Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Euskadi: sin renovables y a lo loco
El Gobierno vasco ha presentado un primer borrador de la Estrategia Energética de Euskadi 2025, un plan que quiere establecer las líneas de actuación en materia de energía de aquí a 2025. No es el primer plan energético presentado por el Ejecutivo vasco en las últimas décadas, y de hecho en la actualidad está vigente la estrategia 2010-2020, pero el Gobierno de Íñigo Urkullu ha decidido revisar esta última, debido a los importantes cambios experimentados en el sector energético en los últimos años.
Sabemos, por las estrategias anteriores, que suelen marcar un camino para Euskadi que olvida absolutamente las tendencias internacionales, los objetivos señalados por la Unión Europea, e incluso la situación del sector a nivel estatal, para pasar a ser un verso suelto de la política energética del entorno. Y como era de esperar, la propuesta que tenemos en estos momentos encima de la mesa, vuelve a repetir las tres claves habituales en la política energética en Euskadi: el gas natural como base del sistema energético, el absoluto desprecio por las energías renovables, y darle la espalda a los objetivos marcados por la Unión Europea.
En Euskadi, la demanda de energía ha caído en los últimos años, debido sobre todo a la crisis económica. Aún así, seguimos siendo un territorio enormemente dependiente de las fuentes de energía exteriores. El 80% de la energía consumida viene del gas y del petróleo. Además, el 60% de la energía eléctrica que consumimos, la importamos de los territorios vecinos. El papel de las energías renovables en Euskadi es testimonial. No llegan al 7% del consumo de energía, muy por debajo de la media del estado. Los sectores que más energía consumen son la industria y el transporte, que consumen el 80% de energía entre los dos. Además, el sector energético en Euskadi supone más del 90% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Los retos a los que se enfrenta el sector energético en Euskadi son por lo tanto la enorme dependencia del exterior y de las energías sucias, y el bajo peso que tienen las energías renovables. Además, con el gran peso que tiene la energía en las emisiones de gases de efecto invernadero, este sector tendrá que ser prioritario en la luchas contra el cambio climático. Necesitamos urgentemente un cambio de modelo energético, basado en el ahorro, la eficiencia, y las energías renovables en manos de la ciudadanía. Esto se enmarca en los planes de la Unión Europea, que marca para 2020 un triple objetivo del 20% en tres áreas: reducción de gases de efecto invernadero, renovables, y ahorro de energía.
Sin embargo, al leer la propuesta de estrategia energética de Euskadi, la primera sorpresa es encontrarse con el gas natural por todas partes, incluso para el transporte. El Gobierno vasco hace años que apostó por esta fuente de energía como base del sistema energético, y como puente energético. Esto es, para ser el sostén de la economía mientras se transforma el sistema energético hacia uno basado en las energías renovables. O al menos, eso es lo que se empeñan en repetir una y otra vez. Sin embargo, más de 30 años después del inicio de esa estrategia, aquí estamos hoy en día, con un sistema absolutamente dependiente de los combustibles fósiles, y en el que las energías renovables están relegadas al último puesto de las prioridades energéticas.
La propuesta en energías renovables se salta el objetivo marcado por la Unión Europea, y propone un porcentaje de renovables de tan sólo el 16% en 2025, cuando como se ha comentado anteriormente, la UE ha establecido un objetivo del 20% para 2020. Es extraño ver como un sector que es puntero en Euskadi, y podría ser tractor para nuestra economía, es despreciado por el Gobierno vasco. Disponemos de la tecnología y el conocimiento para desarrollarlo, pero carecemos de la voluntad política por parte del Gobierno para que nuestras empresas puedan desarrollar proyectos en nuestro territorio.
Se trata por lo tanto una propuesta que no resuelve ninguno de los problemas a los que se enfrenta el sistema energético en los años, al proponer sobre todo reducir la dependencia del petróleo para aumentar la dependencia del gas natural. Además, estas medidas no van a facilitar la lucha contra el cambio climático, porque aunque en los objetivos generales se mencione la reducción de las emisiones, este objetivo desaparece de las distintas áreas de actuación propuestas. Ni siquiera es capaz de responder a las necesidades de nuestra economía, mediante medidas de ahorro energético que hagan nuestra economía más eficiente, y menos dependiente de los precios energéticos.
En definitiva, la próxima década es clave para la transición de modelo energético. Depende del Gobierno vasco que nuestro territorio tome la senda que ya están siguiendo las grandes economías de nuestro entorno. Por desgracia, la propuesta de estrategia energética presentada apuntada exactamente en la dirección opuesta a las necesidades de Euskadi.
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