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El último concierto
Dirección: Yaron Zilberman.
Intérpretes: Philip Seymour Hoffman, Christopher Walken, Catherine Keener, Mark Ivanir.
Género: drama. EE UU, 2012.
Duración: 105 minutos.
En medio de una cartelera tomada por robots gigantes, superhéroes, zombies y descomunales superproducciones; aparece la pequeña e interesante película ‘El último concierto’. En ella, se nos cuenta la historia de un cuarteto de cuerda de Nueva York, con 25 años de exitosa trayectoria, que ve amenazada su continuidad al serle detectados a su violonchelista (y figura referente) los primeros síntomas de la enfermedad de Parkinson. A partir de ese hecho, comienzan a aflorar viejos conflictos entre el resto de integrantes del cuarteto a los que se añaden otros de nueva creación. La cinta está dirigida por el israelí Yaron Zilberman, que en su primer largometraje de ficción (dirigió un documental en 2004) ha tenido la gran oportunidad de contar con actores legendarios a sus órdenes.
En línea con la temática musical del film, Philip Seymour Hoffman y Christopher Walken ofrecen un fascinante recital interpretativo rico en matices; donde el resto del reparto principal compuesto por la elegante Catherine Keener, el poco conocido Mark Ivanir y la prometedora Imogen Poots; no desafinan lo más mínimo. El planteamiento formal de la película es de una gran sobriedad y en los pocos exteriores existentes se nos muestra un Nueva York invernal, acorde con el tono frío de la puesta en escena. Como no podía ser de otra manera, el apartado musical está realmente cuidado, y los amantes de la música clásica saldrán encantados de la proyección. El guión posee una estructura narrativa circular y la historia ofrece una analogía -evidente desde el inicio- entre el tipo de relaciones que se pueden establecer dentro de una formación musical de largo recorrido y las de cualquier otro ámbito convivencial, sea amistoso, familiar o de pareja. También nos plantea si es más conveniente ceñirnos a una partitura vital o liberarnos de ella y seguir nuestros impulsos. Trata asuntos como la vejez, la muerte, la ambición, el deseo de ser importantes, el sentido circular de la vida y especialmente el de la obsesión en la creación artística. Pero los diversos temas se concentran en el principal, que no es otro que los efectos provocados por el paso del tiempo en las relaciones. En definitiva, el espectador que se adentre en El último concierto encontrará una historia bien trabajada y seria -quizás demasiado- pero que sin duda dejará un buen sabor de boca, debido en gran parte al talento y buen hacer de sus extraordinarios intérpretes.
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