'El silencio de otros', la voz de las víctimas del franquismo para romper el pacto del olvido
A Almudena Carracedo (Madrid, 1972) le impresionaron mucho las noticias sobre la trama de bebés robados cuando el escándalo comenzó a aparecer en los medios de comunicación allá por el año 2010. Junto con su pareja, Robert Bahar, la cineasta vivía entonces en Estados Unidos y acababa de tener una hija. “Un par de años después”, relata la codirectora de El silencio de otros, “nos trasladamos a España en un momento que coincidió con la llamada querella argentina y con el auge de asociaciones que incriminaban a altos cargos del franquismo en torturas, en desapariciones o en robo de recién nacidos. Pensamos que era una oportunidad preciosa para narrar esas historias en profundidad”, cuenta en conversación con eldiario.es.
Los cineastas lo abordaron “desde una mirada del presente, desde la perspectiva de las víctimas que luchan hoy porque se haga justicia y se conozca la verdad”. En esa línea, el documental, que fue estrenado en Valladolid en la reciente Seminci, busca el lado humano de las historias más allá de ideologías. No se trata, por tanto, de un documental sobre la guerra civil, sino sobre la pervivencia del sufrimiento en las víctimas o en sus descendientes. “Aquellas heridas no se han cerrado”, afirma Carracedo, “y el sufrimiento sigue”.
A pesar de la magnitud del drama que representan las fosas comunes y las alrededor de 100.000 personas que continúan desaparecidas y por identificar, el cine español no se ha ocupado apenas del tema ni en largometrajes de ficción ni en documentales. Por eso los responsables de El silencio de otros, que recibieron el espaldarazo de Pedro Almodóvar y de su productora El Deseo, aspiran a convertir el filme en una herramienta que abra un debate social sobre las víctimas de la dictadura.
Tras la Seminci la película podrá verse en los festivales de Sevilla y Segovia, entre otros, y a mediados de noviembre se estrenará en salas comerciales de 20 ciudades, un hecho bastante insólito para un documental.
A través de un enfoque en el que se plantean preguntas que interpelan al espectador, El silencio de otros pretende romper ese llamado pacto del olvido, al que aluden sus protagonistas, que se forjó en la Transición tras el fracaso de una auténtica ruptura democrática con la dictadura.
“Nunca escuché en estos años”, recuerda la codirectora, “que nadie pronunciara la palabra venganza. La gente pelea sencillamente por la justicia y la verdad y por enterrar dignamente a sus muertos”.
Tras muchos pleitos, investigaciones y trámites judiciales, la llamada querella argentina, que presentaron asociaciones de afectados en Buenos Aires en 2010 y que ha llegado a reunir a más de 300 querellantes, sigue viva y abierta. Así, la jueza encargada, María Servini, mantiene que los crímenes de lesa humanidad no prescriben. Un criterio diferente sostiene, por el contrario, la Audiencia Nacional en España que considera que estos presuntos delitos han prescrito.
Tal como se pudo apreciar en la Seminci las asociaciones de víctimas del franquismo no han arrojado la toalla y han logrado algunos pequeños triunfos como la exhumación de los restos del padre de Ascensión Mendieta en una fosa común del cementerio de Guadalajara. Las secuencias de la recuperación de este cadáver, una medida ordenada por la jueza Servini el pasado año, y la inmensa alegría de Ascensión a sus 91 años, figuran entre los momentos más emocionantes e intensos del filme.
Otros pasajes sobrecogedores surgen en los testimonios de antifranquistas torturados por el tristemente famoso inspector Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, un policía que se jactaba de su actuación y llegaba a identificarse ante sus víctimas. “No cabe duda”, afirma Almudena Carracedo, “de que Billy el Niño es un símbolo de la impunidad de la represión. Pero hubo muchos torturadores como él”. Al igual que con otros querellados, la Audiencia Nacional ha declarado prescritos los presuntos delitos del siniestro policía.
Al margen de que el escándalo de los niños robados fuera el detonante para que la pareja Carracedo-Bachar se embarcara en un proyecto que ha durado seis años, esa vergonzosa trama forma parte también de El silencio de otros porque la jueza Servini incluyó estos casos en su auto.
“Además”, aclara Almudena Carracedo, “para nosotros se trataba de la única manera de mostrar completo el paisaje de la represión durante la dictadura que no se limitó solamente a la política”. Médicos, funcionarios, monjas y empleados de hospitales crearon a partir de los años sesenta una amplia red delictiva para entregar bebés recién nacidos, en muchos casos de madres solteras, a familias acomodadas que no podrían tener hijos. Esta trama criminal funcionó hasta bien entrados los años ochenta. En fecha reciente un tribunal ha absuelto a uno de los médicos, el octogenario doctor Eduardo Vela, al considerar que sus delitos han prescrito.
Con un reparto de tareas en el que Carracedo se ocupa siempre de la cámara y Bahar del micrófono, esta pareja de documentalistas consigue crear una atmósfera de intimidad y de complicidad con los protagonistas de El silencio de otros, que recibió el premio del público en la pasada edición del festival de Berlín.
Formados en Estados Unidos y con importantes galardones a sus espaldas, incluido un Emmy en 2008 por el documental Made in LA sobre las condiciones de vida de tres costureras latinas en Los Ángeles, estos cineastas están empeñados ahora en recorrer España, pueblo a pueblo, para mostrar su trabajo sobre las víctimas del franquismo. “Queremos presentar la película”, anuncian, “en colegios, centros culturales, bibliotecas… Donde podamos. Buscamos financiación en su día hasta debajo de las piedras para la película y ahora pretendemos que sirva para provocar un debate social que rompa el pacto del olvido”.