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La economía española tumba el catastrofismo de la derecha

Las vicepresidentas del Gobierno Yolanda Díaz, Nadia Calviño y Teresa Ribera.

Daniel Yebra / Ana Ordaz

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“Nos dirigimos a una profundísima crisis económica”. El catastrofismo del líder del Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, y del resto de la derecha de nuestro país durante los últimos meses ha chocado una y otra vez con la realidad de los datos. Este viernes, el Instituto Nacional de Estadística (INE) avanzó que la economía española creció un 5,5% en 2022 y que, incluso, evitó la contracción Producto Interior Bruto (PIB) en el cuarto trimestre, pese al daño inevitable de la inflación al consumo de las familias y a la inversión de las empresas.

La resistencia de la economía ha tumbado todos los augurios de recesión, sorprendiendo incluso a las estimaciones más recientes, como el 5,2% que calculó el Fondo Monetario Internacional (FMI) hace apenas una semana.

El Gobierno se aferra ahora a su objetivo del 2,1% de crecimiento económico en 2023 porque los factores más negativos se han matizado, como ocurre con la caída del precio de la energía o con la menor debilidad de algunos de los principales socios comerciales. Eso sí, con la excepción de la amenaza de las subidas de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) y el endurecimiento de las condiciones de financiación que implican.

Tanto esta previsión del 2,1% para el próximo ejercicio como el avance del PIB de España en 2022 lideran el crecimiento de las principales economías de la eurozona. Y en nivel, el PIB está ya a menos de un punto de completar la recuperación del shock de la pandemia. Una reconstrucción que ya consiguieron Alemania, Francia o Italia hace meses, debido a que sufrieron un golpe menos profundo en 2020 por el menor peso del turismo y de los servicios en general.



Las claves del crecimiento económico

Precisamente, las claves de la resistencia de la economía pasan en primer lugar por el momento más intenso de la recuperación que atravesaba España cuando Rusia decidió invadir Ucrania, a finales de febrero del año pasado, y desencadenar una histórica crisis de inflación. 2022 era el ejercicio del turismo tras las restricciones existentes desde 2020, y la guerra lo complicó todo, pero no impidió una llegada masiva de turistas.

“Gran parte del crecimiento [en 2022 en conjunto] tuvo lugar en el segundo trimestre, punto en el que la economía se benefició en mayor medida del desvanecimiento de la pandemia y la recuperación del sector turístico. A partir del tercer trimestre, el crecimiento se moderó sustancialmente ante el impacto del aumento de la inflación y el incremento de los tipos de interés”, explica el equipo de economistas de Caixabank Research.



El turismo fue el motor de la extraordinaria aportación de 2,6 puntos al crecimiento económico del sector exterior durante el año pasado. Pero los expertos insisten en destacar la fortaleza de otras exportaciones de nuestro país, con productos y servicios de elevado valor añadido que han ganado peso durante los últimos años, como los productos químicos, entre los que se encuentran los medicamentos, servicios de consultoría, el material informático y electrónico o el vestido y el calzado.

De esta manera, España cerró 2022 con la balanza por cuenta corriente en positivo (la diferencia entre las exportaciones, incluido el turismo, y las importaciones respecto al PIB) por undécimo año consecutivo. Y ocurrió pese a la histórica escalada de la factura energética (por la subida del petróleo, el gas...).

Esta fortaleza es muestra de la transformación de la economía desde la Gran Crisis Financiera de 2008. Y en esta crisis de inflación supone un puntal importante para la resiliencia del crecimiento.

Caída del precio de la energía

El abaratamiento de las importaciones por la caída de los precios de la energía en los mercados internacionales salvó el crecimiento en el cuarto trimestre del año, cuando se contrajeron el consumo de las familias, por el daño de las subidas de precios al poder adquisitivo y la inversión de las empresas, por el aumento de los costes.



Hasta la recta final del año, el gasto de los hogares había resistido gracias al exceso de ahorro acumulado durante la pandemia, a las medidas de choque del Gobierno (el tope al gas, el descuento a los carburantes o en el transporte público, las bajadas de impuestos a la energía, el incremento del IMV...) y al dique de contención que ha supuesto el mercado de trabajo.

