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“Los mayores casos de corrupción de este país están vinculados a Rajoy”

Ana Botella, cabeza de lista del PSOE por Valencia.

Adolf Beltran

Conoce los tres niveles de la Administración pública. Nacida en Valencia hace 57 años, Ana Botella fue directora del Instituto Valenciano de Turismo en época del conseller Andrés García Reche, estuvo en la oposición a Rita Barberá con el equipo de Carmen Alborch en el Ayuntamiento de Valencia y fue, en 2010 y 2011, delegada del Gobierno que presidía José Luis Rodríguez Zapatero. Tras su paso fugaz por la ejecutiva del PSPV-PSOE que lidera Ximo Puig, de la que dimitió por motivos personales, reaparece en primera fila al encabezar la lista socialista al Congreso de los Diputados por la circunscripción de Valencia en las elecciones del 20 de diciembre.

Su presencia como cabeza de lista por Valencia cierra un paréntesis que abrió al dejar la ejecutiva del PSPV-PSOE. ¿Qué ha pasado durante ese paréntesis y por qué vuelve a la actividad pública?

Ha sido una etapa de normalidad profesional, no de de desafección, ni desapego hacia los principios, ni de mi relación con el partido, pero sí de reducción de mi presencia en la vida política. En ese tiempo, precisamente viendo cómo evolucionan los acontecimientos políticos, una siente que se reactiva. La buena sintonía que tengo con el PSPV, con el equipo y con el propio Ximo Puig como secretario general, ha propiciado que, en este momento, pueda encajar en la estrategia que el partido se marcaba de cara a las generales. Se han dado las circunstancias para poder reintegrarme con mucha motivación y todos lo deseos de poder aportar.

Usted es la única mujer que encabeza una lista por Valencia entre las principales opciones...

En este caso, además, soy la única de las tres listas socialistas en la Comunidad Valenciana, pero a nivel nacional hay más mujeres que hombres en nuestras candidaturas y más mujeres encabezando las listas.

¿La presencia de las mujeres en la política ha avanzado en el PSOE más que en los nuevos partidos?

Muchos todavía critican las listas cremallera. Las mujeres socialistas han hecho una gran tarea de concienciación y es absolutamente necesario mantenerlas. De hecho, en el programa electoral planteamos que sea una medida de carácter general. Si no, nadie asume voluntariamente este tipo de mecanismos. Algunos partidos alternan en los cuatro primeros puestos y a continuación todo son hombres. Queda fuera de la realidad que las candidaturas no sean representativas.

Usted tiene experiencia en todos los niveles políticos...

Me falta en el ámbito europeo. En España, sí, en el nivel autonómico, en el local y en la Administración general del Estado.

¿Le da eso una perspectiva especial?

Creo que sí. Es una de las cosas que yo puedo aportar al proyecto. Tengo experiencia política y de gestión. A veces se tiene mucha experiencia de gestión y ninguna política o, al revés, hay gente que ha estado muchos años en la política pero, amigo mío, ¡ponlo luego a gestionar! Y la verdad es que el mundo de la gestión sorprende.Pasar de la gestión a la política es más natural que de la política a la gestión. A veces, los políticos que llegan a la gestión se convierten en un manual de todo lo que no se debe hacer, debido a ciertos apriorismos con los que se llega, de la desconfianza con los funcionarios y los equipos técnicos, de las ganas de hacer cosas sin conocer los procedimientos... En la Administración, todo es posible legalmente, pero requiere conocer los mecanismos.

¿Haber estado tanto en el gobierno como en la oposición da también perspectiva?

Da muchas lecciones de humildad, algo que es importante cuando tienes que ejercer responsabilidades. Enseña tanto estar en el gobierno como en la oposición, en sus justos términos, porque estar en la oposición puede llevar a la melancolía, y desgastarte mucho. En todo caso, es importante pasar por todo tipo de experiencias para vivir en carne propia lo que se teoriza.

En su faceta de oposición, se distinguió por denunciar ciertos escándalos en la gestión de Rita Barberá. Parece que el tema de la corrupción emerge después, pero ya había gente como usted, denunciando algunos casos...

Desgraciadamente, pude ver de cerca loo que la falta de transparencia y de una normalidad democrática, incluso de aplicación de la ley, puede llegar a producir. Aquello no está tan lejano. Comprobábamos entonces cómo ciertas cosas que había que cumplir en la Administración local no se cumplían. Me lleva a la reflexión de que no todo es cuestión de ley. Hay que ir a los valores, de la honradez, de la decencia, de la exigencia del ciudadano hacia los políticos. En el Ayuntamiento de Valencia existían todas las normas y, sin embargo, el dinero pasaba con una facilidad enorme de ser gestionado por el propio Ayuntamiento a un universo de organismos públicos-privados, donde desparecía de la vista. Puede que fuera incluso legal, pero el nivel de tolerancia que ha tenido la sociedad hacia esos comportamientos te llama la atención. Todos hemos de reflexionar, todos somos parte del sistema de la transparencia, no solo los políticos y los funcionarios. Los ciudadanos con nuestra exigencia y nuestra intolerancia hacia ese tipo de comportamientos, tenemos la parte más importante.

¿El de la corrupción es el fenómeno que explica la sensación de nueva etapa que impregna estas elecciones generales?

