Confinado desde el 14 de marzo, con la academia que dirijo cerrada y un ERTE de 8 trabajadoras, el tiempo pasa entre muchas dudas, dudando mucho que volvamos a abrir antes del final del verano y siendo centro examinador de Trinity College con una situación en el Reino Unido aún más incierta que aquí y los exámenes cancelados sine die. Pues esto se lleva como se puede.
Aún viviendo solo, la compañía puede ser un apoyo o una devastación, y acostumbrado a pasar periodos largos sin salir, esto ya se hace largo. Pero no queda otra. Menos mal que ha sucedido con un gobierno con clara sensibilidad social, si no hubiera sido así… Muchas criticas infundadas, mucha mentira, demasiada gente santificando la ignorancia como filosofía de vida, demasiado ¡viva España! (todos sabemos que quieren decir arriba España) inopinado. Como si fuera fácil gestionar el caos para nadie. Para mí ciertamente no lo es en absoluto.
Todos los días son muy muy parecidos, lo paso, por un lado, trabajando, dando servicio a nuestro alumnado más mayor sin cargo alguno. Al fin y al cabo, habrá que intentar evitar el naufragio en el que esta pandemia nos ha sumido a todos. Por otra, haciendo algo de ejercicio diario y trabajando en temas pendientes de la asociación. Estamos renovando un corto documental con la información que hemos recogido en los últimos cuatro años sobre los hospitales de Tarancón y comarca en Guerra, que próximamente publicaremos también en un libro en castellano e inglés.
Esta pandemia le viene mal, como todo en los últimos demasiados años, a la Memoria Histórica. No solo hay que ver a nostálgicos del franquismo desmelenados por doquier sin fiscal que los investigue, sino que también es probable que se trunquen las líneas de acción que este gobierno estaba perfilando ante la necesidad de centrar el gasto en la supervivencia de la ciudadanía más vulnerable.
En nuestro caso concreto a nivel más general teníamos avanzadas conversaciones con una universidad británica para intentar acabar la identificación por ADN de la exhumación de las fosas de Uclés, anclada desde los humillantes cero euros de Rajoy. Dudo que la situación en o tras la pandemia permita avanzar. Por otra parte, a nivel local en Tarancón, donde esta asociación tiene su sede, llevamos años luchando por salvar el Hospital de Santa Emilia, vinculado a las brigadas internacionales, con la evidente oposición de su patronato compuesto por las principales fortunas locales, además de la sección local de Vox, y sin un apoyo municipal claro.
Parece que hasta hay que agradecer que no te pongan pegas. En este panorama todo se paraliza y el hospital en el que iba a empezar un taller de empleo, seguirá esperando con su recinto abierto a merced del clima y los vándalos. Suerte similar correrá el refugio antiaéreo de la estación de ferrocarril, a pesar de haber informado a las autoridades de Patrimonio hace ya demasiados meses.
Y esto será aplicable a tantas asociaciones y compañeros con distintos proyectos. Habrá que seguir luchando por recordar lo que quieren que olvidemos, que si quiera mencionemos. Consciente de la necesidad de seguir en la lucha, la ventana de mi cocina nos regala a menudo hermosos atardeceres taranconeros que empujan a seguir.
¡Salud! Y Cuídense mucho, conciudadanos y conciudadanas.
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