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Los informes de la Politécnica de València dudan de la utilidad de los arrecifes artificiales para frenar la erosión de las playas del sur

La alcaldesa de València, María José Catalá, y la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé - Rober Solsona - Europa Press - Archivo

Carlos Navarro Castelló

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¿Son los arrecifes artificiales una herramienta útil para luchar contra erosión de las playas provocada por el cambio climático y por la falta de aportes sedimentarios, en el caso del sur de València, frenados por el efecto sombra del Puerto? Pese a no existir a día de hoy una respuesta clara a esta pregunta, el equipo de Gobierno del Ayuntamiento de València, defensor a ultranza de la ampliación portuaria, tiene previsto reunirse en los próximos días con la Demarcación de Costas para presentarles un plan para distribuir varias de estas estructuras por las playas del Parque Natural de la Albufera.

El pasado mes de agosto, la propia alcaldesa de la ciudad, María José Catalá, aseguró que trabaja en una prueba piloto para implantar arrecifes artificiales con el objetivo de evitar la regresión de las playas del sur. “Se trata de una iniciativa altamente demandada por los vecinos de El Saler y queremos trabajarla junto a ellos e investigadores de la Universitat Politécnica de València, que ya han realizado los primeros estudios”, dijo.

La propuesta vino a colación de la situación administrativa de los tres arrecifes artificiales que en 2014 se depositaron en la playa de la Malvar-rosa y que, según denunció la concejala de Deportes, Rocío Gil, tiene el permiso de Costas caducado desde 2018. Está formado por tres módulos de hormigón no invasivo de 18 a 20 toneladas cada uno en un frente de 90 metros de largo a una media de profundidad de tres metros y una distancia de la costa de 180 metros.

Este proyecto fue impulsado por la Fundación Deportiva Municipal y desarrollado por el Instituto de Ciencia y Tecnología del Hormigón (ICITECH) de la Universitat Politècnica de València con la colaboración de la Federación de Actividades Subacuáticas. En su momento, fue el primer arrecife artificial de España para fines medioambientales y turísticos.

Precisamente, los estudios realizados sobre los resultados de este arrecife constatan sus beneficios para el fomento de la recuperación de la biodiversidad, pero no garantizan su efectividad para frenar el efecto erosivo del oleaje. En este punto, el informe firmado en el año 2016 por el catedrático de Puertos y Costas de la Politécnica, José Sierra, concluye que “se insinúa cierto abrigo frente al módulo denominado Ánforas, pero es un efecto que no ha vuelto a detectarse”.

Al respecto, Sierra ha explicado a elDiario.es que “en el aspecto de la protección de la playa hace falta un mayor seguimiento para ver la efectividad, con tres estructuras no es suficiente”. En este sentido, ha comentado que en el caso de las playas del sur habría que poner más arrecifes, en función de la extensión de la línea de costa que se quiera proteger con un coste que podría rondar los 1,5 millones de euros.

Consultada también la catedrática de Geografía Física, Eulalia Sanjaume, ha coincidido en manifestar que la efectividad de los arrecifes para frenar la intensidad de las olas y por lo tanto su capacidad erosiva al llegar a la orilla no está lo suficientemente testada, pero sí que puede ayudar como complemento a la aportación de arena llevada a cabo: “Depende de cómo se haga, si están excesivamente sumergidas no servirá de nada, y muy cerca de la orilla no pueden estar porque afectaría a los bañistas. Entonces dependería de su disposición, se debería de hacer como una batería de escalones dentro del agua para que las olas fueran perdiendo energía. Si consiguiéramos que rompieran a 15 metros de la orilla ya tendríamos algo ganado. En cualquier caso es algo que hay que probar porque nunca se ha utilizado con ese fin”.

Consultadas fuentes del Ministerio de Transición Ecológica (MITECO) respecto a la viabilidad de la instalación de arrecifes artificiales en las playas del sur de València han comentado que trabajan y actúan “en la costa española en general y, en la valenciana en particular, según proyectos concretos en el marco de una cuidada programación”.

El MITECO, “una vez sometida en 2016 a evaluación ambiental estratégica, aprobó en 2017 la Estrategia para la adaptación de la costa a los efectos del cambio climático, de la que se derivó la voluntad de elaborar un Plan Nacional”, han asegurado. A su vez, “la provincia de València cuenta con dos estrategias regionales, una al norte compartida con la provincia de Castellón entre el puerto de Castellón y el de Sagunto; y otra al sur compartida con la provincia de Alicante, desde el sur del puerto de Valencia hasta el puerto de Denia”.

Al mismo tiempo, han recordado que en el caso de las playas de El Saler, se optó por un aporte de 3 millones de metros cúbicos de arena y un par de espigones de apoyo en la Gola de Pujol, al objeto de conseguir un ancho de playa de entre 40 y 70 metros. Los espigones se han diseñado precisamente de 170 metros de longitud hasta la profundidad de 1,5 metros para que permitan el paso hacia el sur del 40% de la arena. Con este aporte de arena “no se trata solo de resolver el problema erosivo de las playas citadas, sino de no incrementar la erosión al sur”.

Además, respecto a los arrecifes, han añadido: “De entre las alternativas técnicas posibles de actuación en la costa, el uso de estructuras sumergidas exentas no se encuentra tan avanzado como el de otras técnicas más consolidadas. Por ello, todo lo que sea su estudio, es bienvenido. En este sentido, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades acaba de convenir con uno de los centros de investigación más importantes del mundo en materia de protección costera, el Instituto de Hidráulica Ambiental de la Universidad de Cantabria, el proyecto SALIENTS”, cuyo principal objetivo es “desarrollar un modelo capaz de predecir la evolución, a largo plazo, de la línea de costa protegida por estructuras exentas sumergidas, como parte de una estrategia de adaptación al cambio climático”.

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