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Los controladores del mayor aeropuerto vasco se plantan ante el riesgo de privatizar la torre de control

Una controladora en la torre de control de Loiu.

Belén Ferreras

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Los 24 profesionales que trabajan como controladores aéreos en el aeropuerto de Loiu mantienen la esperanza de que el Gobierno central de marcha atrás y paralice la privatización de las torres de control de siete aeropuertos de Aena, entre ellos el del Bilbao. El PSOE accedió el pasado martes a proceder a la revisión“ de la orden ministerial por la que el Ministerio de Transportes decretó la privatización. En concreto, se aprobó una enmienda transaccional a una proposición no de ley de EH Bildu, ERC y BNG para paralizar este proceso de liberalización, que salió adelante con el voto a favor del propio PSOE, Unidas Podemos, EH Bildu, PNV, ERC, BNG, y Foro Asturias. ”No se ha paralizado el proyecto pero que se abran a revisarlo nos da esperanzas de que se pueda parar“ dice Josu Marín. Es uno de los controladores del aeropuerto bilbaino que, desde que se conoció la intención del gobierno de Pedro Sánchez, no han parado de movilizarse para explicar que la privatización de este servicio va mucho más allá de un problema laboral -lo más probable es que la plantilla se recolocara en otros aeropuertos-: ”Es una cuestion de seguridad, de eficiencia y de capacidad de crecimiento del propio aeropuerto“.

“Es un proyecto injustificado económicamente, pero además es técnicamente complejisimo de llevar a cabo para un aeropuerto como Bilbao, con unas características físicas, orográficas y meteorológicas muy particulares”, señala.

De hecho, en las alegaciones presentadas parte del sindicato USCA (Unión Sindical de Controladores Aéreos) en contra del poyecto para el aeropuerto de Loiu, se incide en que se trata de un aeródromo que “se sitúa entre una orografía complicada, rodeado de montes, con lo que el contacto visual con los tráficos controlados es escaso. Se hace sobre todo en base a informes de posición, muchas veces referido a localidades del entorno. También se ve afectado por una meteorología adversa buena parte del año, principalmente situaciones de viento sur, que es cruzado a las pistas y racheado, lo que provoca maniobras frustradas en cualquier momento durante la aproximación de las aeronaves, sobre todo debidas a cizalladura”, los cambios bruscos en la dirección del viento.

Desde la Torre de Control de Loiu se realiza la labor de control del aeródromo y también el control de aproximación, -los aviones que circulan por el espacio aéreo- y que por ley no puede privatizarse. “Por nuestro espacio aéreo pasan los aviones que van a Santander, o que salen de Santander, que van o vienen de Vitoria, a Donostia, o Pamplona”...Enaire, la empresa que gestiona la navegación aerea en España, privatizaría la labor de control propiamente dicha del aeropuerto, mientras que la labor de control de aproximación seguiría en sus manos, bien en Loiu, o, lo que creen lo más probable, centralizado en Madrid.

Cualquiera de las dos posibilidades es contraproducente para un servicio como el de Bilbao, aseguran los controladores,- que creen que habrá más riesgo y “puede afectar a la capacidad de crecimiento” del aeropuerto, señalan.

En estos momentos, tanto las labores de control de aeródoromo como de control de aproximación se hacen indistintamente por todo el personal y en la misma fanal, la habitación con cristaleras en la que se ubican los controladores: “Trabajamos tres por turno que nos vamos rotando en control de aproximación, de aeródromo o descaso”. Es decir, que la privatización supondría necesitar más personal. “Si somos dos empresas diferentes, una para el control del aeropuerto y otra para el de aproximación,se necesitan dos personas por cada uno de los controles, para turnarse en los descasos. Pasaríamos de tres a cuatro”. En el caso de la aproximación se centralizara en Madrid “perderíamos la rapidez que nos da ahora estar sentado al lado del compañero con el que te tienes que coordinar”. “Con meteorología adversa, el controlador de APP es conocedor de la misma in situ y, por tanto, la coordinación es más rápida, precisa y segura”. Separar en dos dependencias distintas estas posiciones de trabajo, implica reducir la agilidad del sistema y la necesidad de trabajar con distancias de separación mayores, lo que supone mayores distancias recorridas, mayor tiempo de vuelo y mayor consumo de combustible“. Una cuestión que ”es probable que afectase igualmente a la capacidad de crecimiento del aeródromo“, señalan en sus alegaciones.

Añaden también como otro inconveniente de trasladar el servicio de aproximación fuera de la torre de control del aeropuerto “el perjuicio generado a los tráficos visuales que vuelan habitualmente en el espacio aéreo responsabilidad de dicho servicio de control”. Se trata de vuelos del aeroclub y aviación privada, helicópteros que dan servicio de la plataforma costera de extracción de gas Gaviota, o los de la Ertzaintza y Osakidetza, “que si bien no generan grandes beneficios para Aena, son usuarios con necesidades de un servicio de control y de información de vuelo y, en el caso de la Ertzaintza y Osakidetza, en misiones de máxima urgencia”, señalan. “Estos tráficos operan con referencias visuales al terreno y reportan su posición e intenciones con referencia a la población que están sobrevolando o a la que se dirigen. Para dar un servicio de calidad a este tipo de tráfico, cuyo número no es en absoluto desdeñable, es imprescindible que el personal de control tenga un perfecto conocimiento geográfico y de los obstáculos que plantea la orografía entre poblaciones. Esto es difícilmente asumible si el espacio aéreo correspondiente a la aproximación de Bilbao es gestionado desde el Centro de Control de Madrid”.

También consideran que estando ambos controles en manos de la misma empresa no hay competencia entre ambas labores por no demorar sus tiempos. “Se aplica el criterio de la mínima demora media”. señala Marín. “Algo que será imposible si se divide en dos empresas”,

Marín recuerda además que el personal de la torre de control de Bilbao “es experimentado y con experiencia”. “Privatizar el servicio supondría que todo el personal será nuevo, con lo que eso supone. Ahora, los relevos que se llevan a cabo siempre son graduales. La gente nueva que entra se apoya en los que queda antiguos”. Recuerda además que para hacerse con el control de un aeropuerto es necesario un “curso específico de tres o cuatro meses para hacerse con las características específicas del aeropuerto concreto”.

Si se lleva a cabo la privatización de Bilbao y otros seis aeropuertos, Santiago-Rosalia de Castro, Palma de Mallorca, Málaga-Costa del Sol, Gran Canarias, Tenerife Sur y Tenerife Norte-Ciudad de la Laguna, solo quedarían sin privatizar de los que tienen una entidad de tráfico los dos grandes, Madrid y Barcelona, y después los más pequeños, entre ellos Hondarribia o Vitoria. Hace 12 años se privatizó este servicio en los aeropuertos de A Coruña, Alicante, Fuerteventura, Ibiza, Jerez, La Palma, Lanzarote, Madrid-Cuatro Vientos, Sabadell, Sevilla, Valencia y Vigo.

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