Una de las complejidades de estas elecciones es que tenemos la responsabilidad, que en el partido socialista asumimos, de hacer ver a los ciudadanos que no todos los partidos políticos que concurren están regenerados. El PP, con su presidente Mariano Rajoy a la cabeza, no representa ninguna honorabilidad. Están todavía saliendo nuevos casos de corrupción. Él era presidente del partido desde 2004, secretario general desde 2003, y los mayores casos de corrupción de este país están vinculados a él. No se han depurado las responsabilidades. Hay sombras de duda. No ha quedado claro si Rajoy recibió sobres, si la vicepresidenta recibió sobres o no. Hay que aplicar la exigencia todavía a ese partido.

La próxima legislatura se perfila movida. ¿Habrá una reforma constitucional?

El PP ha ido a rebufo, ante el clamor en ese sentido, de la necesidad de una cierta normalización. Después de 37 años de vida de la Constitución, hay que poder actualizarla, incluir factores como los derechos sociales, que deben ser también consagrados por la Carata Magna. Se ha visto claramente la necesidad cuando la aplicación de derechos de los ciudadanos se ha saltado a la torera so pretexto de la crisis, se han gestionado de manera muy diferente en unas partes y otras del territorio y se ha hecho evidente que deben estar consignados y defendidos en la Constitución.

La próxima será también la legislatura del cambio de modelo de financiación autonómica. En tanto que valenciana, supongo que será uno de sus principales temas de interés.

Este tema y el de la reforma constitucional son esenciales y van íntimamente ligados. La reforma constitucional es un instrumento necesario para armonizar los derechos y la administración de los recursos de forma eficiente. Nosotros tenemos una propuesta de Estado federal, en el que quede consagrado cuáles son las obligaciones y los derechos, y cómo se gestionan y financian. La Comunidad Valenciana es la que tiene más legitimidad, y Ximo Puig ha hecho de ello una causa, para poder solventar el problema de la financiación y no estar a tenor de que el ministro de turno decida regatear los recursos que pertenecen a nuestra comunidad o a cualquier otra. Los servicios básicos, como sanidad o educación, que gestionan las comunidades autónomas, no pueden depender de que el Gobierno decida o no transferir recursos. Sin ser los únicos temas de los que debemos preocuparnos, son dos aspectos fundamentales.

¿Cree que la campaña y los resultados de las elecciones pueden causar problemas en el gobierno de la Generalitat, entre los socios de gobierno y con el socio parlamentario?

No lo creo. No es que yo siempre tienda a ser optimista. Aquí se han dado dos momentos diferenciados. Estamos en un momento de cambio en España que hace que se hable incluso de una segunda Transición. Quiere decir que el momento da lugar a juegos y acuerdos de gobierno que hace unos años parecían impensables. Para dar respuesta a un programa de progresos en esta comunidad autónoma dos partidos se han podido poner de acuerdo con el apoyo de un tercero que facilitó la investidura. Eso responde a una realidad. Tras 20 años de gestión desastrosa del PP, que ha dejado nuestras arcas esquilmadas, era necesario un esfuerzo para ponerse de acuerdo. Creo que ese es un escenario estable. Ahora vamos a otro tipo de desafío, el de cuál es el papel de España, cuál el modelo de Estado. Estamos en el siglo XXI. Tenemos que rearmarnos y reposicionarnos, llegando a acuerdos de Estado. Aunque hubiera mayorías absolutas deberían darse acuerdos y consensos.

¿Pueden darse pactos estatales distintos a los de ámbito autonómico?

Sí, puede que se dé una geometría variable sin que eso produzca mayores tensiones. Decía que soy optimista porque creo que podemos tener un juego político en un nivel próximo, como se ha visto en los ayuntamientos y en las comunidades autónomas y uno igual o diferente a escala nacional sin que eso interfiera. Los objetivos a gestionar están diferenciados. Unos son los grandes temas de Estado y de país y otros los servicios que hay que prestar a los ciudadanos desde otro ámbito de la Administración.

Se ha dicho que la nueva situación política valenciana ha devuelto el poder al Parlamento. ¿Puede ocurrir eso a nivel estatal y que en el Congreso recupere el protagonismo político?

Lo tienen que decir los ciudadanos, pero es algo que puede ser positivo. Para neutralizar aquel grito del 11-M de que “no nos representan”, una forma es poder contar con el lugar donde se representan todas las voluntades. Ese modelo de gobierno a golpe de decreto que el PP ha propugnado me parece indecente. Desde luego, no responde al juego democrático. Dar un mayor juego al Congreso me parece positivo.

¿La intención de la coalición Compromís-Podemos de crear un grupo valenciano en el Congreso, plantea un reto a los socialistas valencianos?

Con todo el respeto, me parece un mensaje de cara a la galería. Esa no es la cuestión sino el objetivo que se pretende: que los intereses valencianos se defiendan y tengan respuesta. Eso lo puede conseguir un grupo pequeño o mediano, o del tamaño que sea, llamado valenciano o un grupo parlamentario potente como ha sido el Grupo Socialista. Hay que recordar que dos de los recursos de inconstitucionalidad que se han presentado lo ha hecho el Grupo Socialista, contra la fuerte indemnización pagada a favor de la empresa de Castor y contra los recortes sociales, que Ximo Puig lideró y que valencianizó a los más de 100 diputados socialistas. El del grupo propio es un mensaje con un poco de trampa. Resulta muy goloso, porque a todos nos gusta ser valencianos, pero subrepticiamente introduce algo que sí que me preocupa: la idea de que hay valencianos y más valencianos.

¿De qué área aspira usted a hacerse cargo en el Grupo socialista del Congreso?

Ahora tengo un área de salida, pero no sé cuál será en el Congreso. Ximo Puig ha pensado que encajaba bien en el área dedicada al modelo productivo, la innovación y el empleo. Ese sería mi campo.

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