La inflación ha mordido la renta de las familias, pero por primera vez una crisis no ha supuesto una gran destrucción de empleo, sino que se han creado puestos de trabajo y más que nunca en sectores tecnológicos. Además, el Gobierno de coalición destaca la menor precariedad y temporalidad tras la reforma laboral de 2021, crucial para favorecer decisiones de compra o de inversión. Así, el consumo a lo largo de 2022 aumentó algo más de un 4%. Y se prevé que vuelva a crecer en 2023.

Mientras, las empresas también se han aprovechado de las medidas del gobierno para aliviar la escalada de la energía (el mecanismo ibérico o tope al gas ha rebajado una tercera parte de la subida de electricidad, según cálculos del Gobierno), de las ayudas directas y del despliegue del Plan de Recuperación, que según calcula el propio Ejecutivo aportó 1,2 puntos al crecimiento del PIB el año pasado.



La inversión se elevó alrededor de un 4% el año pasado, destacando y, de nuevo como muestra de los cambios estructurales de la economía española, la inversión en activos inmateriales (propiedad intelectual), de mayor valor añadido y menos intensivos en deuda que sectores protagonistas del pasado como la construcción.



“La inercia positiva de 2022 y los fondos europeos ayudarán a no caer en recesión e incluso existe la posibilidad de que el año que viene termine siendo mejor de lo esperado”, observa el equipo de investigadores del Real Instituto Elcano. “Las medidas desplegadas por las autoridades para hacer frente a la crisis energética y al repunte de la inflación proporcionarían un cierto apoyo a la actividad durante los primeros meses del próximo año [la más complicada]. A partir de la primavera, la actividad recobrará un dinamismo creciente”, añade el Banco de España.

Subidas de salarios

La CEOE se resiste a destacar estos aspectos y en su valoración de los datos publicados por el INE se centró este viernes en que “de cara a 2023 los riesgos siguen siendo a la baja. El impacto de la subida de los tipos de interés sobre el consumo e inversión de familias y empresas, la alta inflación y la situación de las finanzas públicas, junto al panorama geopolítico, configuran, entre otros factores, un escenario que puede lastrar la actividad y el empleo”.

“Los datos son siempre mejores de lo que se pronostica, lo que es un síntoma de fortaleza”, responden desde el Ministerio de Asuntos Económicos. Aunque el equipo de la vicepresidenta primera Nadia Calviño admite “el entorno de elevada incertidumbre” y que “será necesaria mucha actividad de la política económica”.

El Gobierno defiende que una de sus prioridades es apoyar un pacto de mejora de los salarios para que los trabajadores recuperen la capacidad de compra, aunque esta negociación entre sindicatos y patronal a nivel general permanece estancada, y se está peleando empresa por empresa, y también está pendiente la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), para la que ya hay reuniones convocadas la próxima semana.

La inflación

La inflación volverá a ser clave en 2023 en la evolución general de la economía. Y en nuestro país la expectativa es que continúe la senda de moderación de los últimos meses –España cerró 2022 como el país de la eurozona con la menor inflación– y se mantenga en niveles más bajos que en el resto de la eurozona. “Para los próximos meses, es de esperar que la moderación de las presiones inflacionistas prosiga, lo que debería facilitar que se consolide la incipiente mejora de la confianza del consumo, muy lastrada hasta la fecha”, inciden en Caixabank.

La estrategia del propio BCE de asfixiar la economía con los aumentos de los tipos de interés para luchar contra las subidas de precios es uno de los principales obstáculos para el crecimiento. El encarecimiento de las hipotecas y del resto de los préstamos ya se nota en la demanda de crédito.

El Gobierno se agarra a otros cambios fundamentales de la economía española, como son el coste históricamente bajo de la deuda tras años de políticas monetarias expansivas y la reducción del endeudamiento privado, tanto de familias como de la empresas.

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