Cómo se hacen nuestros zapatos
¿Sabes que en 2013 se fabricaron en el mundo 22.000 millones de pares de zapatos? ¿Que el 87% de ellos se produjeron en Asia? ¿Y que en Europa compramos cuatro de cada diez? La mitad de los europeos no sabe nada sobre estos datos, ni sobre las condiciones en que se manufacturó el calzado que usa cada día, en muchas ocasiones bajo salarios ínfimos y poniendo en peligro la salud de los trabajadores. La campaña Cambia de Zapatos, puesta en marcha por 15 organizaciones europeas -entre las que está la española Setem Federación - trata precisamente de reivindicar “una cadena de suministro ética, sostenible y transparente” y apelar a los consumidores para que tomen conciencia del origen de sus zapatos.
El objetivo es que al igual que la campaña Ropa limpia puso el foco en las condiciones de los trabajadores del textil, ahora Cambia de Zapatos quiere lograr lo mismo con la industria del calzado. Para ello lanzarán en breve una aplicación móvil para que la ciudadanía se una de forma virtual a una marcha hacia Bruselas para pedir a las instituciones europeas “a que adopte normas claras que garanticen la transparencia en la cadena de suministro de zapatos”, según señala Setem en un comunicado.
El consorcio que impulsa la campaña realizó el pasado junio una encuesta -con una muestra de 10.000 entrevistas en 20 países europeos- que puso de manifiesto que el 63% de los consumidores está de acuerdo en imponer una regulación a las mercancías “para garantizar que se protegen los derechos laborales de los trabajadores”. Más de un 85% estaría además dispuesto a “pagar como mínimo un poco más” por un calzado respetuoso con el medio ambiento y los derechos de los trabajadores.
China, el primer productor
Según datos manejados por Setem, el primer exportador es Asia y el mayor importador Europa, donde cada año nos gastamos una media de 171,9 euros en zapatos -en España, 189,8-. El país que más calzado produce es China, seguido de India, Brasil, Vietnam e Indonesia. El consumidor europeo paga unos 120 euros por una zapatilla deportiva que se fabrica en Indonesia. De ese dinero, solo un 2% se emplea en salarios de los productores. La marca puede llevarse unos 26 y el minorista unos 45 .
En el procesamiento de las materias primas y en la fabricación del producto es donde se producen los mayores abusos, como subrayan desde la campaña: en el curtido del cuero “se incumplen normas esenciales de seguridad”. Ponen como ejemplo el suceso ocurrido el pasado enero en una curtiduría de Tamil Nadu (India), donde murieron ahogados nueve trabajadores y un vigilante al derramarse el tanque de reciclaje de residuos. No estaba suficientemente bien anclado y rebasada la cantidad permitida.
Tampoco los trabajadores reciben el salario mínimo interprofesional y muchas veces ni siquiera digno. Explican que la industria del calzado contrata a menudo trabajos a domicilio, peor pagados y de paso se ahorran las cuotas a la seguridad social. Son las mujeres las que en la mayoría de los casos realizan estas labores mientras cuidan de sus hijos o trabajan el campo. Una mujer en la India que trabaje desde su casa puede percibir apenas 0,14 euros por cada zapato cosido y cada jornada coserá un máximo de 10: 1,5 euros al día por un trabajo sin seguridad social ni otras prestaciones laborales.
“Es sorprendente lo poco que los consumidores y las consumidoras sabemos acerca de la producción de calzado. La campaña Cambia Tus Zapatos actuará mediante la sensibilización, la presión a las marcas y la incidencia política para abordar las principales cuestiones que permiten que los abusos contra los derechos laborales continúen, como lo es la total falta de transparencia en el sector”, afirma el coordinador en España de la campaña, José Luis Mariñelarena.