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ENTREVISTA
Secretario General de CCOO

Unai Sordo: “La reforma laboral está pensada para los más precarios, la izquierda tiene difícil votar en contra”

Unai Sordo, durante una entrevista con elDiario.es en su despacho en la sede de CCOO en Madrid.

Laura Olías

29 de enero de 2022 22:51 h

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Unai Sordo (Bilbao, 1972) es optimista respecto a la convalidación de la reforma laboral. A unos días de su votación en el Congreso, el Gobierno aún no tiene los apoyos parlamentarios garantizados y varias fuerzas progresistas aliadas del Ejecutivo se mantienen en el 'no'. Pero el líder de Comisiones Obreras (CCOO), atento a la negociación política que se desarrolla estos días, considera que el decreto saldrá adelante con el apoyo de algunos socios clave de legislatura, como ERC. “Todos los contenidos de la reforma suponen una mejora de condiciones laborales y de derechos para los trabajadores”, subraya.

Se encara la semana de la convalidación del decreto de la reforma laboral. ¿Cómo lo ve? ¿Cree que saldrá adelante?

Espero y creo que va a salir adelante. El tema no está ni mucho menos cerrado, hay conversaciones a varios niveles, pero no contemplo otro escenario. Me parece que las consecuencias de la no convalidación del decreto serían bastante dramáticas. En el terreno laboral, porque volveríamos a la legislación del Partido Popular, pero también en el terreno político, nos metería en un escenario verdaderamente delicado.

CCOO defiende que se ha alcanzado una “muy buena reforma”. ¿Por qué es tan positiva? ¿Cuáles son los principales motivos para votar a favor?

Hay que tener en cuenta que es una reforma muy amplia, son prácticamente 50 páginas de Boletín Oficial del Estado, que no tienen ni una sola medida lesiva para los trabajadores. Todos los contenidos suponen una mejora de condiciones laborales y de derechos para los trabajadores. 

Es una reforma muy ambiciosa para afrontar una de las grandes lacras del modelo laboral español, que es la temporalidad. Es la primera vez, o la vez que con más ambición se aborda este problema. Si la reforma se aplica en toda su extensión va a conllevar una caída importante de la temporalidad en España en los próximos trimestres y años. Solo esto ya sería muy importante.

Suele destacar mucho también los cambios en la negociación colectiva. 

La reforma reequilibra la negociación colectiva con algunos aspectos claves de derogación de la reforma del Partido Popular, como es la recuperación de la ultraactividad y la eliminación de la posibilidad de rebajar los salarios desde los convenios de empresa. Además, se ofrecen alternativas a los despidos a través de una normalización de los ERTE con el nuevo Mecanismo Red, que debería servir para evitar despidos en el futuro. 

Es una reforma que aborda muchos de los problemas que más afectan a los trabajadores más débiles, a lo que se entiende por “el precariado”, y que consolida lo que venimos haciendo de forma concertada desde que se inició la legislatura y la pandemia. Que nada tiene que ver con las reformas que se hicieron después de todas las crisis económicas en España. Además, esta no es una reforma de punto final. 

Es una de las cosas que más repite en estos días. 

Es que la reforma no implica que haya otras materias de la legislación laboral que no se puedan seguir abordando a lo largo de la legislatura. Por tanto, no es comprensible un rechazo por parte de las izquierdas. Y, como la reforma viene además avalada por el diálogo social, no se entendería un rechazo por ningún partido político que crea medianamente en la democracia y en el papel que debería jugar el diálogo social.

La reforma laboral no se va al centro por estar pactada con la CEOE, sino que es una nueva forma de abordar los problemas laborales que está ocupando centralidad. No es lo mismo

¿Los cambios tendrán repercusión inmediata para los trabajadores? ¿Notarán pronto las mejoras que apunta?

