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Kiko Veneno: “¿Cómo un Estado democrático puede permitir esta dictadura de la información?”

Kiko Veneno. Foto: Fernando Sánchez.

Luis J. Menéndez

José María López Sanfeliu entra en la habitación como un torbellino. La larga promoción de Sombrero roto, su primer álbum en seis años, no hace mella en este sevillano adoptivo (nacido en Figueres, 1952) con uno de los currículos más impresionantes en el terreno de la música popular del último medio siglo: del debut de Veneno (1977), el disco que da pistoletazo de salida al mestizaje en España, al Volando voy inmortalizado por Camarón y uno de los temas que definen a nuestro país.

Ambos hitos le quedan definitivamente lejos a un Kiko Veneno enfrascado ahora en las explicaciones a propósito de un nuevo disco que, en entrevistas precedentes, han acabado en digresiones varias sobre la españolidad o el estado de las cosas.

“Mi mánager me ha advertido de que en esta ocasión no me meta en líos ni hable de política. ¿De qué medio dices que vienes?... ¡Hombre! ¡Ya tenía yo ganas de hacer una entrevista para eldiario.es! Soy socio vuestro”, reconoce el músico. Tras un monólogo que a modo de preámbulo analiza la situación y la responsabilidad de la prensa en nuestro país, arranca una conversación que por momentos alcanza niveles cercanos al surrealismo.

¿Se saltará el consejo del mánager pues, de no hablar de política?

Lo primero de todo, y para entrar en materia en esta época electoral, mi campaña es que con 66 años tengo que seguir promocionando mis discos. De joven esperaba que a esta edad no tuviera que seguir haciéndolo.

¿Pero lo hace con gusto?

Cal y arena, cara y cruz. Pensaba que a estas alturas iba a ser como Franco o como Hitler, que de jóvenes hicieron muchas campañas, pero de mayores ya ninguna y al que no esté de acuerdo, a cortarle el pescuezo (risas).

La dictadura de Kiko Veneno...

Me gusta mucho jugar con esa dialéctica, pero yo te quería decir otra cosa y me he desviado con el chiste barato... Me levanto por la mañana y voy siguiendo mi camino por la acera a hacer mis cosas importantísimas (esto bien podría ser el arranque de una canción ¿eh?). Miro de reojo los kioscos y los periódicos: Marca, el de la derecha; As, el de la derecha; El País, el de la derecha; ABC, el de la derecha... Y yo me pregunto: ¿no habrá ningún periódico en este país que no sea de la derecha? Porque del 60% de habitantes que votan, más de la mitad, son de izquierdas. Entonces, quillo, cómo puede ser. ¿Dónde está eldiario.es de papel? No existe. ¿De qué forma representan los grandes medios de comunicación de este país al electorado?

Otro ejemplo, Andalucía. El Grupo Joly que tiene diarios en todas las provincias, es un grupo favorecido por el régimen del PSOE, sobre todo por Susana Díaz, con el que ha ganado un auge tremendo. Para ellos Pedro Sánchez es demasiado de izquierdas, Ciudadanos son bienvenidos, y de Vox están todo el día hablando. Todos los días enalteciendo a Vox, ya sea de forma directa o indirecta. En cambio, a Podemos hay que insultarlos y en la última campaña directamente ningunearlos, que ni siquiera aparezcan.

¿Cómo un Estado al que llaman democrático puede permitir este tipo de dictadura de la información y la propaganda política? ¿El Estado de Derecho no se ocupa de eso? ¿Simplemente se limita a intercambiar votos por escaños? Creo que el Estado, los gobiernos, han perdido su función social.

Hablaba del pensamiento único que ofrecen la mayor parte de medios de este país. Pero hay otro punto en el que parece que todos nos hemos puesto de acuerdo, y es en alabar Sombrero roto. No sé si tanto consenso no le genera algo de desconfianza.Sombrero roto

¿Los periódicos de derechas han dicho que mi disco es muy bueno? Miedo, miedo me da... Fuera bromas, eso es lo que nos mantiene vivos en esta profesión y no la pechá de trabajar que nos pegamos los músicos.

Me relaciono con la gente al margen de lo que haya votado. El otro día estuve tomando una cerveza con uno de Vox y encontramos un terreno en el que podíamos hablar, debatir y comentar cosas de música. Es que la música es el arte y el arte es una sublimación de la vida. La vida representada de forma bonita. Y ahí ya no entran las calificaciones políticas. Ese es también el papel de la música, hacernos ver a la otra parte.

Y te voy a decir una cosa que me da vergüenza: no creo que en el mundo actual, en que las derechas reúnen todo el poder, tengamos margen para crear medios de información alternativos. Nunca vamos a revertir eso, pero con la música sí que lo podemos hacer.

Pero por intentar centrar un poco la conversación, ¿está de acuerdo con que es uno de sus mejores discos?

