'Mengele en Paraguay': la noche que pisaron los talones al nazi más buscado de la historia
Hace calor en el Hotel Tirol, un establecimiento turístico del sur de Paraguay. Allí se aloja una noche de marzo de 1964 el alemán Josef Mengele. Este hombre, de 54 años en esa noche de marzo de 1964, es corresponsable de muchos de los horrores del campo de concentración de Auschwitz en tiempos del III Reich. Por su funesto trabajo en la Alemania nazi se le conoce como el “Ángel de la Muerte”.
Bajo su responsabilidad estaba decidir qué presos iban a encontrar la muerte en las cámaras de gas. Se le atribuye el haber decidido mandar a ser gaseados a 400.000 personas. Mengele también realizó numerosos experimentos médicos con hombres, mujeres y niños que perdieron la vida en dichas pruebas.
No es la primera vez que Mengele se aloja en el Hotel Tirol. Está de visita en Paraguay, un país “amigo”. Tiene un carné de identidad como ciudadano paraguayo bajo el nombre José Mengele. Se lo ha otorgado la Corte Suprema de Justicia del país latinoamericano a petición del mismísimo Alfredo Stroessner, el dictador paraguayo de origen bávaro que gobierna tras dar con éxito un golpe de Estado desde 1954.
A Mengele lo conocen en Hotel Tirol. Es propiedad de un amigo suyo. A saber, el también exmiembro de las SS (Schutzstaffel) Armand Reynaers. Pero Mengele se ha registrado en el hotel con nombre falso: Francisco Fritz Fischer. Está en busca y captura desde 1959. Por eso se esfuerza en vivir en la sombra del anonimato.
Mengele está muy bien conectado en Paraguay, allí vivió cerca de influyentes figuras de la política y la alta sociedad, incluidas las colonias de alemanes que pueblan el país y los nazis germanos y locales. Tal vez por eso parece que hay alguien velando en la distancia por su seguridad. Ese alguien le llama por teléfono al Hotel Tirol y, acto seguido, Mengele se precipita y sale del lugar. Todavía lleva el pijama puesto. Hay quien ha contado que se puso el traje encima de las prendas de dormir.
Mengele, objetivo de la inteligencia israelí
Al parecer, esa noche, Mengele había sido cercado por un comando vinculado al Mossad, “El Comité de los Doce”. Miembros del comando israelí llegaron a entrar en la habitación del hotel en la que se alojaba el “Ángel de la muerte”, pero éste ya había huido.
La amplia bibliografía que existe sobre Mengele da buena cuenta de este episodio, que algunos autores creen fábula. Sin embargo, el periodista y escritor Andrés Colmán, reaviva la versión que da cuenta de los esfuerzos israelíes por poner a Mengele delante de la justicia en su último libro, una investigación periodística aparecida en su país titulada Mengele en Paraguay (Ed. Servilibro, 2018). En él, recoge, entre otros, el revelador testimonio de Euclides Acevedo, quien fuera ministro de Industria de Paraguay entre 1972 y 1973.
Como miembro de la Internacional Socialista y también residente en Israel durante parte de los años 70, Acevedo pudo en su día despachar con la laborista Golda Meir, la primera ministra israelí entre 1969 y 1974. Ella le dio cuenta de los esfuerzos de Israel para capturar a Mengele.
“Golda Meir me contó que los agentes del Mossad entraron varias veces de forma clandestina en Paraguay para intentar capturar a Mengele, pero no tuvieron éxito, porque él siempre estaba protegido por un grupo de expertos tiradores nazis”, cuenta Acevedo a Colmán. “En una ocasión se enfrentaron a tiros y murieron varios agentes israelíes”, abunda el exministro, a quien no dieron detalles sobre el número de agentes fallecidos.
Información no publicada por motivos de seguridad
“Nunca hicieron pública esa información por motivos de seguridad”, explica a eldiario.es el propio Colmán. “Se cree que a principios de los 60 hubo en el Mossad una seria intención de encontrar a Mengele por parte del mismo grupo que secuestró a Eichmann de forma clandestina”, abunda este avezado periodista que trabaja en el área de investigación del periódico paraguayo Ultima Hora. A sus 56 años, cuenta con una docena de libros publicados a sus espaldas.
Colmán habla de Adolf Eichmann, quien fuera secuestrado en Buenos Aires en una operación de los servicios de inteligencia israelíes el 11 de mayo de 1960 cerca de la que había sido su casa, en un suburbio de la capital argentina. Posteriormente, Eichmann fue llevado a Israel. Tras ser juzgado, fue condenado a muerte por haber cometido, entre otras cosas, crímenes de guerra, contra la humanidad y el pueblo judío. Eichmann murió ahorcado en junio de 1962. Su cadáver fue incinerado y sus cenizas arrojadas sobre aguas internacionales del mar Mediterráneo.
