Hace ahora un mes, el tifón Haiyan dejó completamente devastadas las islas filipinas de Leyte, Samar y Panay.
La preocupación se centra en las zonas más rurales y aisladas, donde las dificultades logísticas han provocado que apenas haya llegado la ayuda
En los principales núcleos urbanos la población va tratando de recuperar poco a poco la actividad cotidiana
Ciudad de Tacloban, isla de Leyte. El 8 de noviembre, el tifón Haiyan tocó tierra en Filipinas dejando un reguero de destrucción a su paso. Una de las zonas más afectadas fue la ciudad de Tacloban, en la isla de Leyte. Las zonas más próximas a la costa quedaron devastadas. © Yann Libessart/MSF
Ciudad de Tacloban, isla de Leyte. El 8 de noviembre, el tifón Haiyan tocó tierra en Filipinas dejando un reguero de destrucción a su paso. Una de las zonas más afectadas fue la ciudad de Tacloban, en la isla de Leyte. Las zonas más próximas a la costa quedaron devastadas. © Yann Libessart/MSF
Ciudad de Tacloban, isla de Leyte. Las primeras cifras oficiales que llegaban ya eran alarmantes: medio millón de desplazados, la mayoría de ellos refugiados en centros de evacuación, polideportivos o escuelas.“Tenemos que ser capaces de combatir el mal tiempo que impide el aterrizaje de los aviones, la falta de carburante, la destrucción de infraestructuras, las carreteras bloqueadas, la distancia entre las islas… ese es nuestro mayor reto ahora mismo”, explicaba en los primeros compases de la catástrofe Irene Schiess, responsable logística de la Unidad de Emergencias de Médicos Sin Fronteras. © Yann Libessart/MSF
Ciudad de Tacloban, isla de Leyte. Las primeras cifras oficiales que llegaban ya eran alarmantes: medio millón de desplazados, la mayoría de ellos refugiados en centros de evacuación, polideportivos o escuelas.“Tenemos que ser capaces de combatir el mal tiempo que impide el aterrizaje de los aviones, la falta de carburante, la destrucción de infraestructuras, las carreteras bloqueadas, la distancia entre las islas… ese es nuestro mayor reto ahora mismo”, explicaba en los primeros compases de la catástrofe Irene Schiess, responsable logística de la Unidad de Emergencias de Médicos Sin Fronteras. © Yann Libessart/MSF
Ciudad de Tacloban, isla de Leyte. “Miles de personas se arremolinan en el aeropuerto, donde esperan recibir ayuda y/o ser evacuados. No se detecta pánico, no hay escenas dramáticas. La gente hace cola ordenadamente y en calma, aunque ya llevan días allí. Incluso cuando los soldados lanzan barras de chocolate, no hay disputas y cada uno espera que le llegue la suya”, decía Yann Libessart, miembro del equipo de emergencias de Médicos Sin Fronteras, poco después de llegar a Tacloban. © Yann Libessart/MSF
Ciudad de Tacloban, isla de Leyte. “Miles de personas se arremolinan en el aeropuerto, donde esperan recibir ayuda y/o ser evacuados. No se detecta pánico, no hay escenas dramáticas. La gente hace cola ordenadamente y en calma, aunque ya llevan días allí. Incluso cuando los soldados lanzan barras de chocolate, no hay disputas y cada uno espera que le llegue la suya”, decía Yann Libessart, miembro del equipo de emergencias de Médicos Sin Fronteras, poco después de llegar a Tacloban. © Yann Libessart/MSF
Ciudad de Tacloban, isla de Leyte. “La ciudad está sumida en el caos y llena de deshechos y de bolsas con cadáveres. El hedor es inaguantable. Comparto una pomada de hierbas con aquellos que no llevan máscara o protección”, explicaba Yann Libessart desde Tacloban. © Yann Libessart/MSF
Ciudad de Tacloban, isla de Leyte. “La ciudad está sumida en el caos y llena de deshechos y de bolsas con cadáveres. El hedor es inaguantable. Comparto una pomada de hierbas con aquellos que no llevan máscara o protección”, explicaba Yann Libessart desde Tacloban. © Yann Libessart/MSF
Bruselas. Pocas horas después del paso del tifón, MSF envió nueve aviones con material de ayuda desde sus distintos almacenes internacionales; un material que incluía suministros médicos, tiendas de campaña, kits de higiene y equipos de agua y saneamiento. “Preferimos enviar más material del que sea necesario a enviar de menos, porque lo peor que nos puede pasar es tener a más de 150 especialistas en Filipinas (médicos, sanitarios, especialistas en agua y saneamiento, entre otros) y que no dispongan de herramientas con las que hacer su trabajo”, decía Irene Schiess. © Bruno De Cock
Bruselas. Pocas horas después del paso del tifón, MSF envió nueve aviones con material de ayuda desde sus distintos almacenes internacionales; un material que incluía suministros médicos, tiendas de campaña, kits de higiene y equipos de agua y saneamiento. “Preferimos enviar más material del que sea necesario a enviar de menos, porque lo peor que nos puede pasar es tener a más de 150 especialistas en Filipinas (médicos, sanitarios, especialistas en agua y saneamiento, entre otros) y que no dispongan de herramientas con las que hacer su trabajo”, decía Irene Schiess. © Bruno De Cock