Creo que sí. Este viernes he estado en Catalunya, donde el año pasado se hicieron 700.000 contratos de obra y servicio. Estos contratos podían durar entre tres, cuatro años y van a desaparecer. En los contratos temporales que ahora vamos a tener la duración puede ser como máximo de seis meses o, como mucho, de doce. Esto afecta sobre todo a los trabajadores más precarios.

Además, hay miles de trabajadores, y sobre todo de trabajadoras, afectadas por convenios de empresa que redujeron los salarios en las empresas multiservicios y en otras. Si se les aplican los convenios sectoriales tienen incrementos salariales en algunos casos del 25, del 30 y del 35%. Esto se puede empezar a notar en cuanto se despliegue la norma y se cambie el convenio de aplicación. Luego hay otras medidas que van a tardar más en llegar. 

¿Por ejemplo?

Los ERTE y el Mecanismo Red o el efecto disuasorio de las nuevas sanciones a los incumplimientos de contratos temporales, que encarecen notablemente las multas. Se va a multar por cada contrato fraudulento y veremos que esto va teniendo efectos en la estabilidad de los trabajadores, pero quizás más a medio plazo. 

Hay quien desconfía de la reforma porque está pactada con los empresarios. ¿Por qué reivindica el acuerdo social a tres bandas, histórico, en lugar de una reforma unilateral como la que hizo el PP en 2012?

Las reformas pactadas tienen una mayor estabilidad. Nosotros no queremos reformas solo para este ciclo político, sino con vocación de permanencia. Creo que hay gente en el ámbito de la izquierda que está haciendo una lectura equivocada del momento y de cómo se generan los consensos en la sociedad. Por estar pactada con la CEOE, esta no es una reforma que se vaya al centro, sino que es una nueva forma de abordar los problemas laborales que está ocupando centralidad, que no es lo mismo. 

Lo que hemos hecho en esta reforma y durante la pandemia es cambiar el parámetro de la política laboral con la que se enfrenta una crisis. Si esta crisis se hubiera afrontado con las herramientas que se aplicaron en la financiera, y particularmente en la reforma de 2012, hubiéramos perdido millones de puestos de trabajo que no se han perdido. Ahí están los datos. Y el hecho de hacer esto con acuerdo no es porque la reforma se devalúe, sino porque esta política laboral va ganando peso y no solo en España, sino en Europa, y lo veremos en el futuro. 

 ¿Cómo?

A quienes tienen esos temores les preguntaría si creen que después de lo que hemos vivido, del efecto de los ERTE, de cómo se ha recuperado en empleo en esta crisis respecto a las anteriores en las que se tardó mucho más,... si creen que las próximas crisis de la economía se podrían afrontar desde los viejos parámetros de devaluación salarial y de destrucción de empleo. Creo que será mucho más difícil porque hemos demostrado que se puede ser más justos, pero también más eficaces. 

Piden al Parlamento que se convalide el decreto sin cambios. ¿Eso no resta legitimidad al poder legislativo?

Se están confundiendo un poco las cosas. El decreto solo se puede convalidar sin cambios. Hay que votar sí, no o abstención. Si no se convalida, desaparece del ordenamiento jurídico y lo que pervive es la reforma laboral del Partido Popular. Otra cosa es que luego se abra o no una tramitación como proyecto de ley, que ese sería el segundo debate.

Ustedes piden que no se abra ese trámite parlamentario. ¿Por qué?

Por cómo vemos la reacción de los partidos. Tal vez, en los terrenos que se mueve hoy la política, con un montón de efectismos, podemos entrar a un juego de enmiendas cruzadas que tengan más que ver con cómo construye cada uno su relato sobre la reforma que con el propio contenido de la ley. Los partidos tienen toda la legitimidad para plantear sus reclamaciones, por supuesto, pero es importante entender que esta reforma tiene el perímetro que tiene y no otro. 

