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“El gabinete de las maravillas de Mr. Wilson”, una ficción de la no ficción

"El gabinete de las maravillas de Mr. Wilson", una ficción de la no ficción
Madrid —

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Pilar Martín.

Madrid, 19 oct (EFE).- A diez minutos del aeropuerto de Los Ángeles está el Museo de Tecnología Jurásica, un espacio donde lo que se expone es “más o menos verdad” y que es casi una obsesión para el periodista estadounidense Lawrence Weschler, quien lo ha convertido en “ficción de la no ficción” en el libro “El gabinete de las maravillas de Mr. Wilson”.

Hablar con Weschler es conversar con alguien extraordinario, una de esas personas para las que la fina línea que separa la realidad de la ficción casi no existe. Y es así porque aunque le avala el periodismo certero que ejerció durante más de 20 años en The New Yorker considera, ha afirmado a EFE, que “intentar acertar es más divertido que aprender”.

Así que, bajo esta premisa, en 1995 publicó este libro que ahora trae en español la editorial Impedimenta, una obra en la que David Wilson es el absoluto protagonista ya que es el fundador de este cuanto menos peculiar museo por el que han pasado premios Nobel, escritores como Orhan Pamuk o cineastas como Alejandro González Iñárritu.

“Cuando salió a la venta muchos críticos literarios pensaron que me lo había inventado todo y eso me molestó porque parecía que yo no lo había escrito. Y por eso fue también un problema para David porque muchos periodistas le llamaron para ver si el museo existía”, ha dicho.

Y claro que existe, como así detalla con rigor esta obra en la que el lector conocerá la existencia de una hormiga hedionda con un cuerno en su cabeza creado por un hongo o una porción del meteorito que cayó en 1492 en una iglesia de la Alsacia, así como otros objetos que desconciertan tanto como arrojan luz a la vida, como radiografías de flores hechas por el fotógrafo Albert G. Richards.

Piezas con las que el creador del museo, según Weschler (California, 1952) “quiere acabar con la certeza”.

Aunque llegados a este punto el libro pudiera parecer un inventario del museo, el autor se afana en dejar claro que se trata de una obra literaria en la que muestra cómo esta institución norteamericana es un “tributo irreverente” así como una “vuelta atrás al origen de los museos”.

“Los museos actuales tienen su origen en estos gabinetes de las maravillas que aparecieron en el siglo XVI”, ha explicado al tiempo que ha matizado que el creador de este museo es lo que David Wilson hace en este museo es lo que Nabokov dijo en una ocasión: “El auténtico maestro combina la precisión de un poeta y la imaginación de un científico”.

Un texto escrito con lucidez y agilidad que cuenta también las historias que hay detrás de esos objetos que hay expuestos en las tres plantas que ocupa este museo de Los Ángeles. Historias como las del mago Ricky Jay a quien Weschler presentó a Wilson porque aunque ambos se profesaban una gran admiración la “timidez” les impedía que se acercaran.

Por eso el visitante podrá ver una colección de dados del prestidigitador entre estos objetos que pueden ser “verdad o no”, aunque la evidencia de la realidad siempre está presente.

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