¿Qué es Helicobacter pylori y qué riesgo supone tenerla para nuestra salud?
Se calcula que más de la mitad de la población mundial está infectada con Helicobacter pylori, lo cual se traduce a 24 millones de personas en el España. La noticia no tendría mayor repercusión si esta bacteria fuera una más de las que conforman nuestro micobioma. Pero no es así.
¿Por qué, qué es lo que hace que fijemos la atención en Helicobacter pylori con tanta atención? ¿Qué es y qué hace esta bacteria que pueda afectar a nuestra salud?
¿Qué es Helicobacter pylori?
Helicobacter pylori es una bacteria gramnegativa del tipo bacilo, con forma helicoidal y que vive en el estómago de los animales, principalmente mamíferos cercanos al ser humano.
Su principal característica es la de poder usar su forma de hélice para entrar como un sacacorchos en la mucosa intestinal, donde se queda pegada viviendo como parásita.
Se sabe además que precisa muy poco oxígeno para subsistir, así como que tiene la capacidad de fabricar ureasa, un enzima capaz de descomponer la urea en amoníaco y CO2.
De este modo infecta el estómago y debilita su capa protectora y de la primera parte del intestino delgado, lo que provoca que los jugos digestivos irriten el revestimiento sensible.
Esto es debido a que el amoníaco formado por las bacteria es capaz de neutralizar parcialmente los ácidos de los jugos gástricos alrededor de esta, permitiéndole vivir en un entorno tan hostil.
Pero a su vez dicho amoníaco provoca lesiones en el epitelio intestinal que pueden acabar creando úlceras de estómago y duodeno cuando el sistema no es capaz de cicatrizar las heridas con la misma rapidez que las produce la bacteria.
¿Por qué está tan extendida?
Las infecciones en personas por Helicobacter pylori son unas de las más prevalentes, con un 40% de la población afectada, según un documento de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD).
Aun así, “en poblaciones con nivel socioeconómico más bajo y peores condiciones sanitarias llega a ser del 80%”, según explica en el documento arriba citado Francisco José García Fernández, especialista de la FEAD y del Hospital Universitario Virgen del Rocío, Sevilla.
Pero el principal problema es que la gran mayoría de las personas infectadas no sabe que la tiene porque no enferma: “Aunque la infección raramente se resuelve espontáneamente y suele persistir durante toda la vida, solo provoca síntomas en un porcentaje pequeño (10-25%) de los infectados”, explica García.
El doctor García Fernández aclara también que si bien se desconoce la causa exacta de la infección, se cree que la bacteria puede transmitirse por el contacto boca a boca.
También por enfermedad del tracto gastrointestinal (sobre todo cuando se producen vómitos), por el contacto con materia fecal o tras ingerir alimentos o agua contaminados, sobre todo en el Tercer Mundo. Esto suele ocurrir durante la niñez y, si no se trata, permanece toda la vida.
Qué afecciones puede causar
“Una vez que se produce la infección gástrica, se desarrolla una respuesta inflamatoria en el estómago, provocando una gastritis crónica”, explica el digestólogo en el documento.
Aunque como se ha indicado anteriormente “solo un porcentaje pequeño de pacientes va a desarrollar síntomas a pesar de padecer esta gastritis”. Al parecer esta aleatoriedad en los síntomas depende tanto de factores del huésped como de la cepa de HP que provoque la infección.
En ocasiones los síntomas son muy poco patentes, reflejándose como molestias gástricas o malas digestiones, lo que se conoce como dispepsia funcional, que mejora en numerosas ocasiones tratando la infección por esta bacteria.
“La infección por HP se ha demostrado que es la principal causa de la úlcera gastroduodenal y sus complicaciones y también se conoce su papel patogénico en el desarrollo del cáncer gástrico y el linfoma MALT gástrico”, sentencia el médico de la FEAD.
La OMS considera a Helicobacter pylori como probablemente cancerígena. No obstante, esto depende de la cepa que nos infecte. Ninguna de las casi 400 que se conocen tienen la misma virulencia ni actúan igual sobre todas las personas.
En España, por ejemplo, Helicobacter pylori solo produce úlceras pépticas a entre un 15% y un 25% de los infectados, y se considera que en un grupo todavía mucho menor la infección puede derivar en un cáncer.
En resumen, las lesiones que nos puede crear Helicobacter pylori son:
- Úlceras de estómago (gástricas): Helicobacter pylori puede desencadenar úlceras entrando en la capa de moco del estómago (que lo protege de cualquier daño casado por el ácido) y adherirse al revestimiento o hacer que el estómago produzca más ácido estomacal.
