El Grupo Mondragón busca un modelo empresarial menos rígido
El Grupo Mondragón aborda los próximos meses una reflexión crucial para su futuro: un cambio profundo en su modelo empresarial que no cuestiona el cooperativismo pero que sea menos rígido para seguir creciendo. El debate, en realidad, viene desde hace más de dos años, cuando la presidencia recaía en José María Aldekoa.
La salida de Txema Gisasola como primer ejecutivo de la mayor corporación industrial de Euskadi y la séptima de España puede acelerar las decisiones, aunque no es la clave para propiciar el cambio, según fuentes próximas a la corporación. En el caso de Gisasola, ha pesado especialmente la quiebra de Fagor Electrodomésticos y las tensiones vividas hace tres meses, cuando el Grupo Mondragón decidió dejar caer a lo fue el embrión hace medio siglo de todo el grupo. Gisasola prácticamente defendió en solitario seguir inyectando dinero a Fagor Electrodomésticos (en mayo se aportaron 70 millones de euros, que junto a los 40 aportados en enero de 2013 por el Gobierno vasco, se fueron a tapar las deudas) frente a la opinión que finalmente triunfó del resto de los altos directivos, especialmente los tres vicepresidentes Txomin García (Caja Laboral) Agustín Markaide (Eroski) Xabier Mutuberria (Orona).
A Gisasola tampoco le ha ayudado que el fuera el máximo responsable entre 2006 y 2012 de Fagor Electrodomésticos, cuando se fraguó la crisis de la cooperativa con el descenso ininterrumpido de las ventas iniciado en 2007 y que no se detuvo: un 33% menos de facturación entre 2007 y 2012.
Dificultad de alianzas empresariales
El cooperativismo tiene que adaptarse a la nueva realidad. Es una máxima que tienen claro los directivos de Mondragón pero, en un sistema donde las decisiones se toman de abajo a arriba y con varios filtros, es un asunto complicado. El Grupo Mondragón ha visto como operaciones de expansión en el extranjero se han visto frustradas por su sistema cooperativista que dificulta sobremanera alianzas con otras empresas. En la balanza positiva, está la fortaleza del grupo, con la mayoría de sus negocios con resultados positivos fruto de la diversificación y la internacionalización. La facturación global de más de 13.000 millones de euros (según los últimos datos difundidos correspondientes a 2012) y sus más de 80.000 empleados muestran el músculo del Grupo.
Aunque los deberes se acumulan y se han acrecentado con la salida del presidente, al que le sustituirá una comisión gestora hasta designar su presidente. A la crisis de Fagor, se le ha unido la delicada situación de otro de los puntales, la distribuidora Eroski, que renegocia su deuda de 2.500 millones y busca soluciones al problema de las aportaciones subordinadas que vendió a partir de 2002, que han atrapado a 30.000 inversores. Eroski tiene más de 38.000 trabajadores y un millón de clientes diarios.
El modelo cooperativista no se cuestiona porque funciona en la mayoría de los negocios. Ahí está el caso de Danobat, que acaba de cerrar tres contratos por 103 millones para la industria ferroviaria de Australia y La India y que terminó 2013 con una cartera record de pedidos por 300 millones , o el de Orona, dedicada a los ascensores y con ventas de 569 millones en 2012 y casi 4.100 millones.
Sus directores generales Iñigo Ucin (Danobat) y Javier Mutuberria (Orona) son dos nombres que se van a barajar para el cargo de nuevo presidente. Mutuberria ya estuvo cerca de lograrlo con la salida de Aldekoa, en vez de Txema Gisasola, y ahora estará de nuevo en las quinielas, como el responsable de Laboral Kutxa, Txomin García, y el de Eroski, Agustín Markaide. Pero la elección del primer directivo en el Grupo Mondragón tiene muchas variables y siempre puede surgir la sorpresa como ocurrió con Gisasola, aseguran las fuentes consultadas. El proceso se espera realizar en los próximos tres meses, antes de la asamblea anual del grupo, que se celebrará probablemente en mayo y será una de las más importantes de la historia del grupo.