Aquí no se trata de decir, como a veces pueden dejar deslizar en la CEOE, que no tocar una coma del decreto significa que no se tocará ni una coma de la legislación laboral. Para nada. Aquí hemos hablado de ultraactividad, de contratación temporal, de contratos de formación, pero no hemos hablado, por ejemplo, de contratación a tiempo parcial ni de otras muchas cosas que se pueden hablar durante la legislatura. Es más, es que los sindicatos vamos a seguir con una agenda reivindicativa, empezando por el salario mínimo interprofesional. 

Varios partidos de la izquierda parlamentaria están en el 'no' y tachan la reforma de "totalmente insuficiente". Han explicado sus motivos en un comunicado, ¿qué le parecen? 

Creo que responden a distintas claves y no englobaría a todos los partidos en el mismo paquete. La CUP no ha tenido en ningún momento interés ni en esta reforma ni en cualquier otra, es un partido que juega otras cosas. Las posiciones de EH Bildu y de BNG están excesivamente mediatizadas por las de sindicatos nacionalistas que ni siquiera consideran un espacio deseable ni legítimo el diálogo social. Es una posición que creo que les juega a la contra, porque prácticamente rechaza esta herramienta. 

Y respecto a ERC, me parece que esta sobreactuación le ha restado elementos de maniobrabilidad en la negociación con el Gobierno, pero espero que acabe llegando a buen puerto y acabe facilitando la aprobación del decreto. Porque, ya sé que estas cosas no gusta oírlas, pero hay que decirlas: el ‘no’ a este decreto supone la consolidación de la reforma laboral del Partido Popular. Y estos partidos y todos tienen que ser conscientes de que esto es así.

En el comunicado, ERC, EH Bildu, BNG y la CUP recogen reivindicaciones concretas relacionadas precisamente con la reforma laboral del PP. ¿Hay margen para abordarlas fuera de esta reforma?

Claro. Esta es una reforma de perímetro muy amplio y muy ambicioso, pero no agota todas las materias del Estatuto de los Trabajadores, ni las medidas que España tiene que abordar para mejorar su modelo laboral. 

Lo que estamos trasladando a los partidos es que sus reivindicaciones, que son legítimas y que algunas las compartimos, son perfectamente compatibles con esta reforma. Que las trabajen y que pongan las propuestas encima de la mesa. Que las podían haber puesto antes también, que parece que todo el mundo se acuerda de hacer propuestas laborales justo ahora y no hace un año, o hace un mes. Aunque me gustaría decir que no es verdad que no se hayan tocado las indemnizaciones por despido en esta legislación. 

Estos partidos piden volver a la indemnización de 45 días por despido improcedente.

En la práctica y en la medida en que la reforma dé resultados claro que cambian las indemnizaciones por despido, pero hay que tener visión de cómo funciona el modelo laboral. 

Lo que hemos hecho está mucho más pensado para el precariado, los temporales que pasarán a ser fijos, que en las personas más instaladas en el mundo laboral. ¿Recuperar las indemnizaciones de 45 días? Claro que queremos, pero esas mejoras de indemnizaciones afectan sobre todo a las personas con largas carreras de permanencia en una empresa. Un trabajador temporal tiene de media 56 días de contrato en España. Para él no es tan importante que la indemnización sea de 33 o de 45 días como que no le echen, como que tenga un contrato indefinido. Y eso es lo que hemos priorizado en esta negociación.

Estas formaciones políticas aluden a que la legislación “no constituye la derogación de la Reforma Laboral del 2012”. ¿El Gobierno y los sindicatos han podido crear una falsa expectativa de qué iba a suponer esta legislación? ¿Se ha explicado lo suficiente lo que se iba a hacer?

Vivimos en tiempos en los que los mensajes se sintetizan mucho y se simplifican en exceso, soy perfectamente consciente de eso. Cuando todo el mundo pone, o ponemos, el foco en la derogación, da la impresión de que lo que se está buscando es eliminar simple y llanamente la ley del año 2012, y ya está. En Comisiones Obreras hemos intentado hacer pedagogía con esto, decir que esto no iba de derogar para volver al 2010 o al 2009, donde en España teníamos un 32% de temporalidad. 