- Úlceras duodenales
- Inflamación crónica en el estómago (gastritis)
- Aunque es menos común, las personas infectadas tienen un riesgo de dos a seis veces mayor de desarrollar cáncer gástrico y linfoma de tipo linfoide asociado a las mucosas, en comparación con las personas no infectadas.
Señales que indican que tenemos Helicobacter pylori
Como hemos mencionado, los portadores de Helicobacter pylori suelen ser asintomáticos. En la mayoría de las personas no se desarrollan síntomas y es posible que nunca sepan que son portadores de esta bacteria en el intestino.
No está claro por qué ocurre esto, pero es posible que algunas personas nazcan con una mayor resistencia a los efectos nocivos de Helicobacter pylori. Cuando aparecen los síntomas, suelen hacerlo en forma de úlceras que se manifiestan en:
- Dolor abdominal.
- Indigestión.
- Hinchazón.
- Náuseas leves que pueden desaparecer con los vómitos.
- Eructos y regurgitaciones.
- Hambre y sensación de vacío en el estómago, a menudo de una a tres horas después de comer.
- Pérdida de apetito.
- Pérdida de peso involuntaria.
Estos síntomas pueden aparecer y desaparecer y durar unos minutos u horas. Es posible sentir una mejora durante un periodo breve después de ingerir alimentos o tomar medicamentos.
Cuando las úlceras son más graves y sangran pueden dar síntomas como:
- Heces con sangre, de color rojo oscuro o negro.
- Respiración dificultosa.
- Desmayos.
- Fatiga extrema sin causa aparente.
- Piel pálida.
- Vómito con sangre.
- Dolor agudo y severo del estómago.
Qué pruebas pueden dar con Helicobacter pylori
Esta bacteria se puede diagnosticar con un examen físico para buscar señales de hinchazón o distensión abdominal, un análisis de sangre (aunque con límites, porque no puede confirmar una infección activa o previa), una prueba de aliento de urea o una prueba de antígeno fecal.
Si estas pruebas no son concluyentes, es posible que se deba seguir con una endoscopia para buscar anomalías en el estómago y el duodeno. Generalmente se puede erradicar con una combinación de inhibidores y antibióticos.
Cómo evitar o prevenir una infección por Helicobacter pylori
No está claro cómo prevenir la infección, pero sí se sabe que llevar una buena higiene puede ayudar a protegernos. Esto se traduce en:
- Lavarse las manos con frecuencia: la infección se produce sobre todo a través del contacto con las heces, el vómito o la saliva infectados. Por tanto, una correcta higiene de manos es fundamental, sobre todo antes de comer y después de ir al baño.
- Manipular alimentos con seguridad: enjuagar bien los alimentos antes de cocinar o comer para eliminar la bacteria de la comida.
- Beber agua limpia, apta para el consumo: es importante que el agua haya sido filtrada o purificada.
- Vigilar con los antiinflamatorios no esteroideos (AINE): estos medicamentos pueden provocar hemorragia estomacal y problemas renales si no se toman adecuadamente.
- No fumar: la nicotina y otras sustancias químicas pueden empeorar los síntomas (también los cigarrillos electrónicos).
- No tomar alcohol: este tipo de bebidas empeoran los síntomas de acidez estomacal y aumentan el riesgo de cáncer de esófago o estómago.
¿Qué tratamiento tiene?
La extensión del tratamiento a los individuos asintomáticos busca eliminar las posibilidades de transmisión, aunque el tratamiento completo, una combinación de dos antibióticos con bismuto, puede alcanzar los 100 euros.
Se toma durante diez días junto a un protector estomacal potente; es un tratamiento muy intensivo que no todo el mundo procesa bien. Hay personas a las que les provoca excesiva fatiga, dificultar para evacuar, heces y lengua negras, etc. E incluso así no siempre resulta 100% eficaz, aunque su eficacia media es alta.
Al cabo de como mínimo cuatro semanas tras el tratamiento hay que hacer una prueba para comprobar la erradicación, y si hubiera signos de persistencia se probará otra combinación de antibióticos.
Según el documento de la FEAD, el 99% de los pacientes se curan al tercer intento. Si bien en Inglaterra se ha detectado una cepa resistente de varios antibióticos, entre ellos el metronidazol, la principal sustancia usada contra Helicobacter pylori.
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