La España polifónica: Ximo Puig apadrina un debate sobre federalismo para la “reconexión emocional” del Estado
España se rompe por muchas vías y reparar las fracturas es una cuestión compleja. Se rompe por los territorios, por las brechas de clase, de renta, por las desigualdades en el acceso a los servicios públicos, por la polarización política. España se ha instalado en la “bipolaridad” permanente, una bipolaridad que se solapa con otra de forma constante. En cada polo se cava una trinchera y en cada trinchera un búnker.
Desde que arrancara la pandemia, las comunidades autónomas, que son Estado, han querido terminar con la voz única que se proyectaba desde el centro de la nación y relegaba el resto al provincianismo, a la periferia. La España polifónica se fue mostrando en la conferencia de presidentes y en las conferencias interterritoriales para abordar los retos comunes. Superada la peor parte de la emergencia sanitaria, las voces plurales quieren consolidarse y sumar un coro, componer una melodía, no convertirse en sonidos aislados ni en una sucesión de solistas.
“España polifónica” es el concepto que el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, lanzó en el debate de política general como una fórmula para dibujar un Estado alternativo. Y es también el nombre de un seminario organizado por la Cátedra Prospect Comunitat Valenciana 2030, impulsada por el catedrático de Geografía Humana Juan Romero, uno de los miembros del comité de expertos que asesora a Puig. El dirigente autonómico, que ha iniciado varios movimientos con otras autonomías para cuestiones trascendentales como la propuesta de un nuevo modelo de financiación autonómica, ha apadrinado este martes un seminario que insiste en esta idea de España federal, un modelo que el barón socialista explotará en el 40 Congreso del PSOE y en el de los socialistas valencianos.
Puig, que trabaja en esa articulación del Estado federal, plantea descentralizar instituciones, mejorar las conexiones, superar el modelo radial, armonizar la fiscalidad sin acabar con las singularidades. El dirigente socialista reclama una “reconexión emocional” entre españoles a todos los niveles en los que se ha fracturado, frente a los discursos nostálgicos que agita la derecha y ha asumido una parte de la izquierda, en una suerte de idealización de un pasado ante la pérdida de expectativas de mejora en el futuro. “Hemos de convertir España en un sistema inteligente conectado en red por criterios económicos y sociales. Que nos cohesionen y nos den prosperidad a todos”, ha señalado Puig, insistiendo en líneas como las planteadas en el Cercle d'Economia de Barcelona y otros foros en los que ha participado recientemente.
En este sentido ha expuesto los cuatro ejes de la ‘vía valenciana’ para abordar las reformas necesarias ante el “independentismo y el nacionalismo uniformizador”; el efecto capitalidad; la infrafinanciación y el “dumping” fiscal; así como la invisibilidad y la despoblación de algunos territorios.
El seminario ha contado con la participación en varias mesas de debate de los periodistas Jordi Amat y Enric Juliana, la profesora de derecho constitucional Blanca Rodríguez, la economista Rocío Martínez y Xosé M. Núñez Seixas, profesor de Historia en la Universidad de Santiago de Compostela.
Salvo Martínez, los ponentes se han mostrado pesimistas en las soluciones para superar la España bipolar, con Madrid y Barcelona como centros del poder político, económico y mediático, proyectando la imagen monolítica de España y acaparando la agenda. Recuerdan las dificultades para abordar una reforma constitucional que convierta el Senado en una cámara territorial o en conseguir unidad para redefinir las estructuras del Estado.
Con todo, entre las propuestas de los expertos para avanzar en la polifonía y el cambio cultural se plantea una reforma del Senado, la oficialización de las conferencias de presidentes, la mejora de las conexiones en infraestructuras, desarrollar programas de intercambio de estudiantes o viajes entre las distintas partes del Estado o mejorar la financiación autonómica como garantía de los derechos y servicios públicos básicos.
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