“España es el segundo país con más desaparecidos del mundo y aquí nadie habla de eso”
María Rozalén está en un tren. Viaja a Albacete, su ciudad natal, cuando descuelga el teléfono por la llamada de eldiario.es. Es temprano y tiene poco tiempo: su tercer disco se puso a la venta este viernes y la promoción le obliga a hacer como que cuenta con el don de la ubicuidad, aunque no lo tenga. “Me están haciendo 50.000 entrevistas, afortunadamente. Me he dejado el alma”, dice orgullosa sobre su tercer disco, Cuando el río suena... (Sony Music).
Rozalén creció en Letur (Albacete) escuchando las historias sobre su tío abuelo, que dependiendo de la familia que lo llamase era Ramón o era Justo. Ella estudió Piscología, aunque tocaba la bandurria desde los siete años, componía desde los 14 y había ganado su primer premio musical a los 19.
Durante la Guerra Civil Justo estaba en Transmisiones, en la quinta del Biberón. La compañía fue una de las últimas llamadas a filas por Manuel Azaña entre 1938 y 1939. El presidente de la Segunda República movilizó a jóvenes que por aquel entonces tendrían 17 o 18 años para ir al frente a luchar, por eso el apodo. Justo fue el único de su pelotón que no volvió.
“Mi abuela siempre me relacionaba con él porque también cantaba”, dice Rozalén. Justo era 8 años mayor que ella, que le vio irse con 10 años para no volver nunca más. Hay heridas que nunca terminar de cerrarse.
Hace dos años, mientras la cantautora preparaba el disco, conoció a Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. “Me pidió que le diese los datos: solo teníamos el nombre, los apellidos, el día que lo mataron y que era de Letur”, dice Rozalén. Hace un año recibe un WhatsApp de Silva, que le dice que su tío abuelo está registrado en una fosa común de Arganda del Rey (Madrid). “Mi familia ni se había planteado buscarlo. Después de 80 años, imagínate”.
Denuncia social, poesía y compromiso
Las cifras bailan cuando se habla de desaparecidos durante el franquismo. Hace apenas dos días, la ONU exigió a España que acelerase la búsqueda de muertos en cunetas. “Somos el segundo país con más desaparecidos del mundo y aquí nadie habla de eso”, denuncia Rozalén. Se estima que aún quedan unas 140.000 personas por encontrar dentro de las fronteras del estado español. “Falta información y falta humanidad”, continúa la artista.
Cuando el río suena... es un disco familiar y comprometido: Rozalén y las historias de sus antepasados, la poeta ante la denuncia social, la xenofobia, el racismo y la desmemoria que tienen los que dicen eso de “ya pasó”. También canta al amor, al despecho, a sus padres e incluso al feminismo.
“En La puerta violeta hablo con mi abuela, con la mujer de su tiempo y el mío”, continúa la cantautora, que confiesa que este tema es “una metáfora de apertura al feminismo que habla sobre un maltrato no físico”. Dice que solo lo podía explicar hablando sobre la diferencia generacional entre mujeres.
Para explicar esta brecha, Rozalén habla de cómo su abuela le abronca por no tener hijos aún a los 31 años -“ella dice que ya tenía cuatro hijos”- y de cómo el pensamiento ese de “si no tienes una familia no eres mujer” todavía permanece muy presente en los viejos. “También la filosofía esa de que debemos aguantar. Eso es algo que nuestras abuelas siempre dicen. Yo le contesto: 'es que no tengo que aguantar esto'”, continúa.
Rozalén, que se congratula de no haber sufrido nunca el machismo en sus carnes, reconoce que “se nos exige mucho más por ser mujeres. Hay mucho que mejorar porque nos siguen asesinando en nuestras casas”. También lanza una crítica contra la corriente del “amor romántico” que últimamente embauca a los jóvenes: “el 'es que si no tiene celos no me quiere' está maltratando a muchas niñas jóvenes”. Por eso propone “reformar la Ley de Violencia de Género hasta que baje el número de muertes”.
Rozalén llega a Albacete justo al terminar esta conversación. Se va directa a otra entrevista. Empieza la gira de presentación del disco el día 2 de noviembre en Murcia. Su abuela estará con ella, porque sin su memoria ni la de Rozalén, Cuando el río suena... dejaría de llevar agua. Porque, como dice casi al final de la entrevista, “hay mucho hecho y mucho por hacer”.