Han pasado quince años desde que en 2004 científicos del Servicio de Control de Mosquitos del Baix Llobregat detectaron por primera vez la presencia de colonias del mosquito Aedes albopictus en la península, concretamente en unos invernaderos de Sant Cugat del Vallés. El mosquito tigre llegaba así a España. En esta década y media la progresión de este díptero, más agresivo e invasivo que el mosquito común, Culex pipiens, ha sido espectacular, cubriendo prácticamente todo el litoral, incluidas zonas “frías” como Asturias, Euskadi y Galicia, así como algunas del interior, sobre todo en el sur.
La subida de las temperaturas debido al cambio climático, así como el abandono de antiguas infraestructuras agrícolas que se encharcan fácilmente con las lluvias o el agua del riego, creando estanques artificiales perfectos para la cría, favorecen que el ciclo reproductor del mosquito se acelere y le brindan el hábitat ideal para subsistir cuando las circunstancias ambientales se menos favorables. De este modo consigue pasar un invierno tras otro y acrecentar su zona de dominio.
Por otro lado, especies cercanas como Aedes aegypti -procedente de África- y Aedes japonicus -procedente de Corea y Taiwan- también se están asentando en nuestro territorio, potenciando así el efecto de transmisión de diversas enfermedades tropicales hasta ahora raras o inexistentes en la zona, así como permitiendo la expansión de otras. Adicionalmente, el regreso puntual a la península de variedades del mosquito Anopheles capaces de transmitir la malaria, hace temer en el futuro por un rebrote de esta enfermedad ante el riesgo de descuido de campos que antiguamente fueron ciénagas, especialmente en el litoral de Murcia y la Comunidad Valenciana.
5 enfermedades transmitidas por el mosquito tigre y sus parientes
Hace pocos días se ha sabido que tres turistas islandesas fueron infectadas en Alicante con el virus chikungunya, muy probablemente por la picada de un mosquito del género Aedes sp. No es ni de lejos el único caso; cada día son más frecuentes los casos autóctonos de enfermedades tropicales y basta la presencia del mosquito y una persona que incube la enfermedad para que se certifique la transmisión a otra persona sana.
Son precisamente las zonas turísticas costeras, con calor, humedad y un vaivén de personas desde todos lados, las máximas candidatas a ser el escenario de posibles brotes epidémicos de las siguientes cinco enfermedades tropicales que a continuación te relatamos.
Chikungunya: es una enfermedad vírica, originaria de las planicies de Mozambique y Tanzania, que se transmite por la picadura de mosquitos del género Aedes y que por tanto el mosquito tigre puede transmitir aunque provenga de Asia. Chikunguya en la lengua local de la zona, el maconde, significa “andar retorcido”, y hace referencia a que quienes lo padecen se retuercen de dolor, ya que este afecta a la cabeza y las articulaciones, provocando también fiebre. La mayoría de los casos registrados en Europa son, tal como ocurre con el Zika y el dengue, importados. Pero no todos: en Italia hubo al menos 14 casos autóctonos confirmados en 2017. No es una enfermedad grave pero sí molesta.
Zika: aunque es una enfermedad vírica de origen africano, está muy extendida merced a la globalización por todos los trópicos, es decir parte de Latinoamérica y Asia. Los síntomas son dolores articulares, fiebre y conjuntivitis y se pasan rápido; no obstante existe un peligro real en mujeres embarazadas de que se produzca una enfermedad en el futuro recién nacido llamada microcefalia, que produce una importante disminución física y psíquica, tal como te explicamos en Seis verdades y cuatro mitos en torno al virus del zika en España. En España corre el peligro de volverse una enfermedad endémica si el mosquito tigre consigue mantener su actividad reproductora todo el año, cosa no descartable con el cambio climático.
Dengue: transmitido sobre todo por Aedes aegypti, pero también por el mosquito tigre, sus síntomas son similares a los de una gripe o un virus estomacal, con fiebre, los dolores de cabeza y en las articulaciones y los músculos, sarpullido y ocasionalmente vómitos. No obstante, en la versión grave o “hemorrágica” pueden producirse graves hemorragias que terminen en la muerte del paciente. En Francia, Portugal, Italia y Croacia ya han tenido lugar casos autóctonos y en España por el momento se la considera una enfermedad importada con riesgo de volverse endémica en el litoral cálido.
Fiebre amarilla: fue habitual en Cataluña y el Levante español durante siglos por causa de los navegantes, pero es típicamente tropical. El problema es que se ha visto que el mosquito tigre puede transmitirla, al igual que Aedes aegypti, lo que posibilita su regreso mediante viajeros infectados. Con una mortalidad superior al 50% en los casos mal diagnosticados, se la considera una enfermedad grave que además no presenta cura. Ahora bien, la buena noticia es que existe una vacuna preventiva con una efectividad en el 99% de los casos a partir del décimo día tras la primera vacuna.
Fiebre del Nilo Oriental: se ha comprobado que tanto Aedes aegypti como Aedres japonicus pueden transmitir esta enfermedad que resulta mortal en menos del 1% de los casos por afectación al sistema nervioso. El principal problema es que el virus que la provoca utiliza como vector de la infección a aves que suelen parar de paso en nuestro país en sus migraciones desde el sur, con lo que no necesita personas migrantes para extenderse; basta con que un mosquito pique a una de estas aves.
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