La expulsión de Tomás Gómez pone en alerta a la dirección del PSPV
La dirección de los socialistas valencianos se ha quedado en estado de shock tras conocer la decisión de Pedro Sánchez de librarse de Tomás Gómez. La sospecha de corrupción que rodea a Gómez ha acabado con la carrera del político madrileño pero en Ferraz se han esforzado en desarrollar el argumentario de que todo era por las encuestas. El líder de los socialistas valencianos, Ximo Puig ha declarado sentir “desazón” por la patada a Tomás Gómez. Tiene motivos de sobra: sus encuestas son devastadoras y, en cuanto a sospechas de corrupción, aún tiene la casa sin barrer.
Las relaciones entre Ferraz y Blanquerías (sede del PSPV) no atraviesan sus mejores momentos y se ha llegado a especular con la posibilidad, desmentida por Ferraz, de que tras la disolución de la federación madrileña el siguiente turno sea para Valencia. Aunque esa sangre no llegue al río, todos en el PSOE dan por hecha la distancia entre Ximo Puig y Pedro Sánchez. Ese alejamiento tiene una dificultad añadida: Ximo Puig es el secretario de regeneración democrática de la Ejecutiva socialista.
En noviembre del pasado año Sánchez anuló por sorpresa su presencia en un acto electoral en Alicante para apoyar a Gabriel Echevarri como candidato a la alcaldía. Echevarri, además de hombre de confianza de Puig, es el delfín político de Ángel Franco, histórico socialista valenciano al que un informe policial señala como la persona que ofrecía su agenda de contactos para que el empresario Enrique Ortiz hiciese negocios. Pedro Sánchez se libró de aquel acto del mismo modo que meses después Susana Díaz se libraría de coincidir con él: gracias a una oportuna gripe.
En Valencia se preguntan ahora qué hará Pedro Sánchez con personas como Agustín Navarro, candidato a la alcaldía de Benidorm e imputado por malversación, prevaricación y tráfico de influencias. A pocos meses de las elecciones, tras la caída de Tomás Gómez en Madrid, el pánico se ha trasladado a Valencia.
Otro peso sobre el currículum de Ximo Puig es su actitud ante la corrupción en los casos en los que el PSOE era acusación. Tras su llegada a la dirección del PSPV, Puig levantó el pie del acelerador en la pelea judicial contra los corruptos. El PSOE valenciano dijo a su abogado en Gürtel que ya no contaban con dinero para seguir costeando su minuta. Como consecuencia de esa actitud, este viernes se conocía el escrito de acusación contra el gobierno de Camps que deja en evidencia a los del PSOE. Mientras el fiscal pedía 8 años de cárcel para los consejeros de Camps, la acusación socialista solo reclamaba 4.
No es el único error judicial de los socialistas valencianos. En el caso Nóos, el PSOE se olvidó de pedir la imputación de Camps y Rita Barberá. Tan sonado fue el olvido que se ganaron la recriminación del juez Castro que les recordó que si ellos no imputaban, él tampoco podía hacerlo. Conclusión: buenas noticias para Camps y Barberá.
En el Caso Cooperación (presunto robo de dinero destinado a niños violados en África) el PSOE valenciano no compareció en los interrogatorios a Rafael Blasco y finalmente fue expulsado de la causa por inacción. Blasco está casado con la hermana de Cipriá Ciscar, histórico socialista valenciano.
Está por ver si los socialistas también tiran a la basura sus posibilidades de aclarar jurídicamente quién se llevó el dinero público que se derrochó para organizar los grandes premios de Fórmula 1.
Farolillo rojo
Además de las distancias antes señaladas, la dirección del PSOE valenciano teme que Tomás Gómez les deje por herencia el “farolillo rojo” de las expectativas electorales. Las encuestas que Ferraz y Blanquerías manejan sobre los intereses del PSOE en Valencia señalan que pese a una derrota del PP, el PSOE tendrá muy difícil contar con opciones de gobierno.
Por todo lo anterior, Ximo Puig confesaba esta semana su “desazón” y pedía “diálogo” para superar la crisis en la que Sánchez se ha enfrentado contra Gómez, tradicional aliado de Susana Díaz al igual que el valenciano. No está cerrado si Sánchez intentará barrer la parte valenciana de su casa o, por el contrario, la limpieza en Madrid le ha dejado sin fuerzas para más.