En este tiempo he hablado, por ejemplo, de “derogación por elevación”: derogar aspectos de la reforma laboral del Partido Popular y superar otros creando una nueva legislación. Eso es lo que hemos hecho. ¿Qué ocurre? Que “derogación por elevación” no lo entiende nadie. Entonces, hemos acabado lanzando un mensaje terriblemente simplista, que en algunas lecturas que se queden solo ahí puede haber generado una frustración. Porque no todos y cada uno de los aspectos de la reforma del año 2012 desaparecen, eso es así. Pero sí se han eliminado aspectos centrales y, por la vía de una legislación alternativa, se van a superar otros. 

La reforma anterior fundamentalmente facilitó la caída de los salarios, el debilitamiento de la negociación colectiva, la precarización de la contratación y el ajuste de las empresas a través de los despidos. Y creo que esa lógica sí que la hemos revertido y que el tiempo nos va a dar la razón.

Sería una torpeza histórica que el mejor resultado de las políticas laborales ante una crisis en España finalmente se lo apropiaran los partidos del espectro liberal, centro y conservador. Creo la izquierda no va a cometer ese error

¿Cree que hay más motivos políticos que de contenido en el rechazo a la norma? En estos días ha hablado de "intereses electorales"

Espero que no sea así y el jueves llegaremos a la conclusión. Pero en algunas declaraciones eso se planteó poco menos. Da la impresión cuando alguien dice que “no está avalando proyectos políticos personales” que no está pensando en el contrato indefinido de la juventud trabajadora. Que no está priorizando si las camareras de piso van a comprar el convenio de una empresa multiservicios o que a un trabajador lo incorporen en un ERTE para evitar el despido.

Pero, para no abundar en las polémicas, lo que pediría a las fuerzas políticas, particularmente a las de izquierda, es que prioricen más los problemas de la gente y dejen en un segundo plano sus cuitas políticas. Lo que hace falta es consolidar un momento político muy delicado y que se refuerce una agenda social fuerte en lo que queda de legislatura. Creo que eso es en lo que tendrían que estar y no ir haciendo cábalas electorales, que queda mucho para próximas elecciones.

Aún quedan unos días para la votación, ha estado en Barcelona, ¿comparte el diagnóstico de la vicepresidenta Yolanda Díaz de que la reforma puede salir adelante con los socios de investidura?

Sí. No descartaría ningún escenario, pero me consta que se está trabajando básicamente con los grupos de la investidura para sacar adelante el acuerdo. Insisto, lo razonable sería que todos los partidos que consideran que los agentes sociales tenemos un papel constitucional que jugar avalaran esta reforma, pero particularmente los de izquierda por los propios contenidos de la legislación.

Es muy difícil que al día siguiente, el viernes que viene, esas fuerzas de izquierda tengan que explicar que las camareras de piso van a seguir cobrando los convenios de las multiservicios, que los millones de contratos de obra y servicio van a seguir durando dos, tres o cuatro años. Que la ultraactividad de un convenio puede hacer que este desaparezca cuando no se llega a un acuerdo. Es muy difícil que le expliquen esto a la gente, quiero pensar que finalmente se llegará a un tipo de consenso para sacar la reforma adelante.

Si no fuera así y el Ejecutivo la sacara adelante con Ciudadanos, ¿queda en cuestión la lectura progresista de la ley? 

No, el decreto es el mismo. Que la reforma que sea más o menos progresista no puede depender de quien lo avale finalmente. En mi opinión, ese escenario no se va a dar, pero evidentemente voy a hacer la misma valoración del contenido del decreto lo apoye quien lo apoye. 

Nosotros pedimos el voto a favor del conjunto de los partidos y, particularmente, de los partidos de la investidura que se consideran progresistas. Me parecería de una torpeza que rozaría lo histórico que el mejor resultado de las políticas laborales ante una crisis que ha habido en España finalmente se lo pudieran apropiar los partidos del espectro liberal, centro liberal y conservador. Creo que no van a cometer ese error.

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