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Moda artesana, un arte que sana el planeta
Inmaculada Tapia
Madrid, 12 nov (EFE).- En un momento de emergencia climática, el mundo de la moda ha tomado conciencia de la necesidad de reducir la huella de carbono, la costura artesana suma enteros, “sana el planeta” y destaca por recuperar la “identidad cultural y los saberes ancestrales”.
Arancha Rodrigálvarez y Sofía Nieto son abanderadas de la confección artesana, a través de su firma Carmen 17, y asumen como propios esos objetivos.
En 2020 presentaron la colección “Jacaranda” con la intención de transmitir procesos de confección artesanos e incentivar el consumo local, ético y de calidad.
Un proyecto que las ha llevado a ser finalistas del Premio Nacional de Artesanía 2022, en la categoría de Producto, un reconocimiento que, cuentan a Efe, es un “impulso” para una línea con la que miran al folclore, las tradiciones, fiestas, cantes y oficios de distintos territorios para crear a partir de ellos.
“Hay una pérdida de identidad cultural, más que nunca es necesario cuidar del medio ambiente y prestar atención a las raíces”, advierte Sofía Nieto, quien asegura que lo local es más diverso y, por tanto, más enriquecedor que lo globalizado.
Advierte que la artesanía es “un arte que sana, la propia palabra lo indica, cuida los saberes ancestrales. Es sanadora para el planeta, ya que desarrolla relaciones lógicas con el entorno con una trazabilidad circular”.
Con esta intención funden experiencias en su colección Jacaranda, con la que reivindican las manos, la memoria e identidades culturales diversas.
Prendas confeccionadas con esmero y atención a los detalles, que es “donde reside lo artístico, la expresión y el alma de cada creadora”, apunta Arancha Rodrigálvarez.
Para desarrollar sus fuentes de inspiración han trabajado con talleres del pueblo de Lagartera (Toledo) de donde de los dibujos de sus cerámicas han extraído cenefas idénticas para las prendas; mientras que con Eustaquio Rosa, un taller de Albacete, han ampliado para uso cotidiano los tejidos que utiliza para el interior del traje regional.
También han colaborado con dos talleres de Gata de Gorgos (Alicante) para confeccionar sombreros y cestos de fibra vegetal, un proceso en el que los protagonistas invitan a que aumente el consumo local para poder recuperar procesos manuales realizados en España, de los que ahora se realizan en otros países “con un coste final varía muy poco del elaborado aquí”.
Encuentros con artesanos que se producen por azar, que definen como “un pellizco” de creatividad, como el que se produjo este verano con Mª José González, la última gorrera de Montehermoso (Cáceres), con la que están matizando su próximo proyecto.
Ambas coinciden en que a los jóvenes lo artesanal les suena a antiguo; por ello, les alientan a hacer propias las tradiciones de las que vienen e implicarse para que la identidad y lo popular avance con ellos.
“Si tu avanzas dando la mano a lo antiguo, a lo tradicional, salen cosas muy bonitas que te ayudan a explicar quién eres, a crear e innovar para seguir insuflando vida a tu identidad cultural”.
Las diseñadoras reivindican el valor artístico y cultural que han generado las mujeres con su creación textil, limitada a los márgenes domésticos al mantenerlas lejos del contexto profesional, cultural y artístico de nuestro país.
Unas aportaciones que consideran que son riqueza para el bien común y reclaman que hay que “reconocerlas, cuidarlas y celebrarlas”, y liberarlas del prejuicio de ser un sector feminizado.
Además de Jacaranda, mantienen varias líneas de trabajo: modistería y prêt-à-porter, “diseños sobre los que siempre se pueden hacer modificaciones”, piezas en las que permiten al cliente participar de manera creativa.
“Una forma de acercarle al proceso, lo que le lleva a querer cuidar y proteger más la prenda” subrayan, una manera de fomentar la diversidad para no vestir todos igual.
El vestuario escénico es otro de los fuertes del tándem Carmen 17, un “oficio complejo y extenso” que traducen para producir emociones, psicologías y contar historias con colores, texturas y formas.
“Es una disciplina preciosa en la que trabajas en equipo con muchos departamentos”, iluminación, dirección, escenografía, maquillaje, interpretación, un engranaje hace que la creación sea “colectiva y emocionante”, además de un “paraguas para trabajar un montón de artesanías para preservar oficios”.
Imaginan su futuro “como hasta ahora, aunque un poquito más consolidadas”, disfrutando de su “taller-proyecto cultural de la calle del Carmen.
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