Dos años de guerra en Yemen: muerte de civiles, hambre y millones de euros en armas occidentales
Al final de este día, 75 personas habrán muerto o resultado heridas en Yemen. Una de cada diez habrá tenido que desplazarse. Se cumplen dos años desde que una coalición de varios gobiernos del Golfo Pérsico, dirigida por Arabia Saudí, comenzó los ataques en el país contra las milicias de los huzíes. Dos años de desastre humanitario en los que la población civil paga el alto precio de una violencia perpetrada con armamento suministrado por Occidente.
Era la madrugada del 16 de junio de 2015. La madre de Leila Hayal y sus cuatro hermanas perdieron la vida en un bombardeo aéreo de la coalición que destruyó su casa de la ciudad de Taíz. “La fuerza de la explosión lanzó despedidas a mis hermanas y mi madre hasta una distancia de cinco metros. Murieron en el acto. El único superviviente mi padre, Faisal”, relata en un testimonio recogido por Amnistía Internacional.
Las estimaciones sobre las vidas que se ha cobrado el conflicto varían. En enero, la ONU cifró en 10.000 los civiles muertos desde marzo de 2015. Amnistía Internacional habla de 12.000 víctimas mortales y heridos. “Todas las partes del conflicto en Yemen han demostrado un desprecio deliberado por las vidas de la población civil”, critica Lynn Maalouf, directora adjunta de Investigación en la Oficina Regional de la ONG en Beirut.
“Desde los bombardeos indiscriminados sobre zonas civiles y el reclutamiento de niños soldados realizados por el grupo armado huzí a los ataques aéreos ilegítimos y el uso reiterado de municiones de racimo prohibidas internacionalmente por parte de la coalición liderada por Arabia Saudí”, prosigue.
Desplazamiento y hambre
Más de tres millones de yemenís han huido de sus hogares en busca de seguridad, según Naciones Unidas. Dos millones permanecen como desplazados internos y un millón ha retornado a sus hogares “bajo condiciones precarias”, apunta Acnur. Los ataques aéreos y los combates, fruto de la escalada de las operaciones militares, han desplazado a decenas de miles de personas en las últimas semanas.
En el país también viven cientos de miles de refugiados, sobre todo de Somalia. El pasado jueves, 42 refugiados somalíes murieron por los disparos de un helicóptero que abrió fuego contra el barco en que viajaban. Las primeras informaciones atribuyeron el ataque a la coalición árabe.
Pero la lucha diaria de la población yemení consiste en encontrar suficiente comida, agua y gas para cocinar. El hambre es una de las grandes consecuencias del conflicto en un país ya maltratado durante años por la pobreza. Las cifras convierten a Yemen en la mayor emergencia alimentaria del mundo y lo dejan al borde de la hambruna, según Naciones Unidas. Más de 17 millones de personas tienen dificultades para alimentarse, de los cuales unos 3,3 millones de niños y mujeres embarazadas o lactantes sufren desnutrición severa.
“Los factores combinados de los combates, de las restricciones a las importaciones derivadas del embargo de armas y del impago de sueldos a funcionarios públicos en el norte durante varios meses están teniendo un efecto grave sobre el acceso a los alimentos”, explica Gabriel Sánchez, jefe de operaciones de Médicos Sin Fronteras (MSF) para Yemen. Ninguno de sus proyectos, asegura a eldiario.es, ha detectado “un aumento alarmante en las admisiones por malnutrición hasta el momento”.
El miedo, el encarecimiento del combustible o “la reducción drástica” del acceso a atención sanitaria son los otros efectos de la guerra que menciona Sánchez. “Muchas estructuras sanitarias en las gobernaciones del norte del país han resultado dañadas o destruidas en ataques. El transporte de los enfermos o los heridos es extremadamente difícil debido a los combates y los bombardeos. En el sur, muchas instalaciones sanitarias están cerradas”, relata.
La organización humanitaria recuerda que sus instalaciones han sufrido ataques hasta en cuatro ocasiones. “Parte del personal sanitario no se atreve a trabajar en hospitales y muchos pacientes no se atreven a venir, ya que piensan que los hospitales son un objetivo”, denuncia Sánchez, quien insta a las partes del conflicto a respetar el derecho internacional y a garantizar la ayuda.
Más de 5.000 millones en armas a Arabia Saudí
Jordania, Kuwait, Qatar, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, y Sudán forman la coalición militar que interviene militarmente en el país junto a Arabia Saudí y ha sido acusada en repetidas ocasiones de atacar objetivos civiles durante el conflicto.
“Estados Unidos y el Reino Unido han facilitado importante apoyo logístico y de inteligencia a la coalición”, afirma Amnistía Internacional, que denuncia que desde el inicio del conflicto ambos países han transferido armas “por un valor superior a los 5.000 millones de dólares a Arabia Saudí”, según el Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo.
Las armas suministradas, afirma Maalouf, “se han utilizado para cometer graves violaciones y han contribuido a precipitar una catástrofe humanitaria”. Mientras, EEUU y Reino Unido figuran entre los tres mayores países donantes de ayuda humanitaria al país árabe, después de Japón, según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
“Prestan ayuda para mitigar la crisis que ayudan a crear”
“Estos países han continuado autorizando transferencias de armas al mismo tiempo que prestaban ayuda humanitaria para mitigar la misma crisis que han ayudado a crear”, concluye la representante de Amnistía Internacional, que exige que EEUU y Reino Unido detengan “de inmediato” este suministro de armamento.
La ONG también apunta a España, que en los últimos tres años fue el tercer mayor exportador de armas a Arabia Saudí, tras EEUU y Reino Unido. Entre 2014 y el primer semestre de 2016, España exportó armas al país árabe por valor de más de 900 millones de euros, según datos oficiales. Amnistía Internacional reitera su oposición a las negociaciones entre la empresa española Navantia y Arabia Saudí para la construcción de cinco corbetas para la armada saudí.
Violaciones al derecho internacional
El conflicto que enfrenta a las fuerzas leales al presidente Abd Rabu Mandsur Hadi, que cuenta con el respaldo de la coalición árabe, y los rebeldes huzíes, de confesión chií y apoyados por el expresidente Abdalá Salé, ha dejado, según Amnistía, una “amplia variedad de violaciones del derecho internacional que, en algunos casos, constituyen crímenes de guerra”.
En dos años, la organización ha documentado al menos 34 ataques aéreos de la coalición liderada por Arabia Saudí en seis gobernaciones (Saná, Saada, Hayyah, Hodeidah, Taiz y Lahj). Los ataques, dice la ONG, han causado la muerte de al menos 494 personas, entre ellas 148 niños. En algunos “usaron municiones de racimo, de fabricación estadounidense, británica y brasileña, que están prohibidas internacionalmente”, puntualiza.
Por su parte, el grupo armado huzí y sus aliados “han bombardeado zonas civiles en la ciudad de Taiz y disparado artillería de forma indiscriminada contra Arabia Saudí causando muertos y heridos entre la población civil. Según Amnistía, los huzíes ”han reclutado niños soldados“ y ”han restringido la libertad de expresión, de asociación y de reunión pacífica en las zonas bajo su control“. La ONG también denuncia detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas y torturas.
“La larga lista de terribles abusos cometidos por todas las partes en el conflicto pone de manifiesto hasta qué punto urge una investigación internacional e independiente, liderada por la ONU, para investigar las presuntas violaciones cometidas por todas las partes y garantizar que los responsables de tales delitos infames son llevados ante la justicia”, sentencia Amnistía Internacional.