Saber de la detención de Eichmann supuso para Mengele, en Paraguay, el final de la vida tranquila que empezaba a probar en ese país. El “Ángel de la muerte” pisó suelo paraguayo por primera vez estando de vista, procedente de Argentina, adonde llegó en 1948, utilizando documentación falsa de la Cruz Roja, según Ronen Bergman, periodista israelí y autor del reciente Rise and Kill First o “Levanta y mata primero” (Ed. Penguin Random House, 2018). Ese volumen está dedicado a operaciones como la que llevó al secuestro de Eichmann.
“En Argentina, Mengele se dio la gran vida. Tenía una mansión, un coche de lujo, se relacionaba con gente del Gobierno de Juan Domingo Perón, pero cuando cae Perón en 1955, las condiciones políticas son adversas”, cuenta Colmán. Mengele, al que nunca faltó contacto con su familia, pues estaba a su servicio contribuyendo a la venta de maquinaria agrícola de su empresa familiar Mengele Agrartechnik a clientes paraguayos, tuvo tiempo para pensar en el pequeño país vecino como solución para alojarse. Lo hizo definitivamente en 1959, cuando se emitió una orden de arresto en Alemania contra él, según la cronología de Bergman.
Conexión con los nazis de Paraguay
A través del expiloto de guerra alemán Hans Ulrich Rudel, amigo personal del dictador Stroessner, Mengele logró entrar en el mercado de las colonias alemanas de Paraguay. Este país latinoamericano había vivido desde finales del siglo XIX una fuerte inmigración de alemanes. “Mengele vino a Paraguay para hacer negocios, vendiendo cosechadoras, también se dice que Rudel siempre quiso reactivar el proyecto nazi, y por eso también había reuniones políticas”, sostiene Colmán. Esas conexiones con nazis en Paraguay explica que Mengele también pudiera pensar ese país como un destino seguro.
“Mengele tenía muchos contactos cercanos con los nazis paraguayos, entre otros Alban Krug, alguien a quien se identifica como el jefe del partido nazi clandestino en Paraguay”, sostiene Colmán. Krug dejó vivir a Mengele en una de sus propiedades en Hohenau, muy cerca de la frontera paraguayo-argentina. Allí también tuvo muy vigilado el Mossad a Mengele, quien pasó días tranquilos hasta que supo de la detención de Eichmann.
“Sabían que estaban ahí. Pero no lo podían confirmar del todo. Una intervención en ese lugar habría sido demasiado violenta y hubiera causado un conflicto internacional muy grande. Por eso no lo secuestraron”, mantiene el autor de Mengele en Paraguay.
En su libro recoge incluso un mapa de la descripción de la zona donde estaba la casa de Mengele en Paraguay. Lo hizo a mano alzada en su día Rafi Eitan, jefe del equipo del Mossad que secuestró a Eichmann. Es un documento perteneciente a un informe del Mossad dado a conocer el año pasado y que ahora están en manos del Museo Yad Vashem de Jerusalén.
Muerte en Brasil a los 67 años
La estancia de Mengele en Paraguay fue, de todos modos, mucho más breve que las temporadas vividas en Argentina y, después de pasar por suelo paraguayo, en Brasil. En suelo brasileño se encuentran enterrados sus restos mortales, concretamente en el municipio de Embu das artes, al sur de Brasil, cerca de Sao Paulo. Mengele murió ahogado en el mar tras sufrir una apoplejía en 1979. Tenía 67 años. Para entonces su estado de salud se había deteriorado mucho con la edad.
Al Mossad, pasada la primera mitad de los sesenta, le urgían otros objetivos, como “el programa de misiles de Egipto” y la “recogida de información sobre los estados árabes que demostraron ser cruciales en la victoria en la Guerra de los Seis Días”, según ha escrito Bergman, el autor de Rise and Kill First, en el periódico The New York Times. Mengele dejó de ser importante para ellos.
En sus diarios, que han sido publicados y cuyos extractos recoge Colmán, se lee a Mengele escribir que, incluso en Brasil, se sentía en peligro. “A veces sueño con una guillotina”, dice haciendo referencia uno de los conocidos instrumentos que utilizaba el nazismo en sus ejecuciones. Pero nunca estuvo delante de ningún juez. El Mossad solo pudo, casi literalmente, pisarle los talones en el Hotel Tirol.