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Cinco pasos para cultivar tus propios tomates en una maceta

Tomates de huerta urbana

Eva San Martín

22 de marzo de 2022 22:35 h

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Con algo de amor, y un tanto de sol, los tomates pueden crecer felices en nuestra terraza, por muy pequeña y muy urbanita que sea. Y ahora es el momento de ponerse manos a la tierra. El intento merece la pena: con un poco de suerte, y un par de plantas de tomate por maceta, comeremos tomates caseros, con todo su jugo y sabor a diario de agosto a mitad de octubre. Y a años luz de lo que encontramos en el súper.

Paso 1. Revisa el sol de tu terraza: el tomate necesita seis horas diarias

Puesto que muchas terrazas urbanas están en sombra, o les quita el sol los edificios colindantes, el primer paso consiste en asegurarnos de que la planta de tomate tendrá el sol que necesita. Esto es: al menos, seis horas diarias. 

Es cierto, podemos recoger una cantidad decente de tomates cherry o de otra variedad pequeña de una maceta que solo reciba cinco o seis horas de sol pero menos horas reduce mucho nuestras posibilidades de éxito. Y complica nuestro deseo de ver cómo esos frutos verdes maduran, y se transforman en deliciosos y jugosos tomates de color rojo.

Paso 2. ¿Qué tipo de tomate pongo en la terraza?: cherry o trepador

Existen dos grandes tipos de plantas de tomateras: las rechonchas (o tipo arbusto, más pequeñas) y la planta de tomate trepadora. La planta de tomate de mata baja suele dar frutos más pequeños, como el tomate de tipo cherry.

Y vivirá más que feliz en una maceta decente, de unos diez litros. Incluso crece bien en las llamadas “bolsas de cultivo” o “bolsas para plantas”, que podemos doblar cuando termine el verano y guardar sin ocupar prácticamente nada de espacio. 

Las plantas pequeñas de tomate también crecen felices en macetas colgantes, algo que permite maximizar el espacio. Y sus tallos no suelen necesitan sujeción. Todo ello, las convierte en buenas candidatas para la terraza. En su contra: dan tomates durante menos tiempo.

El segundo gran tipo de planta de tomate es el trepador, habitante del espacio vertical, que crece hasta los cerca de 1,8 metros de altura y al que sí hay que quitar los brotes laterales, con pellizcos de dedo, para dejar un único tallo. Y necesitan, por tanto, algo de soporte para que no se tronche el tallo, sobre todo, cuando empiece a cargarse de tomates.

La solución más clásica para ellos consiste en utilizar una caña o vara de madera como tutor y anudar unas cuerdas para que lo sostengan. Pero yo prefiero otro método, que resulta más sencillo, siempre que tengamos un soporte encima de las plantas, como el techo de balcón o una viga: colgar una cuerda de una anilla o argolla por encima; y enterrar el otro extremo en la maceta. De este modo, podemos enrollar el tallo de la tomatera a la cuerda según crezca y lo necesite. 

Paso 3: tomates en la terraza: macetas biodegradables o huevera

Ahora es un buen momento de coger unas semillas de tomate, aunque podemos retrasarlo hasta finales de marzo, e incluso abril; en función de dónde vivamos y de dónde vayan a crecer. En este vídeo os enseño cómo semillo mis tomates desde cero:

Podemos hacerlo aún más sencillo si usamos unos semilleros o macetas pequeñas, de unos seis centímetros de diámetro y biodegradables lo que, en la práctica, significa que se desharán con el agua una vez que las metamos en la maceta definitiva de la terraza.

Esto facilita mucho la tarea y simplifica los pasos. Y hasta podemos usar unas hueveras de cartón: ¡cuando tengamos las pequeñas plantas de tomates, las metemos tal cual en la maceta!

Paso 4. Coloca dos semillas de tomate en cada maceta

Por lo demás, solo tenemos que colocar dos semillas en cada macetita: al final, nos quedaremos solo con una por maceta. Pero utilizar dos nos permite maximizar las posibilidades de éxito. Si brotan las dos semillas, basta con pellizcar la más débil con los dedos. 

Las macetitas pequeñas o semilleros van rellenos de tierra para semillero, aunque un buen sustrato ecológico universal de humus de lombriz debería valer también. Lo humedecemos bien: con tres buenas pasadas de regadera, colocamos las dos semillas y tapamos solo un poco con más tierra. 

Paso 5. Riega, y tapa con un plástico

Démosles a los tomates un buen remojón, con cuidado de que drene bien toda el agua: a nadie le gusta vivir con los pies encharcados, ¡a los tomates tampoco! Ahora conviene cubrir las semillas y las macetitas con un plástico, o film de cocina, durante unos diez días: de este modo tendremos un pequeño invernadero casero; que mantendrá calientes a las semillas de tomate. ¡Justo lo que les gusta!

Al cabo de diez días, podemos quitar el plástico y solo nos queda acordarnos de mantener la tierra húmeda, y dejar nuestras semillas en un lugar caliente, por ejemplo, dentro de casa, donde la temperatura no baje de 18ºC. Nuestras pequeñas plantitas de tomate, ya deberían haber salido.

Una o dos semanas después, podemos pasarlas a sus macetas definitivas. Y hay que colocarlas al sol, para que reciban la mayor cantidad posible; al principio, vale una ventana soleada dentro de casa y cuando estén preparadas, y no haya riesgo de heladas, podemos sacarlas al balcón. 

Con suerte, en julio empezaremos a disfrutar de nuestros tomates. Y nuestra única preocupación entonces será que termine la temporada y tener que esperar otros ocho meses hasta que llegue el momento de volver a comenzar. 

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