Hombre, cuando te dicen que has hecho tu trabajo bien tienes que estar de acuerdo. Ya si es el mejor disco o no, son cuestiones más personales. También hay que tener en cuenta que yo soy una figura con cierto peso ya en el contexto cultural y a la que tampoco se puede atacar mucho... Pero vamos, que creo que si el disco no hubiera sido atractivo e interesante también lo hubieran dicho. Con los discos previos, por ejemplo, no me han halagado innecesariamente. El álbum que hice con Raül Refree a muchísimos medios no les gustó y lo dijeron así, tal cual.

Sombrero roto ha gustado y estoy muy contento porque hemos puesto muchísima energía y cariño para llegar a la gente, para hacer un lenguaje comprensible, un sonido actual. Para estar ahí con la gente joven, pero que a la vez los de mi edad tampoco se perdieran en el camino y se vieran reflejados en lo que sigo haciendo: un humanismo a pie de calle, cachondo, pero también intenso y dramático cuando hace falta. Y con arte musical.

La música actual es muy infantil, tratada por todos estos efectos que afinan, y que han hecho que haya una o dos generaciones que ya no hayan conocido la vibración de la música. Esta gente joven que ahora ha visto el concierto de Toronto de Queen -que no la película, por dios, que eso no quiero ni comentarlo- y se han dado cuenta de lo que podían hacer cuatro chavales de barrio obrero. Porque la revolución en la música siempre la han hecho los chavales de clase obrera... La música es eso: la energía, la afinación, no las maquinitas.

Precisamente, en las entrevistas que ha venido dando a propósito de Sombrero roto ha insistido mucho en la apuesta por la electrónica para conectar con un público más joven...Sombrero roto

Con un público más joven y con el mundo actual. Lo que no puede ser es que no utilices las herramientas que hay. Yo me he intentado acoger a eso, pero no por oportunismo ni nada de eso, sino porque los sonidos me encantan, la verdad.

Creo además que hay un gran desafío con las máquinas, con esos nuevos músicos que sin tocar ningún instrumento hacen grandes samples y tienen gran solvencia componiendo cosas muy interesantes. Pero no siempre es así. Para mí la gran ruptura en ese sentido fue cuando Miles Davis empezó a jugar con máquinas. Un tío de swing, de jazz, de cool, coge a las máquinas y las amaestra con ese talento rítmico terrible que tenía. Esa fue su aportación, humanizar las máquinas. Y ese es el desafío interesante que yo intento con este disco y en directo, lanzando las secuencias y tocando encima de ellas para intentar dominar la máquina, dominar la bestia.

Con esto me acuerdo de Rajoy cuando dijo aquello de: “Hay que fabricar máquinas para fabricar máquinas, lo que no hace la máquina es fabricar máquinas”, esa frase tan suya. Pues eso, que ese desafío me gusta.

¿Ha habido algún momento de su carrera en que Kiko Veneno haya huido de Kiko Veneno?

¡No hombre, no! Son dimensiones diferentes, no tiene nada que ver. De todas formas, estas canciones yo las puedo hacer todas con una guitarra. Lo que pasa es que iban a quedar un poco desaborías.

Sin embargo, sí que se ha calificado Sombrero roto de disco de ruptura.Sombrero roto

Sí, me parece bien. La ruptura nos ayuda. Nos sitúa en un pequeño choque, en una crisis que abre puertas.

¿La ruptura es buena por sí misma?

Sí claro. Siempre. La ruptura es salir de la zona de confort y ver las cosas de una forma nueva. Pero después también hay un Kiko que se sienta en el sofá con su guitarrita y mientras veo el fútbol, que me gusta mucho, toco y aprendo cosas. Porque además yo soy bastante torpe: los clásicos brasileños no me los sé tocar todavía.

El Ratón [Diego Pozo], que es un monstruo, me las enseña y las aprendo un poquito pero al mes ya se me ha olvidado. Pero, vamos, que yo eso de coger una guitarra, tocar una melodía y cantar lo vivo con muchísima intensidad. Ahora está Refree empeñado en grabar conmigo un disco de flamenco.

Raül Refree está ahora apostando muy fuerte por el flamenco, ¿no?

Sí. Es que con toda la crisis que se ha formado con lo de Rosalía... Ha habido un desbarajuste emocional en todo esto, indicativo de un fenómeno llamativo. Porque el flamenco tiene un misterio. El grito flamenco, y la melodía flamenca, tienen mucho poder y es una de las músicas globales.

Vinculado con esto, ¿qué cree que tiene que enseñarle el pop y el rock español al resto del mundo?

El pop no estoy tan seguro, aunque no está en mala disposición, fíjate. La música indie ha sido un poco oscura y falta de emoción, y lo que le ha faltado es raigambre. Aquí tenemos unas raíces importantes que son españolas, ibéricas, flamencas y también norteafricanas, desde Mali hasta Egipto. Todo eso es superpoderoso y es una lástima no utilizarlo. El pop más endemoniadamente comercial que nos llega desde EEUU está teñido de blues. E igualmente la música pop española gana muchísimo cuando se mete en la raíz.

