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Mélenchon reaviva la esperanza de una alternativa de izquierda radical
A unos días de las elecciones, Mélenchon (La France Insoumise) ocupa el tercer puesto en intención de voto, con posibilidades de pasar a la segunda vuelta y medirse con Emmanuel Macron. La victoria de un candidato de izquierdas con un programa de transformación ecológica, social y democrática radical sería una señal política imprescindible para la izquierda europea
Las elecciones presidenciales francesas se celebran en un contexto particular, marcado por dos años de pandemia, una gran crisis internacional y el riesgo de una abstención muy elevada. Emmanuel Macron y Marine Le Pen han evitado debatir y esperaban superar la primera vuelta (10 de abril) sin apenas hacer campaña, pero el ascenso de Jean-Luc Mélenchon, que ahora supera el 15% en las encuestas, cambia la situación. Frente al liberalismo antisocial extremo y a la extrema derecha racista, una alternativa de izquierdas tiene posibilidades de llegar al poder en la segunda potencia económica europea.
Esta situación no es casual: es fruto de una estrategia centrada en la defensa de un programa, L’Avenir en commun (El Futuro en común), que responde a las aspiraciones de la sociedad. La campaña de L’Union Populaire, la candidatura que encabeza Mélenchon, traduce políticamente la tremenda vitalidad de los movimientos sociales desde hace cinco años: chalecos amarillos, marchas climáticas, movilizaciones contra la violencia policial, marchas contra los feminicidios, defensa sindical de las pensiones etc.
El trabajo de fondo realizado durante el último año con ONG, intelectuales y ciudadanos ha permitido redactar un proyecto completo, preciso, detallado y cuantificado, y conformar un equipo capaz de gobernar poniéndolo en marcha. Frente a la obsesión antimusulmana de la extrema derecha y a los clichés neoliberales de la derecha, L’Union Populaire aporta un proyecto de izquierdas creíble, que planta cara a las multinacionales y al modelo neoliberal europeo, y reivindica la competencia y la seriedad necesarias para el ejercicio del poder.
Mélenchon está restaurando el sentido de la palabra “izquierda” después de que François Hollande lo enturbiase con las traiciones de su mandato (2012-2017). El debilitamiento de la legislación laboral, las dádivas fiscales a las grandes empresas, las renuncias a la renegociación de los tratados europeos y la asunción de parte de la agenda xenófoba de la derecha desacreditaron a la izquierda socialista frente a los votantes. Pero hoy tenemos la capacidad de convencerlos de que una izquierda de transformación social puede gobernar el país cumpliendo sus promesas.
La campaña de L’Union Populaire da un nuevo impulso a los temas fundacionales de la izquierda social histórica: el reparto del poder, con la reforma institucional y los referéndums de iniciativa ciudadana; la lucha contra la desigualdad, con una fiscalidad centrada en los más ricos y la subida del salario mínimo; y los derechos de los trabajadores, con la jubilación a los 60 años y la reducción de jornada. E integra además las batallas militantes que se han vuelto imprescindibles: la preservación del Planeta, con la planificación ecológica y la salida de la energía nuclear; la lucha contra el racismo, con el fin de la impunidad de la violencia policial y el rechazo a la estigmatización de los musulmanes; y la lucha feminista, con un plan de mil millones de euros contra la violencia machista y sexual y la revalorización de las profesiones feminizadas de cuidados.
Catalizando todas estas luchas, Jean-Luc Mélenchon es hoy capaz de movilizar a todos aquellos que rechazan el statu quo y apoyan un cambio radical. La campaña ha sido a pie de calle y en todos los lugares: ciudades, pueblos, periferias y barrios populares de todo el territorio, reavivando la esperanza y poniéndonos en condiciones de ganar estas elecciones. Además de los encuentros multitudinarios con Mélenchon, se han multiplicado las reuniones públicas con otras figuras de La France Insoumise que han logrado reunir a más gente que los actos de los candidatos de otros partidos. La izquierda no puede dejar a las clases trabajadoras en brazos de la extrema derecha, debe recuperar las calles y el espacio público.
La victoria de Mélenchon en Francia pondría fin a décadas de privatización, deterioro social e inacción ecológica. Pero generaría también un gran revuelo a escala europea. Mientras la extrema derecha autoritaria se fortalece y los neoliberales arrasan con los últimos vestigios de los sistemas de protección social, la llegada al poder de una izquierda radical en uno de los países fundadores de la Unión Europea sería un balón de oxígeno imprescindible para todos los pueblos europeos.
La esperanza encarnada por Jean-Luc Mélenchon en Francia puede propagarse y dar impulso al movimiento global por el clima y los derechos sociales.
El 10 de abril podemos y debemos hacer historia. Y necesitaremos entonces que nuestros camaradas españoles, italianos, alemanes, portugueses, griegos, belgas... caminen a nuestro lado, para lograr el equilibrio de fuerzas necesario para poner en marcha el programa de transformación por el que seremos elegidos.
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