24 años de lucha con un objetivo: ser mujer y poder conducir en Arabia Saudí
Arabia Saudí sigue siendo el único país del mundo en el que las mujeres no pueden conducir. La resistencia contra esta prohibición no ha cesado desde noviembre de 1990, cuando 50 mujeres la desafiaron y se pusieron al volante. Las consecuencias no tardaron en llegar: fueron arrestadas, se las expulsó de sus puestos de trabajo y se confiscaron sus pasaportes. 24 años después, las saudíes siguen sin poder ejercer este derecho. Cada cierto tiempo, una autoridad saudí anuncia que la norma se levantará el año siguiente pero, a pesar de los rumores, los sectores más conservadores del país continúan imponiéndose.
La prohibición de conducir no es la única que afecta a las mujeres. El concepto de custodia masculina, mehrem, limita sus derechos en el matrimonio, el divorcio, la custodia de los hijos, la sucesión, la propiedad, la elección del lugar de residencia, la educación y el empleo. La Comisión de Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio, a través de la Policía Religiosa, ha sido durante años la encargada de cuidar de que las imposiciones se respeten.
El pasado viernes la agencia Associated Press público que el consejo consultivo saudí había recomendado al Gobierno el cese de la prohibición, para que las mujeres pudiesen conducir “con condiciones”. Varios medios internacionales pronto se hicieron eco de la noticia. De eliminarse la restricción, informaba AP, solo podrían conducir un vehículo las mujeres mayores de 30 años, entre las ocho de la mañana y las ocho de la tarde, siempre que fuesen cubiertas con la abaya de uso obligatorio en el país y no llevasen maquillaje.
A pesar de los requisitos, el anuncio parecía significativo. Se trataba tan solo de una recomendación, pero el hecho de que proviniese del consejo consultivo, a cuyos miembros designa el propio rey, apuntaba a que este sería más proclive a atender sus peticiones que las de otros grupos.
Horas después, Al Arabiya señalaba que el anuncio recordaba a otro efectuado en 2008, y que resultó ser un bulo. Cuando ya se atisbaban algunas tímidas celebraciones, Elwatan publicaba otro artículo, en el que el consejo desmentía su apoyo al derecho de las mujeres a conducir.
“El consejo no ha tomado ninguna decisión respecto a este asunto”, afirmaba el portavoz, Mohammed Al-Muhanna, negando una noticia de la que ya distintos medios internacionales se habían hecho eco. “Llevo oyendo anuncios de estas supuestas ”regulaciones“ desde que estaba en la universidad, y soy mayor. ¿Por qué siguen siendo noticia?”, reaccionó la periodista saudí Ebtihal Mubarak.
A finales de 2013, el informe Mujeres de Oriente Medio y Norte de África: Oportunidades y Obstáculos del Wilson Center preveía que el 2014 se presentaba prometedor para las mujeres saudíes, a pesar de que el país ocupaba todavía el puesto 127 de 136 en el Informe de Brecha Global de Género. Poco antes, la decisión de permitir que las mujeres usen su tarjeta de identidad en los juicios sin necesidad de que un pariente masculino la verifique se interpretó como un gesto simbólico que vendría seguido de otros.
A pesar de las esperanzas, la discriminación institucionalizada se ha mantenido sin apenas cambios durante las últimas décadas. “Las reformas se llevarán a cabo cuando la sociedad saudí esté lista para ellas”, ha sido lema del rey Abdulá desde su coronación en 2005.
El caballo de batalla
La reivindicación recobró fuerza a partir del año 2007, cuando la escritoria Wajeha al-Huwaider desafió la prohibición. En 2011, en el contexto de las protestas ciudadanas en Oriente Medio y Norte de África, se lanzó una campaña con el lema “Women to drive” (mujeres por el derecho a conducir), liderada por Huwaider y Manal Sharif, a la que se unieron decenas de mujeres saudíes, que se grabaron conduciendo. Los vídeos fueron difundidos en Youtube.
Desde entonces, la reivindicación del derecho a conducir se ha convertido en el caballo de batalla de un movimiento que no deja de crecer, y que se ha traducido en numerosas iniciativas de promoción de la igualdad en el país. De todas ellas, la última es “October 26 Driving Campaign”. Bajo la etiqueta #Iwilldrivemyself (me conduciré) en Twitter, y a través de cientos de imágenes en Instagram, YouTube y WhatsApp, la campaña cobra cada vez mayor visibilidad internacional.
“No se trata simplemente de un vehículo conducido por una mujer”, se explica en la página web de la campaña. “Se trata de reconocer la humanidad de la mitad de nuestra sociedad y de los derechos que Dios también ha concedido a las mujeres. No hay texto islámico o jurisprudencia que prohíba que las mujeres conduzcan, y su justificación proviene de tradiciones y costumbres que no tienen relación con la religión. El asunto debe resolverse mediante la acción del gobierno, en reacción a las demandas ciudadanas.”
No parece, sin embargo, que el objetivo vaya a lograrse en 2014. Las saudíes tienen motivos para mostrarse escépticas ante cualquier rumor de cambio. Ya en 2010, la bloguera saudí Eman Nafjan resumía así la frustración creciente en torno a este asunto: