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Piazzolla, una llama de tango que nunca termina de arder
Buenos Aires, 4 sep (EFE).- Un año tan particular como 2020 necesita la música del eterno bandoneonista argentino Astor Piazzolla para dar “esperanza” a la gente, según su viuda, Laura Escalada, así que el quinteto que lleva el nombre del artista prepara el terreno para el centenario del nacimiento del compositor, en 2021, con un nuevo disco.
“Triunfal” es el cuarto trabajo del Quinteto Astor Piazzolla y los músicos que conservan su legado en la actualidad interpretan en el disco temas que “casi no se han difundido”, dice a Efe Escalada.
Según ella, cada vez que el quinteto rescata una pieza olvidada de Piazzolla se recupera “uno de los mil temas de Astor que nunca se conocerán”.
“Piazzolla nunca murió ni va a morir porque nos vamos a morir nosotros pero él va a quedar en la historia de la música como el mayor músico, compositor y ejecutor argentino del siglo XIX para adelante”, afirma la persona que estuvo casada con él desde 1976 hasta su fallecimiento en 1992 y que creó la Fundación Astor Piazzolla.
CALENTANDO MOTORES PARA EL CENTENARIO
Falta menos de un año para el 11 de marzo, fecha en la que se cumplirán 100 años desde que Piazzolla naciera en Mar del Plata, ciudad costera de la provincia de Buenos Aires.
Para ese centenario se estaban preparando tanto Escalada como el Quinteto Astor Piazzolla, dirigido por Julián Vat.
Había una gira mundial preparada para este año con “Triunfal”, publicado el pasado julio, y en 2021 ya había conversaciones iniciadas en varios países para celebrar conciertos durante el centenario de Piazzolla.
Pero llegó la pandemia de coronavirus y todos los planes quedaron, por el momento, congelados y en un estado de “incertidumbre” que, espera Escalada, “no empañe” el centenario.
La segunda esposa del autor de piezas como “Libertango” y “Adiós Nonino” considera que, a la espera de una vacuna que permita de nuevo a los músicos viajar por el mundo con Piazzolla en sus instrumentos, su música puede servir para estar “muy esperanzados” para lo que venga.
“Pero yo no necesito estar encerrada para pensar en Astor porque está siempre en mi vida”, cuenta Escalada, que rememora muchos momentos de su vida con Piazzolla: desde los momentos de inspiración ante el piano a los que ella tenía “el privilegio de asistir” en casa hasta las idas a pescar tiburones que tanto gustaban al artista.
El espíritu de Piazzolla, que en vida se ganó tantos enemigos, tangueros tradicionales, por romper las pautas clásicas de un estilo al que le añadió sus años de niño en Nueva York y sus estudios en París, todavía suena en el salón de la casa de Escalada.
“Lo veo todavía sentado al piano, rigurosamente, a las ocho de la mañana, descanso al mediodía y a las cinco en punto cerraba el piano. Componía sin parar y sin tachar, como si alguien le estuviera dictando la música, una cosa maravillosa”, recuerda, y dice que se le corre “frío por todo el cuerpo” cuando lo hace.
LO MÁS DESCONOCIDO DE PIAZZOLLA
La portada del disco “Triunfal” es el Obelisco porteño, una de las postales más conocidas de Buenos Aires, pero como contraposición a ello el Quinteto Astor Piazzolla busca mostrar al mundo “lo menos visibilizado de Piazzolla”.
Tanto es así que Julián Vat indica que alguna de las piezas que incluye el álbum se ha grabado apenas por segunda vez desde que fueron compuestas.
De este cuarto trabajo destaca obras como “Milonga Tres” y “La Mufa”, que para él es “un hallazgo” que incluye un “tutti furioso a cinco voces yuxtapuestas que constituyen una maravilla estilísitca”.
“Se ha escrito mucho y hay mucho por mostrar todavía de su obra (...), Piazzolla tuvo muchas etapas”, asevera Vat, quien según él mismo es solo el canalizador de un quinteto que en realidad dirige el propio Piazzolla.
Si hubiera una iglesia piazzolliana, reconoce, riendo, que su papel sería algo así como el de un papa.
“Ser muy fiel al legado” del bandoneonista es el objetivo al frente del quintento de Vat, un fan de Piazzolla que empezó yendo a conciertos del artista en su juventud y que terminó por conocerlo y trabajar con él en el tramo final de su vida.
Él, cuando sale a caminar por Buenos Aires -ahora que la apertura de las restricciones por el coronavirus lo permiten- aprovecha para escuchar sus dos horas diarias de Piazzolla, que no entran en el campo del trabajo sino en el del “placer”.
“A algo hay que ser adicto, prefiero ser adicto a Piazzolla”, confiesa.
Si en 2021 la perspectiva respecto a la pandemia mejora, aprovechará para repartir -en una fecha redonda- su adicción por varios continentes, tal y como ya hizo en el pasado, con la “melancolía, la bronca, la fuerza, el amor y el sentimiento” que tiene la música de su maestro.
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