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“Esto de Valencia no es una enfermedad, sino una pandemia”

Joaquín Leguina, durante la entrevista con Makma. Foto: Biel Aliño

Salva Torres

A Joaquín Leguina, un molesto Zapatero, le llegó a decir: “Leguina escribe muy buenas novelas…pero, la verdad, últimamente en política no atina demasiado”. ¿Y quién lo hace? A tenor de lo ocurrido en los últimos años, diríase que la sentencia de Zapatero bien pudiera ser el reflejo, no de Leguina, sino de los sucesivos gobiernos que han creado la burbuja económica, la han explotado y siguen, erre que erre, traspasándose las culpas. Para dar cuenta de tamaño agujero político, Joaquín Leguina ha escrito Historia de un despropósito, cuyo subtítulo ofrece elocuentes pistas de por dónde van los tiros: Zapatero, el gran organizador de derrotas.

Entre bocado y bocado de una tostada de pan con tomate y sorbos de caña, Leguina va tejiendo con sus palabras el descosido producido por las políticas de Zapatero. Bueno, más que políticas…“A Zapatero le gustaba levantarse por la mañana y tener una ocurrencia, para salir luego en los periódicos”. Porque, como dice el que fuera durante doce años presidente de la Comunidad de Madrid, la “trivialidad ideológica” de Zapatero consiste precisamente en eso, en la “falta de sustancia, de basamento”. Para que semejante insustancialidad haya calado dentro del PSOE, ha sido necesario pasar “de la confrontación de ideas, al comentario”.

“Es necesaria una limpieza democrática”

“En los orígenes del partido se discutía y no pasaba nada, pero ahora sólo hay comentarios elogiosos hacia los mandos”. En Historia de un despropósito va incluso más lejos: “La prensa ha ayudado mucho”, confundiendo “interesadamente la confrontación de ideas con la división interna”. De ahí la “obsesión por la imagen” de Zapatero, que redujo el debate al lema: “Vale más un gramo de imagen que un kilo de acciones”. Concepción que muestra, en opinión de Leguina, el “camino hacia ninguna parte” de la sociedad reflejo de esa política descafeinada.

Leguina, que arrastra las frases empujadas por un deje socarrón, se enerva cuando piensa en la solución a tamaño despropósito. “Es necesario hacer una limpieza democrática, que pierda el PP, y me da igual quién gane, porque esto está lleno de mierda”. Y como está al tanto de lo que sucede en Valencia, no duda en hacer extensible ese tufo maloliente. “Esto de Valencia no es una enfermedad, sino una pandemia, porque lo de aquí ocurre en muchos otros sitios”. Recuerda, sin ir más lejos, que él estuvo en la inauguración del IVAM hace 25 años (“aquél era un proyecto hermoso”), pero desde que “esta señora [Consuelo Císcar] se casó con quien se casó, se ha ido llenando de mierda”. Y apela, de nuevo, a la limpieza democrática.

“Estamos en un capitalismo sin capitalistas”

Limpieza para sanear la economía. “Estamos en un capitalismo sin capitalistas”, porque quienes manejan la Bolsa “son tiburones”, cuya fuerza consiste en “poder largarse en cualquier momento”. En su blog, Leguina pone el caso de César Alierta, presidente de Telefónica con un sueldo anual de 14 millones, que se llevará otros 6,2 en acciones por sus desvelos a favor de la empresa. Es decir, lo que ganará un funcionario de grado alto en 400 años de trabajo. ¿Cómo se corrige esto? “Con medidas políticas que nadie termina de tomar”. Un despropósito más. Suma y sigue.

De Elena Salgado, única ministra que estuvo durante todos los años de gobierno Zapatero, dice, a rebufo de lo apuntado, que “trató bien a los de arriba y mal a los de abajo”. En el contexto valenciano, cita a Ciprià Císcar, hermano de la directora del IVAM, “uno de los tíos más cultos que conozco, aunque no le sirva de nada”, para dejar constancia del cúmulo de despropósitos que va desgranando en las 280 páginas del libro. Entre ellos ( y van…), el reparto del pastel de las televisiones privadas. Eso sí, Leguina subraya el acierto de Zapatero a la hora de despolitizar Televisión Española. “Pero, ¿por qué no despolitizó todas las televisiones, incluidas las autonómicas? Pues porque no se atrevió con los nacionalistas”.

“Tú dices ley de mecenazgo en Hacienda y te sacan el revólver”

Y aquí Leguina coge aire. “¡Qué necesidad tenía Zapatero de meterse en el juego perligrosísimo que le propuso Maragall! Además, ¿qué quiere decir una España plural? Porque si es plural, entonces Cataluña también debe ser plural. Zapatero abrió un melón que llevó a la frustración y a una reforma estatutaria que, como en el camarote de los Hermanos Marx, termina siempre con la frase ‘y además dos huevos duros’. Eso fue un desastre, que llevó a la ruina al PSC [Partido Socialista de Catalunya] y a despertar los instintos de los separatistas”.

Y la cultura, ¡ay, la cultura! “La concepción de [Cristóbal] Montoro y sus muchachos es que la cultura es entretenimiento y si lo es, pues toma 21%”. Y si al dinero público no se le espera, tampoco caben muchas esperanzas con la entrada de ingresos por la vía privada. “Tú dices Ley de Mecenazgo en Hacienda y te sacan el revólver”. Total, que el despropósito continúa, a falta de esa limpieza democrática que el autor de Tu nombre envenena mis sueños estima de rigurosa necesidad. Porque “apretarse el cinturón puede ser bueno, pero es incompatible con –a la vez- bajarse los pantalones”. Y de eso nada. Palabra de Joaquín Leguina.

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