El problema con Cristina Morales no son solo sus declaraciones sobre el fuego en Barcelona
El pasado martes, Cristina Morales recibió el Premio Nacional de Narrativa 2019 por 'Lectura fácil'. Se trata de una brutal novela que critica las instituciones paternalistas, la falsa integración de la izquierda o el machismo en boca de cuatro mujeres con discapacidad intelectual. La noticia cayó como un rayo, pero todavía lo hicieron más sus declaraciones posteriores al recibir el galardón.
Las primeras palabras de la escritora tras conocer la noticia, como viene siendo habitual en sus libros, no dejaron indiferente a nadie. “Es una alegría ver el centro de Barcelona, las vías comerciales tomadas por la explotación turística y capitalista, de las que estamos desposeídas quienes vivimos ahí. Es una alegría que haya fuego en vez de tiendas y cafeterías abiertas”, dijo desde Cuba en declaraciones telefónicas con Europa Press.
Fue entonces cuando el foco del galardón no se centró en una obra que es a su vez un campo de batalla contra el heteropatriarcado, contra la retórica institucional o contra el capitalismo. Se habló, por el contrario, de la necesidad de que Morales devolviera el dinero del galardón por tener “ideas políticas inadecuadas” y por “atacar” a su nación.
“Espero que prenda fuego al cheque de 20.000€ correspondiente al Premio Nacional de Narrativa que le ha dado el Gobierno. No creo que vaya a querer cobrar ese dinero del pueblo español al que odia. Qué vergüenza”, dijo Albert Rivera sobre un premio que se encuentra entre los menos dotados del ámbito literario.
Pero el líder de Ciudadanos no fue el único. “Desde que vi la foto de la autora y leí que su novela era sobre unas discapacitadas, pensé que era autobiográfica, como es evidente”, tuiteó el escritor Juan Abreu. Incluso Carlos Herrera, desde su programa radiofónico en la COPE, afirmó que Morales es “una antisistema cobrando del sistema. Es una mujer violenta que lo mejor que puede hacer es quedarse en Cuba. No sé que se habrá fumado, pero le pido que no caiga en las trampas del capitalismo”.
Y la réplica no solo procedió de columnas de autor o de cuentas de Twitter personales. Incluso en noticias aparentemente informativas se aprovechaba para infundir la duda sobre si merecía o no recibir la cuantía. “A pesar de esta crítica, la premiada no contempla rechazar un galardón que concede el Ministerio de Cultura y Deporte”, publicó El País. “La paradoja del escritor antisistema: 20.000 euros por un premio del Gobierno y viajes pagados por el Estado”, tituló ABC.
Un arma rebelde contra la injusticia
El retrato visceral y combativo que la autora realizaba en su libro se trasladaba de esta manera más allá del papel. Sin embargo, como recientemente decía la escritora Luna Miguel en una columna para este periódico, este se trata de un galardón “reparador por lo que de gesto político tiene también para nosotras, lectoras y escritoras”.
La literatura escrita por ellas en un país “machista y fascista”, según la autora de El coloquio de las perras, es necesaria para que “las escritoras españolas no sientan nunca más esa injusticia y ese miedo que las olvidemos”.
Quienes tienen un problema con Cristina Morales no lo tienen solo con sus declaraciones sobre Barcelona. También con su lengua feroz capaz de decir bien claro que “fascismo y machismo son la misma cosa” o que, como no tiene un fusil, lo que hace para “combatir la autoridad” es “atacar al canon” cuando escribe.
Es esa la razón por la que el jurado del Premio Nacional de Narrativa, uno cuyo veredicto pocas veces se ha puesto en duda, ha reconocido su obra “por tratarse de una propuesta radical y radicalmente original, que no cuenta con una genealogía en la literatura española”. Así lo apoyó la vicepresidenta Carmen Calvo, que catalogó su texto como “un libro valiente”.
El debate que causa Morales sobre su “incorrecta” visión de la política es también en torno a la legitimidad de unas palabras que incomodan y caen como cuchillos por la amplia mayoría que se da por aludida. Que el sistema dé voz a una autora antisistema, una activista en contra del statu quo que señala estigmas y celebra la libertad femenina, es una noticia que no cae bien a esos que intentan desmontar con insultos dicha legitimidad. Y eso, aunque irrite a ciertos grupos, es una buena noticia.