Alicante, cuatro años tirados a la basura y lo que le espera
Cuando todos los partidos están de acuerdo, el diagnóstico parece evidente. Unos como el PP dirán que han imprimido un ritmo alternativo en el año que han ostentado el poder, otros como la izquierda de PSPV-PSOE, Guanyar (Esquerra Unida y Podemos) y Compromís alegarán que algo se podrá salvar del tripartito mientras que Ciudadanos, como mero observador de los toros desde la barrera, resumirá el mandato como fatídico. Pero al final, salvando los matices, los cuatro años de corporación han sido insalvables, y lo saben.
20 años tardó la izquierda en alcanzar el poder y solo tres en perderlo. Era 2015 y la ciudad se disponía a enterrar los mandatos corruptos de Luis Díaz Alperi y Sonia Castedo. Socialistas, Guanyar y Compromís lo tenían todo de cara, incluso lograron en el pleno de investidura el apoyo de Ciudadanos, pero pronto comenzaron las desavenencias entre el alcalde Gabriel Echávarri y sus socios Miguel Ángel Pavón y Natxo Bellido. Demasiados gallos en el mismo gallinero. El candidato de Unidas Podemos, Xavier López, lo ha reconocido esta semana en el debate de Radio Alicante: “No hemos estado a la altura de las expectativas”.
Al capítulo de los desencuentros hubo que sumar el judicial. El doble procesamiento del primer edil por presunto fraccionamiento de contratos y por el despido de la cuñada del que era entonces portavoz del PP, Luís Barcala, en represalia por denunciar la primera causa, supuso el fin del tripartito en primer lugar y la dimisión de Echávarri tiempo después. Contra todo pronóstico, la socialista Eva Montesinos no fue elegida alcaldesa en el pleno de investidura del 19 de abril de 2018; los dos concejales tránsfugas habían permitido, con el voto en blanco de la ex de Guanyar, Nerea Belmonte y el nulo del ex de Cs, Fernando Sepulcre, que el PP de Barcala volviera al poder únicamente con sus ocho votos del grupo municipal de una corporación de 29 asientos.
Nuevos rostros
Con este panorama, casi todos los partidos han optado por renovar sus cabezas de cartel para las municipales. El socialismo alicantino -y valenciano- ha apostado por Paco Sanguino, exdirector del Teatro Principal y candidato que insiste siempre que puede en recordar que es independiente. Las incógnitas que despierta solo se disiparían si accede al gobierno local. En las nacionales del 28 de abril la marca PSOE quedó como primera fuerza con el 28% de los votos, seguido de Ciudadanos, que adelantó al PP.
La posibilidad de que PSPV-PSOE y Cs gobiernen la ciudad está sobre la mesa. Así lo ha indicado la candidata del partido naranja Mari Carmen Sánchez, exsíndica en Les Corts, lo que le ha supuesto un rapapolvo de los suyos los cuales aún tienen interiorizado la línea roja impuesta a Pedro Sánchez y Ximo Puig. Pero el partido de Albert Rivera también puede ser clave de un gobierno de derechas y de extrema derecha. Las tres formaciones sumaron mayoría, el 53% del electorado, en los comicios de abril.
Para llegar con opciones a este escenario, Barcala ha optado por esconder las siglas del PP y resaltar que bajo su corto mandato ha logrado cancelar el plan de ajuste vigente desde 2012 y aprobar el presupuesto municipal con un paquete de inversiones de 50 millones. Pero va a tener que convencer a unos votantes que sopesan decantarse por Vox, formación que hace un mes cosechó tres puntos más que en el conjunto nacional (10%). A cuyo frente se encuentra un desconocido Mario Ortolá, pareja de la presidenta de la gestora que rige la provincia y diputada autonómica electa Ana Vega.
Por el otro lado, tanto Unidas Podemos -anterior Guanyar- como Compromís han sido claros. Quieren repetir el tripartito de izquierdas. Los primeros deberán limar asperezas entre sus diferentes facciones internas que casi dan al traste la alianza. El 28 de abril consiguieron ser cuarta fuerza con casi 14 puntos, mientras que el partido de Natxo Bellido prefiere resaltar el 9% de los votos que lograron en las autonómicas, aunque eso sí, fueron dos puntos menos que hace 4 años y siete menos que en las generales del mismo día.
Deberes antiguos
Los nuevos rostros deberán hacer frente a deberes antiguos que tiene Alicante. Y es que estos cuatro años han supuesto de nuevo una oportunidad perdida para tareas pendientes como un nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). El actual sigue vigente desde 1987 y ni el tripartito ni el PP han hecho nada para renovarlo. Bueno, el anterior PP lo intentó y sus responsables, Alperi y Castedo, han acabado procesados por supuestamente haber amañado el PGOU para beneficio de Enrique Ortiz.
El controvertido empresario -que confesó haber financiado ilegalmente al Partido Popular- es a su vez parte activa de la UTE que rige la limpieza de la ciudad, cuestionada por estudios como el de la OCU que han vuelto a situar a Alicante como el segundo municipio más sucio de España. Ante las evidencias, los principales alcaldables han vuelto a ponerse de acuerdo. Como dijeron en el debate de Radio Alicante, todos se comprometen a redactar un nuevo PGOU y no prorrogar la contrata de limpieza, por lo que deberán formular un nuevo contrato que sustituya al que vence en 2021.
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