Tacloban, isla de Leyte. “Aquellos que tenían heridas de consideración o bien están ya evacuados o muertos. Nuestra preocupación ahora es la infección de las heridas y las emergencias obstétricas. Dada la falta de agua potable enfermedades relacionadas con el consumo de aguas contaminadas, podrían aparecer pronto. La gente está necesitada de todo. Y esto es en la ciudad de Tacloban. Sólo puedo imaginarme que la situación será aún peor en las zonas aisladas”, anticipaba Libessart 5 días después del paso del tifón. © Yann Libessart/MSF
Tacloban, isla de Leyte. “Aquellos que tenían heridas de consideración o bien están ya evacuados o muertos. Nuestra preocupación ahora es la infección de las heridas y las emergencias obstétricas. Dada la falta de agua potable enfermedades relacionadas con el consumo de aguas contaminadas, podrían aparecer pronto. La gente está necesitada de todo. Y esto es en la ciudad de Tacloban. Sólo puedo imaginarme que la situación será aún peor en las zonas aisladas”, anticipaba Libessart 5 días después del paso del tifón. © Yann Libessart/MSF
Isla de Panay. MSF cuenta actualmente con seis equipos llevando a cabo clínicas móviles en la isla de Panay, tres de ellos viajando en barco para llevar ayuda a unas 10.000 familias. Los otros tres equipos se han adentrado hacia el interior de la isla para llevar material médico y suministros a las ciudades de Estancia, Carles y San Dionisio, donde los médicos de la organización ya han pasado más de 4.500 consultas. © Laurence Hoenig
Isla de Panay. MSF cuenta actualmente con seis equipos llevando a cabo clínicas móviles en la isla de Panay, tres de ellos viajando en barco para llevar ayuda a unas 10.000 familias. Los otros tres equipos se han adentrado hacia el interior de la isla para llevar material médico y suministros a las ciudades de Estancia, Carles y San Dionisio, donde los médicos de la organización ya han pasado más de 4.500 consultas. © Laurence Hoenig
Guiuan, isla de Samar. El tejado del hospital público de Guiuan fue literalmente arrancado por el tifón, pero milagrosamente el edificio se mantuvo en pie. Los médicos y enfermeros de MSF trabajaron sin apenas descanso durante posprimeros días vacunando a los pacientes y limpiando y cosiendo centenares de heridas abiertas, la mayoría de ellas infectadas. Otras muchas personas llegaban con cortes y laceraciones de diversa gravedad. © Caroline Van Nespen/MSF
Guiuan, isla de Samar. El tejado del hospital público de Guiuan fue literalmente arrancado por el tifón, pero milagrosamente el edificio se mantuvo en pie. Los médicos y enfermeros de MSF trabajaron sin apenas descanso durante posprimeros días vacunando a los pacientes y limpiando y cosiendo centenares de heridas abiertas, la mayoría de ellas infectadas. Otras muchas personas llegaban con cortes y laceraciones de diversa gravedad. © Caroline Van Nespen/MSF
Ciudad de Tacloban, isla de Leyte. Romy fue el primer bebé nacido en el hospital hinchable instalado por MSF en los terrenos del Bethany, un hospital de referencia que resultó gravemente dañado a causa del tifón. Este hospital, en el que actualmente trabajan 35 trabajadores internacionales de MSF junto a 135 voluntarios filipinos, será uno de los mayores centros de especialidades médicas en el área de Taclobán por lo menos hasta que los hospitales del Gobierno puedan volver a funcionar con normalidad. © Yann Libessart/MSF
Ciudad de Tacloban, isla de Leyte. Romy fue el primer bebé nacido en el hospital hinchable instalado por MSF en los terrenos del Bethany, un hospital de referencia que resultó gravemente dañado a causa del tifón. Este hospital, en el que actualmente trabajan 35 trabajadores internacionales de MSF junto a 135 voluntarios filipinos, será uno de los mayores centros de especialidades médicas en el área de Taclobán por lo menos hasta que los hospitales del Gobierno puedan volver a funcionar con normalidad. © Yann Libessart/MSF
Tanauan, isla de Leyte. “Cuanto más te adentras en las zonas rurales, menos ayuda encontrabas. De hecho, hay zonas que estuvieron sin recibir ayuda días y semanas. Muchas gente no tenía otra opción que la de dormir a la intemperie bajo las fuertes lluvias”, afirma Caroline Seguin, coordinadora de uno de los equipos de emergencia de MSF. © Yann Libessart/MSF
Tanauan, isla de Leyte. “Cuanto más te adentras en las zonas rurales, menos ayuda encontrabas. De hecho, hay zonas que estuvieron sin recibir ayuda días y semanas. Muchas gente no tenía otra opción que la de dormir a la intemperie bajo las fuertes lluvias”, afirma Caroline Seguin, coordinadora de uno de los equipos de emergencia de MSF. © Yann Libessart/MSF
