Mientras Ximo Puig (PSPV) y Mónica Oltra (Compromís) andan a la greña por ocupar la presidencia de la Generalitat, las cuentas de la administración autonómica siguen descontroladas y revelan el verdadero problema valenciano: La Generalitat, está, de hecho, quebrada.
Según las cifras del Ministerio de Hacienda, la Generalitat tuvo un déficit a 31 de marzo del 0,15% del Producto Interior Bruto, 150 millones de euros. Es decir, un 440% más que en el primer trimestre del año pasado, cuando el desfase fue de 34 millones. La Generalitat, pese a los fortísimos recortes del gobierno del PP, sigue ahondando en la situación de bancarrota.
Según Datos Macro, cerró 2014 con 37.000 millones de deuda, el 37% de la riqueza. Ninguna autonomía debe más dinero en relación a su PIB y sólo una debe más en términos “per cápita”. Es decir, cada valenciano tendría la obligación de pagar 7.600 euros para liquidar la deuda de su administración regional.
Además de la corrupción y el despilfarro que se atribuye, al menos por parte de la oposición, a 20 años de gobiernos del PP, todos los partidos culpan de la inviabilidad de la Generalitat a la financiación que la Comunitat Valenciana recibe del gobierno. Es la única región con una renta pér capita inferior a la media española que aporta más de lo que recibe al estado.
Algunos expertos califican esta situación de expolio. Otros, simplemente, recuerdan que, sin cambios en ese modelo, la Generalitat es inviable.