNCINE. Ambos se conocieron trabajando para un documental anterior, The Ivory Game, que desvelaba el tráfico de marfil de África a China y que provocó que varios cazadores furtivos de Tanzania acabasen en la cárcel. “Hay un patrón que siempre se repite en estos casos: tienes a ONG, diarios y gobiernos tratando de abordar el problema desde un ángulo medioambiental cuando es una cuestión de crimen organizado; si no cambias eso, fracasas”, argumenta Crosta.
Hasta hace poco, lo que había hecho el gobierno mexicano era prohibir la pesca en la zona del municipio de San Felipe e iniciar un programa de compensación económica que permitiese a los pescadores seguir ingresando una mensualidad. Pero no funcionó. “Si le pagas al pescador 600 dólares al mes, pero una sola totoaba vale 5.000 dólares, ¿qué crees que hacen? Se quedan la subvención y salen a pescar igual. Yo también lo haría”, razona Crosta. En el documental se ve cómo algunos pescadores llegaron a provocar altercados para exigir la liberación de furtivos detenidos. “Ese día me di cuenta de que la guerra en el pueblo estaba perdida”, añade.
Con equipos de expolicías e infiltrados, la ONG de Crosta sigue el rastro de la totoaba y del dinero que esta genera para recabar pruebas que sirvan a las autoridades. Su investigación le llevó primero hasta capos locales como Óscar Parra –detenido un tiempo después– y posteriormente hasta empresarios chinos afincados en México. Consiguió grabar en almacenes donde se seca la vejiga de totoaba antes de transportarla y, ya en China, comprobó que esta se vende por hasta 30.000 dólares la pieza. “A menudo se utiliza como inversión o para sobornos”, detalla.
Ante la situación crítica de las vaquitas, los promotores del documental lanzan un SOS a todo el mundo: “Si no se toman las medidas adecuadas, no sobrevivirá a otro invierno”. Así se expresa el director. La estación propicia para la pesca de totoaba, que empieza este mes, podría poner fin para siempre a la existencia del cetáceo. “Solo con que dos hembras queden atrapadas en sus redes, estamos perdidos”, alerta.
Sin embargo, Ladkani se muestra “más optimista que pesimista” sobre el futuro de la vaquita. Científicos mexicanos avistaron recientemente a tres grupos de dos vaquitas cada uno, un hallazgo que ha dado esperanza a los conservacionistas, y el Gobierno está empezando a reforzar policial y militarmente la zona para combatir los cárteles. Según Ladkani, lo hace en parte movido por la presión de organismos internacionales como la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que advirtió en mayo a México de que, si no salva la vaquita, se le aplicarán sanciones comerciales.
No obstante, entidades ecologistas como Greenpeace alertaron que las hipotéticas sanciones se aplicarían en 2021, y que para entonces podía ser demasiado tarde. Lo cierto es que la situación se ha enquistado en San Felipe y ha derivado en un conflicto con conatos de violencia. El director de Sea of Shadows cuenta como el barco Sea Shepherd, que localiza las balsas de pesqueros furtivos y acude a retirar sus redes, precisa de escolta militar y se ha tenido que proteger con un escudo para repeler los ataques recibidos con cócteles molotov.
Mientras tanto, otro de los protagonistas del documental, el programa científico Vaquita CPR, ha continuado hasta hace poco realizando tareas de avistamiento del pequeño cetáceo, pero lejos del ambicioso objetivo con el que desembarcaron en el Golfo de la Alta California: salvar la especie extrayendo algunos de sus ejemplares del mar y manteniéndoles en semicautividad. Desde el principio asumieron que la tarea era tan arriesgada como desesperada, puesto que no se podía prever la respuesta de la vaquita fuera de su hábitat, y sus peores pronósticos se confirmaron en noviembre de 2017: el primer y único ejemplar que llegaron a capturar murió a las pocas horas de un ataque al corazón.
Ladkani se muestra convencido que la agitación que pueda causar su documental es la última oportunidad para la vaquita marina, y aprovecha para poner sobre la mesa las tres medidas urgentes que cree que se deberían tomar para que no desaparezca. Primero, descabezar las organizaciones criminales mexicanas. Segundo, un programa que permita la pesca sostenible fuera de la zona protegida. Y, sobre todo, desarticular las mafias chinas que llevan a cabo el contrabando de totoaba.
El pasado mes de enero cayó una red en China con 450 kilos de totoaba, una mercancía con un valor estimado de 26 millones de dólares. “Hasta que no demos con esta gente, de nada servirá perseguir a los cazadores. Lo mismo ocurre con los narcos: ¿acaso se preocupaban Pablo Escobar o El Chapo cuando detenían a los de abajo?”, concluye Crosta.