Cómo funciona el lenguaje corporal (y cuándo deja de funcionar)
Dígase con brazos cruzados y ceño fruncido: “Bienvenidos. Cómo me alegro de estar aquí, hablando para gente tan maja”.
No funciona, ¿verdad? Esa no es la mejor forma de empezar un vídeo, ni de hacer amigos. Pero como ya habréis notado, el problema no está en lo que he dicho, sino en cómo lo he dicho.
El lenguaje corporal comprende los gestos con las manos y los brazos, la posición y los movimientos del cuerpo, y las expresiones faciales y los movimientos de los ojos. Da pistas a los demás sobre lo que pensamos, a menudo sin que se den cuenta.
Albert Mehrabian, uno de los principales investigadores en este campo, descubrió que en los cuatro minutos iniciales de conocer a alguien por primera vez, nuestras expresiones faciales representan el 55% de la impresión que causamos. El 38% de esa impresión corresponde al nuestro tono de voz, y solo solo el 7% de cómo caemos a esa persona proviene de nuestras palabras.
Estas cifras, 7-38-55, se repiten una y otra vez en libros y seminarios de autoayuda. Sin embargo, hay que tener cuidado. El estudio habla de emociones, no si han entendido o no o lo que decimos. Aún así, las emociones cuentan. Dependiendo de cómo nos sintamos y de cómo se sienta la otra persona, podemos pensar que lo que dice es correcto o incorrecto, verdadero o falso.
De hecho podemos llegar a entender exactamente lo contrario de lo que dice. En la serie “Miénteme” un experto del FBI es capaz de adivinar los pensamientos de las personas analizando sus gestos. Lo siento por los fans de la serie, pero aunque este tipo de entrenamiento existe, no es muy exacto. En realidad somos muy malos analizando gestos.
En un estudio reciente, se contrató a actores profesionales para que expresaran emociones como alegría, dolor, ira o tristeza, mientras que los otros participantes tenían que adivinarlas. Había tantas variaciones que los participantes solo acertaban la mitad de las veces, lo mismo que si hubieran elegido al azar. Es decir, nos hace falta el contexto y las palabras para interpretar los gestos.
¿Por qué hablamos con el cuerpo? El lenguaje humano verbal complejo probablemente no existió hasta hace 100.000 años, y hasta entonces la comunicación se basaba en el lenguaje corporal. Si tu compañero de cacería tiene una lanza, es importante saber cuáles son sus intenciones. Esto hace que aún hoy, nosotros, los humanos modernos, hagamos juicios rápidos sobre las personas, a menudo en los primeros segundos de conocerlas.
Pero entonces, ¿qué ocurre con la comunicación digital, como el email o WhatsApp, cuando no tenemos las pistas que nos da el lenguaje corporal? Según los estudios, las personas solo identifican la ironía en un email la mitad del tiempo. Los malentendidos por email hacen perder cuatro horas de trabajo por semana.
El tono crispado, los insultos y la agresividad en Twitter y en otras redes sociales también son un reflejo de esta comunicación deficiente en la que nos falta algo tan humano como la mirada. Hay remedios: pensar bien lo que escribimos para evitar malentendidos, usar emojis, signos de exclamación, y una cosa llamado cortesía.
Pero sobre todo, siempre que sea posible, hablar cara a cara.
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