¿Usted tiene relación con Los Planetas? Lo pregunto precisamente por eso que comentaba del indie, que había abusado de la oscuridad y la falta de emociónindie

Los Planetas cuando empezaron fueron bastante revolucionarios. Eran discos emocionantes y descarados, una propuesta que tenía poco que ver con esa oscuridad de la que hablo yo. Pero en general en el indie de estos últimos años, el indie más comercial, ni la poética ni la música está basada en la raíz.

Ha habido cosas interesantes, por supuesto. Pero si lo comparas con el movimiento que veo ahora de los Carolina Durante y los nuevos de ahora… . El momento grande llega cuando coges la raíz, como ha pasado con Rosalía. ¿De dónde vienen sus melodías? Son melodías originales emparentadas con las populares que Lorca recogía en su momento.

Ha bastado que titule una canción de su último disco como Yo quería ser español para que todos le pregunten sobre su punto de vista de la actualidad política. Sin embargo, ya explicó que era un guiño a costa de la infancia de su hijo. Yo quería ser español

Sí, la canción es un guiño a los que enarbolan banderas, a lo que pasa con las personas humanas. ¿Qué os pasa humanoides, qué os pasa?

También ha sido muy crítico con aquellos que hablan de que se quiere romper España. ¿Le parece una idea falsa o simplemente le resulta indecente que se juegue con esa idea y con el miedo?

El miedo, a mí de todo esto lo que me interesa es el miedo. Cuando empecé a ver en algunos barrios populares de Sevilla banderas españolas les pregunté a mis compañeros de grupo qué les parecía. Y me decía mi amigo Juan Ramón, que es una persona muy sensata: “Es que la gente tiene miedo, Kiko”. Y es verdad. Vivimos en un mundo en que los medios mantienen a la gente en la ignorancia. La gente en realidad no sabe que está comiendo microplásticos, no se quiere creer que el mar está envenenado, quieren ir a la playa como si no estuviera pasando nada.

Así que, volviendo al tema de Catalunya, la gente se manifiesta porque tiene miedo a perder algo. Desde el punto de vista de la derecha y del consumo, Catalunya ha sido siempre vanguardia. Desde el punto de vista de la izquierda, ha sido vanguardia de movimientos sindicales y políticos. El asunto y lo importante es el miedo. Y el miedo crea unas heridas y unos enfrentamientos muy difíciles de cicatrizar.

¿Y cómo se rentabiliza eso? El miedo crea parálisis, diferenciación, enfrentamiento, y eso supone dinero y mientras sigamos con miedo esos listillos van a estar manejando el mundo.

Por eso Securitas Direct se ha apropiado de todas las emisoras de radio. Para mí meter ese miedo debería ser ilegal. ¡Asustaviejas! Igual que los anuncios de apuestas. ¿Por qué? Si somos un país católico, coño. Los católicos no apostamos.

Hablando de miedo, ¿qué opinión le merecen los resultados de las Elecciones Generales? Al final resulta que los españoles somos más sensatos de lo que se nos supone con la ultraderecha.

Sí, estoy de acuerdo con eso. España puede haber sido uno de los países más atrasados de Europa, de los más brutos, inquisitorial, donde ha habido la mayor masa de campesinos y de pueblos sojuzgados hasta hace prácticamente cien años. Prácticamente, hasta después de Franco en los cortijos de Andalucía funcionaba el feudalismo.

Además, Europa tiene una deuda enorme con España, porque cuando la República Española pidió ayuda Francia e Inglaterra estaban presas de su pacto con Hitler. Ahora sabemos también que tanto Francia como Inglaterra estaban minadas de nazis, por todo eso Europa nos debe una.

Pa’lante, tenemos que ir pa’lante, no podemos ir pa’trás con la extrema derecha. Porque eso ya lo hemos vivido, la cabra de la Legión ya la hemos vivido, el “a por ellos” y todo eso no es lo que tenemos que vivir. Queremos una vida más digna.

Para terminar, se ha declarado públicamente votante de Podemos. Para un artista como usted, que siempre ha volado libre, ¿resulta difícil identificarse con un partido concreto?

Sí, me resulta difícil, como a todas las personas sensatas y sensibles. Pero el equilibrio es muy fácil: ¿con quién se mete todo el mundo? Bancos, medios de comunicación, todo el capital... ¿A quién atacan sistemáticamente? A Podemos. Pues ese es mi partido entonces. No hay otra opción.

Es lo que decía Leonard Cohen de que cuando ves a todo el mundo en frente tú ya sabes en qué sitio tienes que estar: con los débiles. La izquierda va con los débiles. ¿Por qué? ¿Porque son débiles? No. Porque les han robado, desheredado, no les han dado la tierra cuando debían… Y son gente desprotegida a la que quieren robar su dignidad.

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