Distrito de Burauen, isla de Leyte. El distrito de Burauen, en la isla de Leyte, fue otra de las zonas aisladas que MSF priorizó en su intervención. Tanto en Burauen como en otras zonas de Leyte, muchos hospitales fueron arrasados por el tifón. En la imagen, el principal centro médico de Burauen, al que MSF decidió dar apoyo. Diez días después del tifón, seguían llegando muchos pacientes con diarrea, enfermedades crónicas y problemas respiratorios. © Agus Morales
Distrito de Burauen, isla de Leyte. El distrito de Burauen, en la isla de Leyte, fue otra de las zonas aisladas que MSF priorizó en su intervención. Tanto en Burauen como en otras zonas de Leyte, muchos hospitales fueron arrasados por el tifón. En la imagen, el principal centro médico de Burauen, al que MSF decidió dar apoyo. Diez días después del tifón, seguían llegando muchos pacientes con diarrea, enfermedades crónicas y problemas respiratorios. © Agus Morales
Distrito de Burauen, isla de Leyte. MSF colabora con el personal sanitario del hospital de Burauen para que el centro siga dando servicio a los municipios de alrededor de la ciudad. En los terrenos anexos al edificio, los equipos de la organización médica instalaron un hospital de campaña, con 50 camas y con una pequeña sala quirúrgica en la que poder llevar a cabo operaciones menores. Allí se pasan unas 200 consultas al día y se atienden una media de tres partos por jornada. © Agus Morales
Distrito de Burauen, isla de Leyte. MSF colabora con el personal sanitario del hospital de Burauen para que el centro siga dando servicio a los municipios de alrededor de la ciudad. En los terrenos anexos al edificio, los equipos de la organización médica instalaron un hospital de campaña, con 50 camas y con una pequeña sala quirúrgica en la que poder llevar a cabo operaciones menores. Allí se pasan unas 200 consultas al día y se atienden una media de tres partos por jornada. © Agus Morales
Distrito de Burauen, isla de Leyte “Tanto en Burauen como en otras zonas de la isla de Leyte, los filipinos intentan rehabilitar sus casas devoradas por la tormenta o apuestan por construir nuevas viviendas” describe Agus Morales, periodista de MSF. “Por las tardes, queman los escombros, y una nube tóxica (madera, basura, vegetación) se mezcla en el ambiente con el calor tropical. Parece un rito oriental para que arda todo lo relacionado con el tifón y los hogares y la vida se renueven”. © Agus Morales
Distrito de Burauen, isla de Leyte “Tanto en Burauen como en otras zonas de la isla de Leyte, los filipinos intentan rehabilitar sus casas devoradas por la tormenta o apuestan por construir nuevas viviendas” describe Agus Morales, periodista de MSF. “Por las tardes, queman los escombros, y una nube tóxica (madera, basura, vegetación) se mezcla en el ambiente con el calor tropical. Parece un rito oriental para que arda todo lo relacionado con el tifón y los hogares y la vida se renueven”. © Agus Morales
Distrito de Burauen, isla de Leyte Además de seguir tratando de llegar a las poblaciones más aisladas a través de clínicas móviles, otra de las prioridades de MSF es la atención psicológica. Las necesidades en el área de salud mental son enormes, ya que muchas de las víctimas han perdido a su familiares, amigos y hogares. Para superar el trauma, muchos tratan de recuperar la normalidad en sus vidas. MSF ya ha prestado apoyo psicológico a unas 2700 personas y está formando al personal sanitario local para que pueda atender las urgencias y las futuras necesidades de salud mental. © Agus Morales
Distrito de Burauen, isla de Leyte Además de seguir tratando de llegar a las poblaciones más aisladas a través de clínicas móviles, otra de las prioridades de MSF es la atención psicológica. Las necesidades en el área de salud mental son enormes, ya que muchas de las víctimas han perdido a su familiares, amigos y hogares. Para superar el trauma, muchos tratan de recuperar la normalidad en sus vidas. MSF ya ha prestado apoyo psicológico a unas 2700 personas y está formando al personal sanitario local para que pueda atender las urgencias y las futuras necesidades de salud mental. © Agus Morales
Ciudad de Tacloban, isla de Leyte. Pese a la destrucción que dejó a su paso el tifón, poco a poco la gente intenta volver a la normalidad, “La solidaridad aquí está en todas partes. La gente comparte lo poco que tiene. Los niños juegan continuamente con lo que encuentran. Siempre me sorprende que consigan seguir siendo niños, incluso en situaciones tan apocalípticas como las de ahora”, comenta Yann Libessart. © Yann Libessart/MSF
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