Santander y BBVA mantienen su estructura directiva pese a la doctrina del BCE y la justicia europea
El 1 de enero traerá consigo un cambio en algunos de los rostros que han marcado el sector financiero en los últimos años. El principal cambio, el histórico banquero Francisco González, se jubila y cede el testigo a su sucesor, Carlos Torres. Por otro lado, el italiano Andrea Orcel, asumirá el cargo de consejero delegado de Banco Santander, en sustitución de José Antonio Álvarez.
Pero más allá del cambio de rostros, ambas entidades plantean que se mantendrán sus respectivas estrategias. También siguen sus estructuras directivas, con un presidente ejecutivo que detenta buena parte del control de la entidad financiera y un consejero delegado que ejerce como segundo escalón ejecutivo. Sendas compañías han optado por utilizar una estructura igual pese a que la doctrina del Banco Central Europeo y del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha puesto sobre la mesa este mismo año la necesidad de separar la figura de presidente del consejo de administración y la dirección ejecutiva.
En ambos casos se mantiene la posición de un presidente ejecutivo que controla la dirección del negocio. Ana Botín en el caso del Santander, y Carlos Torres, en el BBVA, seguirán ocupando esta posición de control. Ambos estarán apoyados por los consejeros delegados. En el caso de Botín, estará acompañada por el italiano Andrea Orcel, que sustituirá a José Antonio Álvarez, nuevo vicepresidente ejecutivo y presidente de Santander España. En el caso del BBVA, Torres tendrá que elegir a su sustituto como segundo ejecutivo de la casa.
Fuentes de Banco Santander aseguran que el Banco Central Europeo ha dado el visto bueno al nombramiento de Orcel. Añaden que, en cualquier caso son “recomendaciones” por parte del organismo. Por su lado, el BBVA no confirma haber recibido la aprobación del supervisor a su cambio en la presidencia pero subraya que se ha hecho acorde a la regulación. Además de BBVA y Santander, que son los que han cambiado su cúpula recientemente, Sabadell, Bankia y Unicaja son otros grandes bancos españoles con esta estructura presidencialista.
La doctrina del BCE de pedir la separación del presidente del consejo del primer ejecutivo viene de lejos pero se hizo patente en primavera en una sentencia del TJUE. El organismo supervisor había frenado el nombramiento de directivos en bancos filiales del francés Credit Agricole por sumar en un puesto la presidencia y el cargo de consejero delegado. La entidad gala acabó recurriendo a la justicia comunitaria, que dio por buena la lectura que hizo el organismo que preside Mario Draghi de la regulación europea.
El organismo defendía en dicho caso que la presidencia del consejo o de cualquier órgano de supervisión de una entidad de crédito o empresa financiera “no podrá ejercerse por el consejero delegado ni por una persona que ejerza funciones directivas equivalentes”. Esta función de supervisión se vería “comprometida”, según el BCE, en caso de sumar en un mismo directivo también la función ejecutiva.
De este modo, el BCE hacía suya una reclamación continuada de los expertos en buen gobierno corporativo. La presidencia y la dirección ejecutiva deben estar separadas. De este modo, el consejo de administración, con un presidente, preferiblemente independiente, está separado del consejero delegado, que es el responsable de la gestión del día a día del negocio.
El primero debe defender los intereses de los accionistas y el segundo de los administradores. Así, en la teoría de las buenas prácticas, se lograría un equilibrio de poderes. Sin embargo, en la práctica todavía la mayoría de las grandes compañías cotizadas mantienen un presidente ejecutivo.
Pero más allá del BCE y la justicia europea, las empresas cotizadas tienen que hacer frente a la presión que ejercen los grandes fondos de inversión. Estos inversores dan cada vez más importancia a las políticas de buen gobierno corporativo. Así, si por ejemplo se acude al documento de principios de Blackrock, la mayor gestora de fondos del mundo, se puede leer que “la dirección mejora cuando la presidencia la asume un consejero no ejecutivo”. Este fondo es el primer accionista de Banco Santander y de BBVA, en ambos casos ronda el 6% del capital.