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La última entrevista de Camilleri: “Hay partidos de izquierda que realmente tienen objetivos de derechas”

Andrea Camilleri

Neus Tomàs

“Si realmente un día logramos saber qué opinión tienen de nosotros los animales, estoy seguro de que no nos quedará más remedio que desaparecer de la faz del planeta. Yo, afortunadamente, ya no estaré”. Esta es una de las reflexiones que Andrea Camilleri dejó escritas en su último libro, 'La liebre que se burló de nosotros' (Duomo Ediciones), una recopilación de fábulas que, como señala Fernando Aramburu, merece el calificativo de cuentos deliciosos.

No lo es menos el prólogo que le dedica el novelista vasco en la edición española y que es un merecido homenaje a uno de los autores más queridos en Italia y cuyas obras se han traducido a 120 lenguas (se calcula que son más de 10 millones de ejemplares en todo el mundo).

Camilleri estaba ciego aunque aseguraba que desde que un glaucoma le dejó sin la vista, sus sueños estaban repletos de colores. Fumó hasta casi el último de sus días. En septiembre habría cumplido 94 años y siempre será, por más que le pesase, el padre del comisario Montalbano, -o Salvo, para Livia, su paciente novia-.

Montalbano, sí, por su amigo Manuel Vázquez Montalbán, con quien se comunicaba a la siciliana, con más miradas que palabras. Esas las dejaban ambos para las novelas negras que ya escribían cuando las estanterías de las librerías españolas aún no estaban repletas de impronunciables nombres nórdicos.

Camilleri dictó sus últimos libros. También las respuestas al cuestionario que hace unas semanas le hicimos llegar desde eldiario.es. Fue poco antes de ingresar en el hospital Santo Spirito, donde falleció este martes. Quería hablar poco de Vigàta, el pueblo imaginario en el que vive Montalbano y que en realidad es Porto Empédocle, la localidad natal del escritor. Camilleri nació allí aunque era desde hace muchos años un romano más. Así que en esta, la que fue su última entrevista, hablamos de fábulas que transmiten sabiduría, del desencanto con la política y un poco, claro, de Sicilia.

¿Si Andrea Camilleri pudiese ser un animal, cuál escogería?

Sin duda, un gato. Porque realmente es el rey de los animales. El león es todo fachada. Si realmente un día logramos saber qué opinión tienen de nosotros los animales, estoy seguro de que no nos quedará más remedio que desaparecer de la faz del planeta, cubiertos de vergüenza.

¿Qué es lo que más le avergüenza de lo que está pasando hoy en el mundo de los humanos?

No soy un animalista apasionado pero respeto a los animales. El abandono de los cachorros en las carreteras, que se hace con tanta facilidad, muestra una forma de comportarse que no es antianimalista sino antihumana. Es la ausencia de cualquier piedad. Mi inquietud viene precisamente de reconocer que se están perdiendo algunos valores y niveles de humanidad que considerábamos sólidos después de tantos años: respetar al adversario, mantener las promesas y la lealtad en las relaciones.

Una vez dijo que los italianos querrían ser como Berlusconi y que por eso le votaban. ¿Ahora quieren ser como Salvini?

No, no creo que todos los italianos se identifiquen con la manera de hacer de Salvini. Pero muchos se identifican con su forma de pensar. Para mí, esta ola de pasotismo de los italianos, que afecta precisamente a los valores de los que hablábamos, es validada todos los días por un tuit de Salvini.

Hace diez años confesó en una entrevista que había pasado del cabreo sublime al divertimento. ¿Todavía está en el divertimento o ha cambiado de estado de humor?

Un desánimo grandioso.

¿Qué le pasa a la izquierda en Italia?

¿Y a mí me lo pregunta? Estoy convencido de que todos los políticos de izquierda en Italia se consideran a sí mismos una monada, un mundo único e irrepetible y quieren someter a todos los demás a esta idea. Es una forma diferente de mandar al garete cualquier posibilidad de unión.

¿Y a la izquierda del resto de Europa?

Falta coherencia. Hace cincuenta años la izquierda mundial tenía finalidades similares, hoy en día hay partidos de izquierda que realmente tienen objetivos de derechas, que no tienen nada que ver con los principios de la izquierda.

¿Todavía considera que el Papa Francisco es uno de los mejores que ha habido o ya le ha decepcionado en algo?

Es cierto que es uno de los mejores papas de los últimos cien años. ¿Por qué me tendría que decepcionar un hombre que equipara, porque de esto no hay duda, los principios religiosos con los principios sociales?

Solo una pregunta sobre Montalbano. No le cae bien o al menos dice que no le es simpático. Pero sus lectores son legión. Más que lectores son fans. ¿A qué lo atribuye?

No digo que no me guste decir que Montalbano se ha convertido en un chantajista porque es demasiado invasivo en mi producción literaria. Estoy muy feliz de que él tenga muchos fans y le deseo muchos más.

En España su nombre se asocia siempre al de Manuel Vázquez Montalbán. ¿Qué significó para usted el escritor catalán?

Una gran amistad, un gran afecto, una gran estima mutua.

Usted es siciliano y dice que siempre lo será aunque lleva más de media vida en Roma. ¿Es imposible que Sicilia se libre de la mafia?

Por ahora la pregunta es anticuada. Entiendo que el mundo nunca se librará de la mafia.

Cumplirá 94 años en septiembre. ¿Sigue siendo un fumador empedernido?

Claro.

La entrevista acababa preguntando a Camilleri qué es lo que todavía le quedaba por hacer. “Vivir los días que me quedan”, respondió. Los últimos los pasó con sus bisnietas, Matilda y Andrea, gracias a las cuales publicó el recopilatorio de cuentos que terminó hace 10 años pero que no se ha publicado hasta ahora. En él concluye que si un autor escribe un libro, significa que tiene sus motivos para hacerlo. Sería una opinión rebatible. Lo que es poco cuestionable es que siempre habrá un motivo para recuperar un buen Camilleri.

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